«Las manos de mi hijo nunca harán daño»

Scan0154Andrés Aberasturi, como muchos sabréis, tiene un hijo con parálisis cerebral al que dedicó el libro de poemas Un blanco deslumbramiento (Palabras para Cris), del que muestro un par de fragmentos . Este mes acudió a la televisión con motivo de los preocupantes recortes en dependencia para contar la historia de su hijo, una historia de dolor, de asimilación, de aceptación… una historia que Andrés no quiere convertir en un drama, igual que no quiero yo, igual que no lo quieren muchos. Por que no es un drama.

Las manos de mi hijo
no empuñarán banderas
ni fusiles
ni moldearán el barro
ni escribirán sonetos.
Las manos de mi hijo
nunca harán daño.

Me gusta ese poema de Andrés y me gusta su testimonio en el vídeo que os traigo, porque al final recoge una de mis claves: Jaime es feliz, mi obligación es hacerle feliz. Y lo estamos consiguiendo.

No es fácil tener un hijo con autismo, un hijo con cualquier discapacidad. Hay días, por muy asimilado que lo tengas, por muchos años que hayan pasado, que odias el autismo, ese trastorno huidizo que te ha robado tanto de tu hijo, que lo ha convertido en una persona dependiente para siempre, a veces ingobernable, que impide que puedas hacer tantas cosas con él que para otros niños son tan normales. Y eso que soy muy consciente de que yo tengo suerte comparada con muchos, que la discapacidad de mi hijo no impide que sea un niño saludable y juguetón.

En esos momentos difíciles siempre vuelvo a la base: Jaime es feliz, mi obligación es hacerle feliz. Y lo estamos consiguiendo.

Os recomiendo que veáis la intervención de Andrés Aberasturi hasta el final, espero que entendáis lo de la tinaja y el dedal. No sé si tan bien como lo hice yo, que tengo mi propia tinaja y mi propio dedal en casa.

Cuando asumí la historia de Cris fue con una frase de Santa Teresa que dijo que estaba igual de llena una tinaja llena de agua que un dedal. Yo tenía el hermano mayor que era la tinaja, y el dedal que era Cris. Siempre lo hemos tenido lleno de agua y ha sido nuestro gran triunfo.

Aquí tenéis el vídeo, lo único que le sobra es la musiquita sensiblera de fondo:

 

Andrés, compartimos sueño, lo compartimos con muchos:

Por eso
para sus labios
invento yo sonidos
y fabrico palabras
que tengan el tamaño de su boca.
Las tallo y las horneo y las guardo
y cuando están maduras
las desparramo
entre sus sueños blancos
y en sueños mi hijo dice “madre”,
“alba”, “amigo”, “hermano”.

Y cuando sueña el hijo
como ahora está soñando
con palabras que solo nosotros conocemos,
con esas palabras que le hago en noches como esta,
cuando mi hijo sueña
es un canto.

2 comentarios

  1. Dice ser --

    Pues yo creo que hubiese sido mejor dejar morir al crío. Es sufrimiento para él y para la familia.
    yo me quedé paralítica por un cáncer con 15 años y deseo haberme muerto, por mí y mi familia, que sufren han sufrido y además van a tener que estar cuidándome toda la vida

    19 mayo 2013 | 12:49

  2. Dice ser mari mar

    UFFFF! Genial, Andrés, genial tu testimonio…

    20 mayo 2013 | 10:57

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