José Ángel Esteban. Señales de los rincones de la cultura. Y, por supuesto, hechos reales.

Entradas etiquetadas como ‘james webb’

Carreras de cine

Nunca me hubiera llamado la atención el senador James Webb, pese a sus botas y su mayoría democrata en la cámara alta estadounidense, si no fuera, además, guionista de cine. Sí señor, el hombre que ha ganado en Virginia, demócrata ahora y antes reaganiano,el veterano de Vietnam que no es precisamente un izquierdista (hay que imaginar como sería su contrincante, George Allen) que detesta los mecanismos de Bush en Irak, pero sin poner en duda el militarismo norteamericano, tiene carrera en el cine.

Las botas con la ha hecho campaña son la de su hijo, destinado en Irak, y su hijo en la fantasía también está en la película que ha escrito: se llama Whiskey River y cuenta el empeño de un padre que decide secuestrar a su hijo después de que éste, herido en Irak, sea llamado de nuevo al frente sin curarse de sus heridas. Webb fue secretario de Marina con Reagan y ya le había dado tiempo a escribir el argumento de otra película, Reglas de compromiso, otro drama militar y militarista, firmado por William Friedkin. Lo que le gustan los uniformes. La de ahora la dirige Rob Reiner, este sí conspicuo demócrata, agitador del mundo hollywoodense y, con el tiempo, político profesional según sus propios deseos. Y, además, excelente director de cine… hace años, cuando firmó, por ejemplo, La princesa prometida (Soy Iñigo Montoya, tu mataste a mi padre, prepárate para morir) Misery, Cuando Harry encontró a Sally o, vale, Algunos hombres buenos. Y, por supuesto, Stand By me, palabras mayores para una película pequeña, pero magnífica, una excelente historia de crecimiento y madurez imaginada por el mejor Stephen King.

Y aquí llegamos, porque todo esto viene de ver una foto de Corey Feldman, uno de los niños de aquella fantástica historia de hace 20 años, que ahora vuelve para protagonizar El Cumpleaños, o mejor The Birthay, según ha decidido su director, el debutante Eugenio Mira. Se ha estrenado casi en secreto — no, en secreto– en un par de cines, en Madrid y Barcelona, después de esperar dos años. The Birthay es, parece, una fantasìa de terror sobre los años ochenta y por eso nada mejor que aquel que fue goonie, estuvo con los gremlins y se paseó por los paisajes de King. Me ha dado poco tiempo para ir verla, entre el delirio sublime y el ridículo, según cuentan, pero me ha rebotado a recordar aquella casa en el bosque, aquel cadáver, la vía del tren. Corey Feldman ha vuelto después de haber tocado fondo, en una carrera hacia el vacío, niño prodigio, estrella infantil explotada por sus padres, adicto a la heroína, relleno de repartos, fijo de los reality shows y ahora un padre de familia que nunca debió quitarse las gafas.

•••

Imsomnio. Demasiado trabajo hirviendo en la cabeza. Demasiadas pruebas constantemente y, además, como dice JG, en el vacío, teniendo que demostrar cada día que el futuro es posible, que hay que inventariarlo. Delante de la televisión, de madrugada, me sacuden con fantasías de pesadilla: mundos uniformes, estandarizados, automatizados, trabajadores en serie, campos de petróleo convertidos en desiertos maquinizados, ideas que son robadas por estrellas decadentes: futuro retorcido y negro. Joder. Es Metrópolis y no contento con verlo, lo rastreo.

Delante de la televisión, de madrugada, me sacuden con un poema de Luis Felipe Comendador, del que no había oído.

La mediocridad inalcanzable

Porque la casa a veces tiene ese olor a nevera apagada
y la calle se tiende sin pisarla siquiera,
porque te pones siempre
los peores vestidos para comer conmigo en la cocina
y ha perdido el pudor la ropa íntima
convirtiendo su magia en esos trapos que utilizas
para limpiar el polvo de los muebles,
porque ya sólo vamos al cine como al jardín de infancia
y todo se resuelve en palomitas
y visitas constantes al servicio cargados con los niños,
porque el amor perdió ya su liturgia
y el azar,
porque hay ropa tendida y empezará a llover
si Dios no lo remedia,
porque se acaba el tiempo de los padres
y Magdalena anda desorientada
sin saber dónde puso la llave, el bolso, la pulsera…;
porque el pan se recoge siempre a la una en punto
y hay que hacer acopio semanal de congelados,
porque los hijos crecen,
porque París espera,
porque hay que trabajar…

… a veces me parece
que ni la mediocridad está a mi alcance.