El debate entre los expertos sobre la crisis inmobiliaria, tras el batacazo bursátil del martes pasado y posteriores sucesos relacionados, se reduce a determinar si todo ello se debe al pinchazo de la «burbuja» creada por la escalada de los precios de la vivienda en España, o simplemente estamos ante un «globo» que se empieza a desinflar. La mayoría parece estar más a favor de lo segundo que de lo primero, y lo cierto es que los datos avalan esa posición más moderada.
Un vistazo rápido a la prensa nos permite constatar que:
. el desplome de las empresas inmobiliarias se ha frenado, aunque Astroc -la estrella de esta crisis- haya perdido un 206% en sólo ocho sesiones.
. los activos de estas empresas (el valor de sus inmuebles en el mercado) duplican ahora su capitalización bursátil.
. el precio de los pisos en España aumenta ahora a un ritmo del 7%, la mitad que hace un año
. el euríbor, el indicador más utilizado para calcular las hipotecas, cerró abril en el 4,253% tras sumar su decimonovena subida consecutiva
. las hipotecas crecen al 11%. Hace un año lo hacían al 26%
. las ventas de viviendas de segunda mano cayeron un 15% el último trimestre de 2006
. los notarios están notando una caída del 30% en las transacciones inmobiliarias
. se empieza a notar un descenso del consumo de cemento
. (…)
Que sea un «globo» y no una «burbuja» debe tranquilizarnos, aunque sólo relativamente. Sus consecuencias quizá serán menos nefastas para nuestra economía, pero acabará perjudicándola de una u otra forma.
Por ejemplo, si todo el mundo admite que en nuestro país se empezaron a construir más de 800.000 viviendas en 2006, y que una tercera parte de ellas se destinan puramente a la inversión especulativa, ¿que pasará cuando esa inversión deje de dar los jugosos frutos de los últimos años? Pues que previsiblemente dejarán de construirse. Y si, como advierte la patronal de la construcción, por cada 100.000 viviendas que se dejan de construir se destruyen 200.000 empleos en el sector, sólo hay que echar cuentas.