Dicen que la adolescencia es la etapa en que uno deja de hacer preguntas y empieza a dudar de las respuestas

Archivo de marzo, 2008

Me dormí en el debate

Zapatero gana tres asaltos y Rajoy dos (20 minutos), Zapatero tumba a Rajoy (El País), Rajoy resiste un debate que Zapatero intentó convertir en una bronca (ABC), Rajoy no pasa el examen (Público). Son los titulares de los periódicos de hoy sobre el debate.

No fui capaz de verlo entero. «Te dormiste a la mitad», me ha echado en cara mi hijo esta mañana, «y eso después de dejarnos sin poder ver otra cosa por el rollo ese».

La verdad es que a mi el debate también me pareció un rollo. Supongo que por eso fui incapaz de mantener los ojos abiertos y caí rendida en el sofá. Vi el primer debate entero y ayer, hasta donde aguanté despierta, me pareció volver a escuchar lo mismo (idénticos argumentos sobre el terrorismo, los mismos reproches entre uno y otro, continuas vueltas al pasado…). Abrí los ojos un par de veces, y allí seguían discutiendo sobre quién mentía de los dos con la dichosa primera pregunta que Rajoy hizo a Zapatero en el Congreso… soporíferos… Me recordaron a mis hijos cuando no dejan de meterse el uno con el otro para no llegar a ninguna conclusión y acabar cada uno por un lado… En ese momento decidí irme a la cama.

Esta mañana, me ha tocado soportar las críticas adolescentes, tan machaconas como las de los políticos: «Ya sabías que iba a ser un coñazo, no digas que no», decía uno; «Si ya sabes a quién vas a votar, no sé qué tenías que ver a estas alturas», apuntaba el otro. Los dos estaban de acuerdo en que hubiéramos pasado un rato mucho más divertido con cualquier otra cosa en la tele: Al pie de la letra en Antena 3 o una peli en DVD. Y tienen toda la razón.

¿Viviré más que mis hijos?

Somos la primera generación que podría vivir más que sus hijos. Eso indica al menos un estudio que ha elaborado la Fundación La Caixa, y del que puedes conocer más detalles en este artículo de 20 minutos.

Ahora que nos estamos acostumbrando a ver cada vez más ancianos que superan los 100 años con buena salud, a mujeres de 70 tan ágiles que aparentan cincuentaytantos, o a treintañeras que podrían pasar por estudiantes, resulta que las nuevas generaciones pueden romper con todo eso y que nuestros hijos podrían tener, por primera vez en la historia, una esperanza de vida menor que la nuestra.

Lo más grave es que las causas de este gran cambio de tendencia son fácilmente evitables. El estudio habla de mala alimentación (con exceso de bollería industrial, embutidos y refrescos), sedentarismo y hábitos de vida poco saludables que han disparado la obesidad infantil y algunas enfermedades relacionadas con la alimentación, como la bulimia o la anorexia.

El 15% de los niños españoles son obesos, y están en el tercer lugar de un podio que lideran los estadounidenses (30%) y que sitúa a los británicos en el segundo puesto. Esos datos indican que en España hay ya una media de dos chavales obesos en cada clase de primaria o secundaria, algo que hasta ahora no estábamos acostumbrados a ver, que provoca muchos problemas de salud a quien lo padece y que podría evitarse con una alimentación sana y ejercicio físico desde la infancia. Acabo de preguntarles a mis hijos y, efectivamente, en sus respectivas clases se cumple la media de obesidad.

Confío en que los niños y adolescentes actuales puedan vivir tantos años o más que nosotros, y que sus hijos y sus nietos mantengan esa tendencia. Sólo hace falta que les demos una alimentación sana, que evitemos su sedentarismo y que les animemos a hacer deporte o lo hagamos con ellos. No es tan difícil.

«A ti te ha dejao el churri»

Tabletas de chocolate negro, con leche y almendras, con cacahuetes o pasas, bombones, galletas o pan de leche con chocolate… Llevo tres o cuatro días comiendo chocolate sin parar. No puedo evitarlo, llego a casa y me voy directa a por una tableta o unas galletas Príncipe, lo primero que pillo.

_¿Cuánto chocolate comes, no? me dijo ayer mi hijo pequeño.

Su reproche me hizo caer en la cuenta de que, efectivamente, llevo unos días sin dejar de darme atracones chocolateros.

_A ti te ha dejao el churri, no digas que no…

_¿Qué dices?

_Todas las pibas que conozco se hartan de chocolate cuando las deja el novio. No falla.

No pude evitar reírme con su ocurrencia.

-¿Ah, sí? ¿todas hacen eso? ¿y vosotros no?

_Qué va, yo me lo como porque me encanta, no para consolarme como vosotras.

Vaya, el chocolate como premio de consolación. La verdad es que ni tengo churri ni, por tanto, «me ha dejao» nadie. Pero creo que tiene razón en eso de que las mujeres tenemos una curiosa tendencia a atiborrarnos de chocolate cuando tenemos un problema, estamos estresadas o deprimidas, haya o no churri por medio. Estoy dándole vueltas a la cabeza a ver si descubro cuál es mi problema, ahora que he caído en la cuenta de que tengo uno. Voy a por una chocolatina, creo que me va a hacer falta.