A mi hijo nunca le ha gustado la arena. La primera vez que estuvo en la playa con un año no quería ni pisarla. Andaba como una cigüeña especialmente escrupulosa. Tocarla le deba una grima tremenda que ya ha ido superando. Pero sigue sin disfrutar de ella. No sé si le veré alguna vez jugar contento con el cubo y la pala. Lo dudo mucho.
Tal vez responda a su trastorno, que lleva en ocasiones aparejado un desorden sensorial. Puede que no. Hay niños que no tienen ningún problema y que simplemente no quieren ni ver la arena.
Su hermana es todo lo contrario. Le chifla la arena. Le encanta tocarla, meterla y sacarla del cubo, rastrillarla, hacer pasteles. Incluso echársela por la cabeza si se lo permitimos. Fue amor a primera vista.
Y me encanta verla. Me gusta contemplar como investiga las leyes físicas como un fascinado Newton en miniatura la tiempo que se divierte. Una amiga bloguera dijo una vez que todos los niños tienen alma de pequeños científicos, tiene razón.
Hemos comprado un pequeño arenero con arena de playa y lo tenemos en la terraza para su uso y disfrute.
Lo que no acaba de gustarme es verla hacerlo en los parques urbanos que rodean mi casa. Hago de tripas corazón. Pero es que están hechos un asco.
Son parques infantiles, algunos concebidos incluso para niños muy pequeños por el tamaño de los columpios y toboganes. Están cercados y los perros nunca pasan, así que toda la suciedad procede de los adultos.
Cáscaras de pipas, colillas de cigarrillos, latas de refrescos e incluso fragmentos de botellas… en una arena concebida para que los niños hagan castillos.
Y no es cuestión de echarle la culpa a los adolescentes que lo usan para hacer botellón de madrugada. Lo peor es que muchas veces toda esa mierda la están lanzando otros abuelos o padres recientes delante de tus narices y a plena luz del día.
Se sientan en el banco, sueltan a sus propios niños, sacan el cigarro, la bolsa de pipas o la merienda y cuando acaban, lo lanzan al suelo. Algunos lo entierran con el pie, como si eso arreglara algo.
Va a ser cuestión de inventarnos los superhéroes de barrio para que pateen el culo de toda esa gente que no piensa más allá de sus necesidades.
Buenos días,
La verdad es que es un gusto verlos jugar con la arena. Mi niño, al que le faltan días para cumplir el año, acaba de entrar en contacto con la arena de la playa, y le gusta jugar con su cubito y su pala. Ahora, aquello de gatear por la arena, es algo demasié, se le quedan las piedrecitas pegadas y se queda en el primer paso mirándose la palma de las manos.
Se acostumbrará.
Por cierto, preciosos tus niños.
18 junio 2010 | 10:11
A mi hija la arena también le da un poco de asco… Ahora, con 20 meses, parece no molestrale tanto, pero si se ensucia las manos o los pies, enseguida me mira con carilla de » mama socorro» para que le quite la arena. En cambio, si le ponemos agua al asunto… se vuelve loca!!!
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18 junio 2010 | 10:30
la arena al principio le da asco a todos los niños, algunos incluso lloran porque no quieren ni tocarla, pero luego les encanta y lloran porque no quieren dejar de jugar con ella. Asi pasa con otras muchas cosas con los niños…
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18 junio 2010 | 10:44
Sí, la arena es algo que normalmente les encanta, sobre todo a los más pequeños. Mi chica tuvo la misma reacción que el de MR, cuando vió la arena por primera vez en la playa, con trece meses, le daba un asco!! Pero al segundo día, hasta se la metía en la boca, (eso me temo que es otra cosa muy común, jejeje).
En cuanto al poco cuidado de algunos/as, pues sí, es para patearles en culo como poco.
18 junio 2010 | 12:43
No veo la necesidad de que les tenga que gustar la arena por narices y plantársela hasta en casa. Si no juegan con la arena pues no se les lleva a esas pocilgas de areneros a las que no veo el sentido y la grima me la da a mí al verlos rebozados hasta los pelos. Eso de que los perros no pasan…en muchos casos sí, yo no digo que la culpa la tenga el animal, sino los dueños, pero, desafortunadamente yo lo he visto y he llamado la atención, lo mismo que cuando veo que alguien tira porquerías al suelo, en parques de niños y dónde sea, si la gente no tiene educación habrá que decírselo, que las ciudades no se pueden deteriorar por cuatro puercos, que luego es muy fácil echar la culpa a los ayuntamientos por no limpiar, no, lo que hay que procurar es no ensuciar, que hay algunos que necesitarían a otro que fuese detrás quitándele todas sus porquerías.
18 junio 2010 | 13:17
Pues los míos no pueden jugar en el arenero que hay en el parque infantil porque es utilizado por propietarios de perros sin escrúpulos que los llenan de excrementos caninos, así que los llevo a la playa a que se diviertan. De todas formas, incluso aquí tenemos que andar con mil ojos a cuenta de que hay perros sueltos. A ver cuándo las autoridades toman las medidas oportunas y acaban con esta lacra.
18 junio 2010 | 13:17
En la mayoría de playas no está permitido estar con perros, así que si los ves llama a la policia local. Si son competentes, irán…. otra cosa es que te presten atención.
18 junio 2010 | 14:26
Buenos dias!!
El primer año que fuimos a la playa con mi hija no llegaba al año y se lo pasaba genial jugando con la arena y comiendosela (en cuanto te despistabas)
ahora tiene tres añitos y le sigue encantando jugar con la arena
18 junio 2010 | 14:48
Es muy extraño que a un niño no le guste jugar con la arena, pero no se preocupe cada uno es como es , aunque lo volvamos del revés.
Clica sobre mi nombre
18 junio 2010 | 16:59
Que puerca es la gente, no tienen cuidado por nada…como para despistarse un segundo con los niños pequeños!
18 junio 2010 | 17:07
Las ciudades se han convertido en porquerizas de chuchos, lo primero no son para ellos y, lo segundo, los dueños son unos marranos, todos sin excepción, desde el momento que un perro orina en la calle eso ya es una guarrada.
Me río yo de la modita de ahora que van todos con la bolsita negra atada a la correa, de adorno y para quedar de civilizados porque la inmensa mayoría no la utilizan. Los perros no deben estar en parques de niños, ni en aceras, ni en zonas vecinales comunes, ni en playas, ni atados a sillas de terrazas de verano, ni en ninguna parte que no sea el ancho campo. Son un verdadero incordio para todos y un nido de infecciones y asquerosidad, es muy lícito que un chucho te dé asco y eso también hay que respetarlo, yo no tengo por qué permitir que un perro me olisqueé, ni que se me ponga de patas porque, según el dueño, quiere jugar, pues que juegue con él, que no no lo he pedido, no tengo por qué sentarme en un banco del parque dónde un animal de estos haya rebozado su hocico, y mi hijo no tiene por qué jugar en un parque, tropezar y poner las manos o la boquita dónde ha meado un perro chinchoso o dónde ha echado sus babas. Y ningún pulgoso de estos le tiene por qué amargar el paseo ladrándole, asustándole o merodeándole.
18 junio 2010 | 22:00
A mis hijos por desgracia no les puedo dejar jugar con la arena. Me da mucha pena pero es que en los areneros de los parques de aquí los dueños de los perros los dejan de hacer sus necesidades e imaginad lo que puede contraer una criatura si se le ocurre llevar las manitas a los ojos o la boca. si les increpas a los dueños de los animales te ponen perdida como si ellos llevasen la razón. El españolito medio es un guarro por naturaleza.
19 junio 2010 | 07:22
Madre mia! yo a la arena de los parques no dejo que se acerque mi perro menos aún mi hijo!
http://www.aprendefengshui.com/que-es-la-energia-vital/
20 junio 2010 | 12:47
muy buen post ,jugar con la arena es sinónimo de ir a la playa, y para ir hay que estar bien depilada sino…corremos el riesgo de que los hombres salgan corriendo para mi la depilacion permanente es la mejor, ya que te la haces unas cuantas veces y te olvidas, la lástima es que hubiera tan poca info…aunque gracias a páginas como esta hay mas luz!!!
Gloria
20 junio 2010 | 21:07