Anda el patio diplomático algo revuelto tras el incidente de ayer en la zona mixta de taekwondo, donde la reina Sofía y los príncipes de Asturias fueron expulsados por no llevar la acreditación pertinente para estar en esa zona. A los periodistas que estamos cubriendo la información de los Juegos Olímpicos de Londres, la verdad, es que nos ha sorprendido bien poco.
Los dos voluntarios que hicieron la vida imposible a la familia real solo cumplían normas, eso es cierto, y a rajatabla. La zona mixta es una parcela con varios jardines bien diferenciados: por un lado los medios de comunicación con derechos, televisiones y radios; por otro, aquellos sin derechos. En esta parte solo podemos hablar con los deportistas: si sacamos una cámara o hacemos intención de grabar, el voluntario de turno ya está abroncándote. No tienes derechos y no puedes grabar ni un solo vídeo, por más que simplemente lo quieras como recuerdo. A la segunda que te pillan, te toman los datos. A la tercera…fuera acreditación.
La familia real tenía acreditación, claro, pero no la necesaria para estar allí, y por eso tuvieron que irse. El voluntario, que no sabía quiénes eran, se excedió un poco en sus formas y rigidez pero el problema no fue suyo: alguien de protocolo de la Casa Real y alguien de la organización de los Juegos deberían haber solucionado el problema mucho antes. Se sabía que Nico García estaría en la final de la competición desde las siete de la tarde. Una simple llamada y asunto resuelto.
Hace unos días, el secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, ya las pasó canutas para saludar a la haltera Lidia Valentín, cuarta en su categoría. Y también Usain Bolt se ha quejado amargamente por las mil y una normas que tiene que sufrir en la villa y en las instalaciones olímpicas. «Para recorrer cuatro metros, tengo que dar un rodeo de 100 porque hay normas para todo», dijo el jamaicano.
La situación fue graciosa. Allí iban llegando compañeros para hablar con Nico y de repente, casi chocaban de cara con la princesa Letizia, la reina Sofía y el príncipe Felipe, esperando como todos nosotros, el resto de mortales. Por cierto, el Príncipe está hoy en el piragüismo. Veremos qué pasa.