José Ángel Esteban. Señales de los rincones de la cultura. Y, por supuesto, hechos reales.

Pasa, claro que pasa

C. ha vuelto de Helsinki triste como si habitara en una película de Aki Kuarismaki (mañana, casi seguro, quiero mirar sus Luces al atardecer: veremos; y necesito que me guste: algo me pasa con la racha de cine de este año).

C. una amiga viajera, afortunada, ha salido a la calle todos los días en Finlandia a mirar, además de todo lo que tenía que ver, a sus habitantes, todos con la boca abierta y las ideas aceleradas en en el centro de la frente, preguntándole al cielo, preguntándose. Ha sudado.

No me extraña. En Enero, la temperatura máxima del Ártico fue 12, 6 grados superior a la media de la isla de Spitsbergen, muy cercana al polo Norte, pero bendecida por corrientes cálidas en un paisaje polar. Bastante más abajo, también cosas raras, muy raras: en Niger, las lluvias más ceñudas desde 1923 anegaron tierras y pueblos y obligaron a más de 60.000 personas a un desplazarse. Al oeste, en Canada, ha llovido este mes más del doble que la media de otros años. En Sydney, mientras, cuentan las rayitas del mercurio en el termómetro: 44, 2 grados para recibir el año: nunca habían hecho falta tantas. En Estados Unidos se han quemado 38.000 kilómetros cuadrados de bosques y en la costa atlántica las inundaciones. Mientras en Viena se balanceaba el Danubio azul, el otro, el de estos tiempos, se desbordaba en Hungría, en Rumanía y en Serbia.

Todo está en los periódicos, en La Vanguardia de este domingo, por ejemplo. Y cada día en la calle: los geranios del vecino están el flor, los osos necesitan guarderías, las estaciones de esquí tienen telarañas y el petróleo baja porque hay poco que calentar, menos que enfriar.

Hasta los negacionistas están en crisis. Después de años y años de tachar como ciencia basura cualquier conclusión científica que dirigiera la diana del cambio climático a las raíces energéticas del problema -la otra es ciencia responsable, por supuesto- Exxon, petrolera y cien cosas más, experta en financiar el escepticismo científico que, de paso, consolida sus enormes intereses –el negocio de la negación, muy recomendable texto de la revista FP– ha rebajado las subvenciones, las ayudas y los regalos a los que defendían lo que ya es, definitivamente, indefendible: que no pasa nada.

Pasa. Estoy sudando. Y sólo espero que pronto dediquemos el número necesario de horas, de imágenes y de kilómetros cuadrados de periódicos, y de manifestaciones, claro, a lo que se nos viene encima.

Happy Feet , una película infantil con tecnología de animación desbordante, pingüinos danzarines, búsqueda de la identidad y defensa de la biodiversidad, una espléndida banda sonora, un socavón de ritmo en el centro y un final largo y retorcido, está dirigida por George Miller, el hombre que se inventó la saga de Mad Max, aquella lucha sin cuartel por el agua y la supervivencia.

3 comentarios

  1. Dice ser Soledad

    Curioso será ver, cómo todos los terrenos recalificados ilegalmente con construcciones de megachalets , macrohoteles y con chiringuito a la orillita del mar desaparecen por la subida del nivel del mar, ¡si es que no se puede ser tan ansioso!.Los pingüinos de Happy Feet, bailarán claqué en el parqué que es el medio natural de ese baile y no el Polo Norte, allí los pies no suenan. Por cierto, ¡la mejor película que he visto desde Nemo!¡anda que no contiene mensajes aprovechables!

    30 noviembre -0001 | 0:00

  2. Dice ser MM

    Claro que pasa,.y mucho.Es una verdad incómoda:http://www.elpais.com/articulo/cataluna/verdad/incomoda/apremia/e…Muchos lo niegan: un grupo de científicos de los Estados Unidos y el Reino Unido declararon que lo que se sabe sobre el cambio climático, no ha sido probado. Con estos y otros argumentos, multinacionales energéticas y petroleras, las que más contaminan nuestro entorno, se niegan a ver la realidad, rechazando tratados como Kyoto y Montreal.El dinero puede acallar voluntades? (Recordar que Estados Unidos, rechazó el Protocolo de Kyoto sobre la reducción de emisiones de gases que causan el efecto invernadero, y ahora no quiere ni oír hablar de una prolongación de los compromisos de ese tratado tras su caducidad en 2012.)La naturaleza está hablando, y aún muchos oyen lo que quieren. Y todo, efectivamente pasará factura.Por cierto, genial Happy feet…a pesar de ese final largo y…»retorcido» como dices Jaes, jaja, siempre pones la guinda semiamarga en tus críticas.Saludos

    30 noviembre -0001 | 0:00

  3. Dice ser JoseCordoba

    Lo del cambio climático es ya un hecho. Lo importante es saber si se puede detener y si es reversible.La naturaleza nos pasa factura a tanta barbarie cometida durante estos años.Nos creemos que a nosotros nunca nos va a tocar y a veces si nos toca.Saludos

    15 enero 2007 | 14:31

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