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¿Amar es cuidar?

Cuando hablamos de sentirnos amados por nuestra pareja ¿de qué hablamos?

Si somos sinceros, hablamos de sentir el cariño, la complicidad y el cuidado del otro. Y todo es importante, pero el cuidado lo es más, ya que no sentir esa preocupación hacia nosotros, nos pone rápidamente en alerta de que algo anda realmente mal. Porque la verdad es que amar es cuidar.

Cinco cuidados que debemos fomentar para que nuestra relación de pareja funcione

– Cuidar a la pareja físicamente. Si vemos que la persona adquiere hábitos poco saludables debemos comentarlo y ayudarle a que los deje. No esperemos a que reaccione con el tiempo o lo dejemos pasar por no discutir con ella.

– Cuidar de que los intereses comunes se mantengan y crezcan. Cuando decidimos vivir en pareja es bueno compartir el máximo tiempo con ella, disfrutando de cada momento.

– Cuidar el diálogo y la comunicación. En las discusiones, no faltar el respeto, dialogar sobre cuestiones en las que no estamos de acuerdo, llegar a compromisos y no imponer nuestros puntos de vista porque sí. Además, conviene que expresemos nuestros sentimientos y emociones sin dar por supuesto que el otro los siente o ve, porque la mayoría de las veces no es así.

– Cuidar los detalles. Conocemos a nuestra pareja y sabemos esas pequeñas cosas que le hacen ilusión. Tengamos también en cuenta las cosas que le molestan. A pesar de que nosotros no demos tanta importancia al mismo asunto, cuidemos, respetemos y valoremos lo que al otro le afecta.

– Cuidar la propia intimidad de la persona. Tener una pareja no es compartir todo, en todos los espacios y con todas las personas. Debemos cuidar nuestra intimidad y respetar la intimidad del otro.

(GTRES)

También podemos reflexionar sobre las causas que nos pueden llevan a descuidar el amor y aquí presentamos algunos ejemplos:

– Dar por sentado que la persona que nos ama lo hará para siempre, es decir, pensamos que ya no debemos demostrar el amor para recibirlo. Y no es así, porque hay que alimentar la relación diariamente, con los hechos y con las palabras

Exceso de problemas personales que nos centran en nosotros mismos, descuidando al que tenemos al lado. Es bueno compartir nuestras preocupaciones, pero también saber dejarlas de lado en un momento determinado.

La expectativa puesta en la pareja. Puede que esperemos que nos dé más de lo que realmente puede y siempre nos sintamos descuidados, exigiendo actitudes que a la otra persona no le salen o que las considera excesivas. Comprendamos que cada uno tiene su forma de amar y construir el propio lenguaje del amor en pareja.

Si nos sentimos descuidados, debemos expresar abiertamente lo que pensamos y sentimos de la relación. Y si no se puede cambiar porque el otro no lo entiende y no quiere pedir ayuda profesional, entonces igual la pareja elegida no es la adecuada.

Se suele decir que no hay amores eternos sino ¡amores bien cuidados!

Propósito para el nuevo año: mejorar mi relación de pareja

Si nos proponemos para este nuevo año mejorar nuestra relación de pareja, bien porque ha entrado en una monotonía o porque simplemente creemos que podemos crecer como pareja, sigamos los siguientes consejos:

1.- Tener un equilibrio entre dar y recibir. Hagamos evaluación de lo que realmente esperamos de nuestra pareja y si lo que recibimos es escaso o lo supera con creces. Si nos muestra sus sentimientos y emociones, si tiene detalles con nosotros, si notamos su preocupación e implicación con nuestros deseos y objetivos, debemos valorar si nosotros también lo hacemos en la misma medida. La clave es que ningún miembro de la pareja sienta que da más de lo que recibe.
2.- Mantener un espacio personal donde disfrutemos de nuestros hobbies o actividades placenteras. Tener una pareja no significa que debamos compartir absolutamente cada minuto de nuestra existencia. Debemos respetar y valorar la individualidad del otro. Aunque nuestros objetivos como pareja deben ser los mismos y nuestro estilo de vida totalmente compatible, no tenemos por qué compartir gustos o aficiones. Es más, podemos disfrutarlos a la vez, pero cada uno por su cuenta. El volvernos a encontrar en un punto en común donde dialogar sobre ello y valorar la ilusión de la otra persona e, incluso, animarla en su dedicación, es algo que equilibra a la pareja.
3.- Volver a emocionarse con el otro. Igual hace tiempo que no nos reímos juntos, que no disfrutamos de una agradable velada, que hemos perdido tiempo de intimidad. El inicio del año es un buen momento para evaluar si hemos vivido más momentos negativos que positivos, si nos hemos emocionado, reído y sentido más con otras personas que con nuestra pareja, si hemos deseado estar a solas con ella más veces de las que hemos estado o no. Hay que reencontrarse con el otro. Hay que ser uno mismo de nuevo, pero en pareja. Hay que intensificar esa llama del amor y de la pasión. Si el balance da negativo, hay que buscar momentos y realizar actividades donde de nuevo el mundo se centre en los dos.

(GTRES)

4.- Evaluar nuestra emoción más presente en nuestra vida. Si llevamos un año donde la tristeza, la apatía, la falta de motivación ha hecho mucho acto de presencia, debemos pensar que no estamos solos, que el otro lo ha sufrido en silencio y que ha tenido una gran comprensión para no ahondar más en nuestra pena o amargura. Debemos frenar esta situación porque puede que el cansancio aparezca y nuestra relación termine. Debemos analizar la causa y atacar la raíz de esa desesperanza, puede ser algo físico, o un mal trabajo o alguna circunstancia que nos desagrade, pero que debemos llevar a cabo, como cuidar a un familiar. Debemos ver las opciones que tenemos, comunicarlo a nuestra pareja desde el cambio y la confianza y tomar la mejor decisión para que nuestra emoción cambie.
5.- Evaluar cómo hemos estereotipado a nuestra pareja. Por el paso del tiempo tendemos a cosificar al otro. A categorizar con juicios de valor sus actitudes y opiniones. Ya no dejamos que nos sorprenda. Pero puede que con nosotros el otro haya hecho lo mismo y debemos valorar si realmente nos entiende las demandas que realizamos en todos los aspectos de la relación de pareja. Igual es un buen momento para parar, para conversar sinceramente de lo que nos hemos dejado por el camino de la relación y de las circunstancias, para escuchar y comprender a nuestra pareja sin enjuiciar. Igual nos sorprendemos. Desde luego, si nos sinceramos el uno con el otro y nos escuchamos con respeto y empatía, la relación mejorará con creces.
6.- También es bueno que la pareja tenga objetivos a realizar. Tener metas a conseguir en donde ambos pongamos ilusión y tiempo. Los deseos habituales entre las parejas para el nuevo año suelen ser casarse, tener un hijo, comprar una casa o irse a vivir juntos. Sea el que sea, debe ser algo en común donde ambos lo deseen por igual, ya que compartir desde la complicidad y la ilusión fortalece los lazos de la pareja.

Espíritu navideño vs espíritu consumista y su importancia en el desarrollo emocional desde pequeños

Celebrar la Navidad es una tradición de nuestras sociedades occidentales. Las ciudades se iluminan y la realidad de la vida cotidiana deja paso a la magia y a la ilusión. Desde muy pequeños ayudamos a poner el Belén o los adornos de Navidad en el árbol y se nos enseña que en esa época todo parece posible, hasta que nuestro mayor deseo se puede hacer realidad en la noche de los Reyes o de Papa Noel.

Aunque parezca que simplemente es una época distinta o especial, como puede haber otras a lo largo del año, la celebración de la Navidad realmente juega un papel muy importante en el desarrollo en el niño de su identidad de familia y de su pertenencia al grupo familiar.

A través de la celebración de la Navidad en la casa de los abuelos, con tíos y primos, los vínculos familiares se mantienen y refuerzan para el niño de una forma muy positiva. Unirnos con familiares cercanos, que vengan personas que están fuera, compartir el ritual de la comida en unión y ver a todo el clan alrededor de la mesa… Todo esto genera un sentimiento identitario muy fuerte, que conformará nuestra personalidad y reforzará nuestra estabilidad emocional, al sentirnos parte de algo que va más allá de nosotros mismos, con sus propias jerarquías, costumbres y reglas de juego. Su existencia y su falta contribuirá a desarrollar la forma de ver la vida y la personalidad del adulto en que nos convertiremos.

Pero, por desgracia, esta forma de celebrar la Navidad que estamos describiendo, que era algo natural hasta la década de los 80 en España se ha ido perdiendo. Nos estamos convirtiendo en lo que el gran sociólogo Bauman define como sociedad líquida, modernidad líquida o amor líquido, donde las realidades sólidas de nuestros abuelos, como el trabajo o el matrimonio para toda la vida se han desvanecido. En su lugar vivimos un mundo más precario, provisional y siempre ansioso de novedades.

Por eso es momento para reflexionar. Debemos tener cuidado de que el espíritu navideño no se convierta en un espíritu de consumo. Parece que las navidades están quedando reducidas a una época de consumo extra prestando cada vez menos atención al ritual de familia que siempre ha acompañado estas fechas. Hasta las luces navideñas tienen su efecto a la hora de estimular nuestras compras. Como padres evitemos fomentar el consumismo en los niños con acciones como duplicar los regalos en Papa Noel y Reyes. Es una buena idea mantener el regalo especial en una fecha y, si algún familiar regala en otra fecha, que sea como algo complementario, pero manteniendo la mayor ilusión bien en Papa Noel (o El niño Jesús, Olentzero, Tió, etc) o bien en los Reyes Magos.

Cuidado con ese otro espíritu navideño, que parece ser que existe, y que nos incita al consumo. Según un estudio publicado por BMJ (British Medical Journal) en ‘Neuroscience news’… ese sentimiento es real, está localizado en el cerebro humano y provoca sensaciones de alegría, euforia y nostalgia… La combinación de los buenos olores (canela y brandy son los que más funcionan), colores como el rojo (de ahí Papa Noel), y el oro, y la música (villancicos) incitan a comprar.

A la mayoría de las personas (no a todas) se les activan cinco áreas del cerebro con la Navidad. Los más ‘afectados’ son los lóbulos parietales izquierdo y derecho, porque están muy conectados a emociones alegres y al comportamiento agradable compartido con los seres queridos. Porque esa es otra de las claves. La satisfacción de comprar en Navidad no es comparable a otra época, el pico del placer se produce a la hora de ¡pagar! Lo peor es lo que dura: una vez comprado el bien, el efecto de la recompensa solo permanece 40 segundos.

(Couleur / Pixabay)

Por ello, queridos lectores, disfrutemos de la Navidad con ilusión y transcendencia y que su espíritu mágico nos acompañe el resto del año.

¿Navidad en tu casa y Año Nuevo en la mía? Pautas para evitar el estrés familiar en estos días

Bueno, ¿este año, cómo nos vamos a repartir?, ¿Comemos en Navidad con mi familia y cenamos en Nochevieja con la tuya?

A la mayoría de vosotros esta conversación os resultará muy, pero que muy familiar. Para muchas parejas las Navidades son una época de estrés emocional importante. Hay personas que hasta llegan a enfermar pensando en esas abundantes comidas seguidas de interminables horas sentados en una silla hablado de… la nada. Este post no está dirigido a parejas que disfrutan de estos intensos momentos familiares, sino a los que huyen durante el año de ellos o a los que acuden por obligación.

¿Cómo podemos afrontar la situación para pasarlo lo mejor posible?

Hablemos

Puede darse el caso por multitud de circunstancias de que los dos miembros de la pareja vivan las reuniones navideñas de forma distinta, pero que las situaciones estén equilibradas. Por ejemplo, no les importa reunirse con sus familias, pero sí con las del otro. ¿Qué podemos hacer?: hablarlo sin miedos. Debemos pensar que nuestra pareja nos admite y se enamoró de nosotros y nuestras circunstancias, pero no de nuestra familia. No tiene por qué quererla, pero sí respetarla. En este caso se pueden tomar distintas opciones: se pueden dividir los días como ya hemos planteado o puede ir cada uno con su familia.

Pactemos

Si, finalmente, decidimos acudir a la velada familiar por el otro y sin ganas, o sabemos que nuestra pareja lo va a hacer solamente por ceder, debemos pactar el comportamiento. Por ejemplo, “si alguien dice esto qué hacemos…, si se meten con lo otro qué decimos…”, debemos cuidar nuestra relación en ese momento, ya que es algo que el otro hace por nosotros, así que hay que procurar estar atentos e intentar que esté cómodo.

Pensemos

Tenemos que pensar que cuando decidimos vivir con nuestra pareja construimos una nueva familia independiente de nuestras familias de origen. Eso puede conllevar una ruptura física o no, dependiendo de cómo se desarrollen las posteriores relaciones entre los miembros, pero lo que debe de haber desde el principio es una recolocación de las preferencias emocionales respecto de nuestra familia de origen. Ésta ya no debe ocupar el primer lugar, debemos dar paso a nuestra pareja y a los hijos si los hubiera. Los miembros de la pareja deben crear fuertes lazos afectivos y consensuar siempre los momentos en que uno de ellos involucra al otro en las relaciones de su propio entorno, tanto familiares como de amistad o laborales.

Es importante respetar las decisiones que el otro tome y aceptarlas, aunque pensemos que no está en lo cierto. En el mundo de los sentimientos y las emociones no hay nada escrito ni una regla de oro. Cada uno percibe a los otros a su manera y no tenemos que imponer nuestra propia visión.

Y decidamos

Hay que reconocer el esfuerzo de nuestra pareja en estos eventos, prestarle atención y, si admitimos que lo ha hecho por nosotros o que simplemente son unas fechas que no le gustan, podemos decidir dedicarnos un tiempo a nosotros y aprovechar las vacaciones para celebrar la navidad en familia, pero…de dos.

(Karolina Grabowska / Pixabay)

 

 

 

 

¿De verdad existe el amor para toda la vida?

Hay personas que aman mucho y no son correspondidos, otras aman poco, pero les quieren mucho, otras no conocen el amor, otras se enamoran del amor… En fin, usamos tanto la palabra amor que al final no hay una definición precisa de lo que es y de cómo hay que amar.

Se han intentado varias taxonomías del amor, la más completa es la que nos habla del amor romántico, que combina intimidad y pasión; el apasionado, que también se conoce como amor obsesivo o enamoramiento; el fatuo, combinación de pasión y compromiso; el vacío, en el que solo se da el compromiso y está carente de pasión e intimidad; el compañero, mezcla de intimidad y compromiso, pero sin pasión y, finalmente, el rey de todos los amores, el amor completo, que es la combinación de intimidad, pasión y compromiso.

Si observamos las relaciones que nos rodean, veremos que la mayoría de las personas tienen uno de estos tipos de amores y, es más, a veces lo confunden con el amor completo. La costumbre, el compromiso, la presión social, la inexperiencia, hace que las personas no conozcan realmente la compleja transformación que un amor completo produce.

Y esto está en relación con una pregunta que las personas me suelen realizar, ¿tú crees en el amor para toda la vida? Sinceramente, creo que es una excepción.

Desde luego, todos nosotros conocemos personas que han durado con su pareja “toda la vida”, desde la adolescencia hasta la senectud. Pero si les preguntáramos a todas esas parejas si, durante ese tiempo han sentido amor hacia el otro, igual nos asombramos. Muchos nos dirían que el respeto ha abundado o el cariño o, incluso, la costumbre… pero el amor con mayúsculas, igual solo fue durante un tiempo.

Y esto no nos tiene que extrañar, ya que las personas maduramos, vamos pasando por distintas fases, conocemos experiencias nuevas y aprendemos. Y del amor se aprende. No es lo mismo la ingenuidad de las primeras relaciones a las elecciones en las últimas. No es lo mismo aprender a amar que reconocer el amor. Y nosotros debemos tener un amor en nuestra vida que nos acompañe, nos comprenda, nos apoye y nos realice y, si vamos pasando por distintas etapas, ¿no es lo lógico que nuestra forma de amar también cambie?

 

(Manfred Antranias Zimmer/Pixabay)

Cómo rehacer nuestra vida sentimental después de enviudar

Hay varias cuestiones que suelen preocupar a las personas que han perdido a su pareja y desean rehacer su vida amorosa. La primera pregunta que surge y que debemos hacernos es ¿cuándo sabemos que es momento, que estamos preparados para rehacer nuestra vida sentimental, sin sentimiento de culpa o de pensar que estamos traicionando a nuestro amor perdido?

Cuando aceptemos la pérdida, la lloremos, la hagamos consciente y la asumamos. Debemos volver a ser uno y aceptar nuestra nueva situación. Sin el periodo de duelo es casi imposible volver a tener una relación amorosa completa y exitosa. Y en esto…cada persona tiene sus tiempos.

En segundo lugar, hay un interrogante que preocupa a las personas que deciden dar el paso de volverlo a intentar: ¿y si no es aceptada socialmente mi nueva situación?

Para volver a tener una pareja debemos estar preparados y ser fuertes. A veces, si es reciente el duelo o dependiendo del papel que nuestra pareja ha ejercido socialmente, es posible que el viudo o viuda sea objeto de críticas. Y qué decir de las familias, que pueden ser nuestros peores enemigos a la hora de rehacer nuestra vida sentimental, por ejemplo, en el caso de hijos mayores o la familia política.

(GTRES)

La tercera gran cuestión es ¿sentiré lo mismo?

Cuando alguien viudo se plantea volver a enamorarse, sobre todo al principio, tiende a comparar a los nuevos candidatos con la persona fallecida. Así es casi imposible volverse a enamorar, porque normalmente tendemos a idealizar la relación pasada y, consecuentemente, ninguna persona supera un listón tan alto.

También es oportuno quitar, guardar o tirar las cosas materiales de la persona fallecida. Nuestra casa no debe ser un mausoleo, debemos construir un nuevo hogar con la nueva persona y debemos empezar de cero con ella.

En su momento nos enamoramos de alguien que formó parte de nuestra vida, de un periodo importante, con luces y sombras (aunque tendemos a idealizar esa relación) y que puede habernos dado una familia, por lo que estará presente a lo largo de nuestra existencia y le veremos reflejado en nuestros hijos y ellos nos lo recordarán. No obstante, esa persona, aunque la sentimos dentro de nosotros, la debemos cobijar en un lugar determinado de nuestro corazón. Durante un tiempo, nuestra felicidad estuvo unida a una persona que, aunque ausente, sigue presente en nuestra intimidad, pero que en ningún caso debe ser obstáculo para un nuevo amor tan inmenso y completo como el que vivimos.

 

Las segundas parejas, una oportunidad para ser felices

Aunque en nuestro país las separaciones y divorcios se hayan detenido durante la pandemia, es un hecho que el mayor porcentaje de rupturas se produce en los primeros matrimonios o convivencias. Pero, lo que ningún cuento de princesas nos narra es que a veces, muchas veces… ni fueron felices, ni comieron perdices. Porque el primer vínculo amoroso romántico que establecemos en estas primeras veces es el ensayo, más bien error, de lo que realmente queremos que entre y permanezca en nuestra vida.

Y esto lo digo porque las segundas o posteriores uniones, da igual la forma que adopten (casarse o cohabitar o como novios eternos), nos hacen felices, nos complacen y nos completan como personas. Y esto suele ser debido a que:

  1. Llegamos a esas relaciones con más madurez emocional y experiencia amorosa. En la primera pareja normalmente partimos ambos del mismo nivel y tenemos todo por construir. Podríamos decir que iniciamos una unión idealizada, con mucha ilusión, expectativa, entrega y confianza en el otro y en un futuro feliz que esperamos juntos. Pero es una época de muchos cambios y decisiones, donde la pareja puede madurar de distinta manera llegando a encontrarse, de repente, conviviendo con un extraño. En las segundas uniones, sin embargo, no sé si sabemos lo que queremos pero, desde luego, sí lo que no queremos. Conocemos nuestras líneas rojas, esas que ni voy a cruzar ni quiero que crucen y tenemos claras cuáles son nuestras prioridades en pareja.
  2. Partimos de otro nivel social, económico y sexual. En las parejas que se forman en la madurez, la situación económica no suele ser una prioridad porque llegamos a ellas con un nivel profesional y económico consolidado. Y qué decir de nuestra intimidad…, la experiencia adquirida hace que sepamos disfrutar de nuestro cuerpo con conocimiento y placer.

Y, si de nuevo se nos acaba el amor, las rupturas en estas relaciones posteriores no suelen ser ni tan traumáticas ni tan transformadoras de nuestra vida como la primera. Considerémoslas un punto y seguido y no un punto y aparte.

(GTRES)

¿De dónde viene el maltrato?

De la cosificación del otro. De no tenerle en cuenta, de desvalorizarle y ningunearle, de disfrutar con su sufrimiento. De no empatizar, de dominar, de no escuchar, ni oír ni ver, de creernos por encima de la persona.

Si pensamos que estamos libres de recibir un maltrato por parte de nuestra pareja, porque eso solo les pasa a los confiados o a los que tienen una situación económica mala, estamos muy equivocados. Desgraciadamente, ocurre en todos los niveles sociales y económicos, en todos los países y culturas, y en todas las épocas.

Solo podremos combatirlo si somos conscientes de la incoherencia existente entre los discursos que oímos desde diversas instituciones, incluso desde ministerios creados ad hoc, y determinados comportamientos en la realidad social y cultural de nuestro país.

Por ejemplo, yo me pregunto la razón por la que hay medios que nos inundan de mensajes sobre la importancia de valorar a la mujer, a la vez que la mayoría de las presentadoras son perfectas; el porqué nos presentan en determinados realities a profesionales del sexo como prototipos de belleza, a pesar de no reconocerles ni su propia madre después de decenas de operaciones estéticas; el porqué de la proliferación de páginas absolutamente sexuales como only fans con acceso libre (como en general toda la pornografía en internet), donde los fans pagan por ver cuerpos de “pseudo famosos” en poses eróticas.

El porqué de las cada vez más abundantes aplicaciones de citas que se autoproclaman “serias”, en las que, en el primer chat, el caballero en cuestión te manda una foto de su miembro, o por qué en programas de citas, pensados supuestamente para encontrar el amor, a la primera de cambio personas que se acaban de conocer se están morreando como si no hubiera un mañana.

Si no actuamos frente a todo esto, si no nos rebelamos contra esta malentendida modernidad y optamos por limitarnos a hacer demagogia, seguiremos cosificando y maltratando a la mujer. La mejor forma de que nos respeten es respetándonos a nosotros mismos (hombres y mujeres).

(GTRES)

Dicen que hay que besar muchos sapos para encontrar al príncipe, pero yo creo que sapos somos todos

Cuando me planteé sobre qué podía escribir en este blog que fuera de interés, tenía claro que iba a versar sobre las relaciones humanas y, más en concreto, sobre las relaciones de pareja. Los sapos también besan va a mostrar en cada post las creencias erróneas, los prejuicios o las razones inconscientes que hacen que elijamos y mantengamos parejas imperfectas, incompletas e incluso tóxicas, que nos hagan abrazar a la soledad como la mejor alternativa de vida.

Del amor se ha escrito de todo -del amor romántico ni digamos- y eso hace que aterricemos en el mundo de las relaciones de pareja con muchas ideas pero pocos hechos y, si los hay, son de lo que otros nos cuentan. Así que aquí estamos, para escribir la novela de amor de nuestra vida. Un viaje en el que debemos tener un planteamiento veraz, sin expectativas sobredimensionadas ni fuegos artificiales, una trama tranquila y equilibrada para llegar a un desenlace maduro y armonioso.

Hay que besar muchos sapos para encontrar al príncipe, o eso dicen…, pero yo creo que sapos somos todos. Cuántas veces por buscar lo imposible o lo que pensamos que es lo adecuado dejamos pasar muchas oportunidades y nos embarcamos en relaciones forzadas o apasionadas…, hasta que se acaban o, directamente, nos destruyen.

El amor en pareja es calma, no pasión, es vivir, no sentir, es respeto y generosidad, es entrega, que no dependencia, es tranquilidad, no inquietud, es equilibrio y compensación. Espero que a través de mis palabras puedas aprender a reconocer la emoción y el sentimiento que debe unirte al otro, e igual te hará plantearte que lo que vives no es amor sino…