José Ángel Esteban. Señales de los rincones de la cultura. Y, por supuesto, hechos reales.

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Cosas que se hacen por dinero y cosas que no

1. En Arizona, mientras elegían senador y representantes, también los electores fueron convocados para aprobar una propuesta: sortear un millón de dólares entre los que votantes. Cada voto una papeleta y entre todas las papeletas un millón para la elegida. La idea quería combatir el mal de la democracia: el olvido, la displicencia, la ignorancia, la abstención. Obviamente, no fue aprobada. Los que votan se toman en serio, en conciencia, el rito y no necesitan el millón para votar. A los que no votan, les sobra el dinero, o su falta de empatía es más cara. Aunque no se haya aprobado ya sabemos el mítico valor del voto: un millón.

2. Para ganar una elecciones hay que salir mucho en los periódicos, en los carteles, en la televisión, en internet. Cuesta mucho conseguir cada voto. Hay que patearse los barrios, los portales, invadir los teléfonos móviles, controlar los medios, tener un partido, una red, una página web. Para todo eso hace falta dinero. Uno de los mejores métodos es tener razón y voluntad. Para eso no es imprescindible el dinero. Eden Pastora, el mítico comandante cero, el sandinista puro que llegó a Managua en la revolución de 1979, aventurero, personaje ya más que individuo, también se quiso presentar a las elecciones de la última semana. Lejos, por supuesto, del turbio, pragmático y camaleónico Daniel Ortega, y fuera de la renovación transparente del nuevo sandinismo, Pastora no tiene demasido dinero, ni mucha razón, pero mantiene una indomable voluntad. Su partido era él. Y su avioneta. Voló con ella por los campos y los pueblos y con un megáfono pedía el voto desde las alturas. Sacó un puñado, el 0,29 por ciento. No debía tener pilas.

3. Cosas que pasan en los rincones. La chica vio la película sentada en un rincón de la sala y encontró la frase para justificar su historia. La decía el gángster, el viejo socio, el compañero, a otro gangster, a otro socio, a otro compañero, justo antes del disparo final en cualquiera de sus formas. Así que ella antes de cumplir con su oficio la repitió en voz alta:
No es nada personal, sólo negocios.
Y se fue directa al sexo del que la pagaba. Era prostituta. Y era nueva. Al otro le costó más de la cuenta. No sabía que a los clientes no les gusta la verdad.

4. Me han dado un abrazo gratis. En el Paseo del Prado, en Madrid, un chico y una chica y un chico se acercaron y pidieron permiso para abrazarnos. Y nos dieron una pista: era sin ánimo de lucro siguiendo aquí una campaña comenzada lejos. Siguen queriendo cambiar el mundo.

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