
Vendando al perro de peluche más grande que hay en casa.
Al fin empiezo dar mis primeros pasos
con solo una muleta y a dejar de ser y sentirme una inútil que va de la cama al sofá y poco más. Es una suerte poder contar con familia y amigos para echar una mano, sobre todo con mi santo, mis padres y mi suegra (gracias).Estas fiestas no hemos podido hacer todo lo que teníamos planeado con los peques, aunque se han movido bastante: fueron a ver una versión infantil de El Cascanueces (Julia la vio, Jaime se quedó en el intento), al cine (otra vez Frozen las tres primas disfrazadas de Elsa, todo un espectáculo), a algún paseo bajo las luces de Navidad con castañas asadas, algún parque de bolas con foto en silla de Papá Noel y alguna visita a esos belenes abiertos al público que aparecen en nuestras ciudades por estas fechas.
Todo eso sin su madre, claro. De la cama al sofá y con dos muletas, ya sabéis. Pese a ir estando mejor también me perderé ir a coger caramelos a la cabalgata.

Karaoke de Disney desde el sofá.
Así que hemos tenido que idear otras actividades para entretenernos convirtiendo la cama en un terreno de juego: hemos leído más cuentos, hemos jugado con pegatinas, hemos representado una docena de veces la historia de Frozen con los muñecos, la música de fondo y nuestra imaginación, hemos jugado muchos juegos de mesa (Julia está entusiasmada con el Stratego), cantado con el karaoke de Disney, jugado a Skylanders y con el iPad, visto películas con palomitas, creado un cuento muy especial (ya os hablaré de él en otro post), escrito y enviado felicitaciones navideñas a los amigos, dormido juntos, vendado a muñecos repentinamente enfermos de la rodilla como yo y dibujado un montón con pintura de dedos.
Ya va quedando menos… también para nuestro día favorito del año.