José Luis Rodríguez Zapatero ya tiene a su fichaje estrella para las elecciones de 2008: Pedro Solbes. Contra todo pronóstico, el actual vicepresidente económico ha aceptado ser el número 2 del PSOE por Madrid y continuar en su puesto en el caso de que los socialistas obtengar una mayoría que les permita gobernar.
Una jugada maestra que va a limitar considerablemente el margen de maniobra del PP, que había convertido ya a la economía en su estandarte electoral, quizá suponiendo que la más que previsible ausencia de Solbes de las listas generaba una sombra de incertidumbre de la que podía sacar algún un rédito electoral.
La escenificación del sorprendente compromiso de Solbes no podía estar más calculada: Zapatero le invita a seguir en su mítin dominical -«Pedro Solbes nació para esto y es claro que todos queremos que siga en esto»- y al día siguiente él acepta muy gustosamente. Tema zanjado. Si el superministro económico ha puesto o no condiciones para seguir puede ser motivo de debate. Pero parecería increíble que no lo hubiera hecho.
Por lo pronto sabemos que quiere que se reduzca el papel de la Oficina Económica del Gobierno, que asesora directamente a Zapatero, para evitar las sorpresas desagradables que se llevó en el pasado cuando Miguel Sebastián estaba al frente.
Quién no recuerda las incómodas explicaciones que Solbes tuvo que dar en el Congreso por la supuesta operación lanzada por la mencionada oficina para desalojar a Fernando González de la presidencia del BBVA. O las sonadas discrepancias con más de un ministro sobre cómo financiar algunas de las iniciativas gubernamentales.
Si Solbes ha acabado aceptando el reto de ZP, alguna garantía tendrá de que todo eso no se va a volver a repetir.