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2014, año de homenajes y brindis a la salud de la literatura

Por María J. Mateomariajesus_mateo
Qué despiste. Se nos fue el año y al final no hablé de la obra con la que logré volar más alto en 2013. Esa a la que volví y que de nuevo quise retener, palabra por palabra, para reanudarla siempre que quiera con los ojos de mi memoria. La que, repleta de citas no casuales, no se puede explicar y en la que París es lo que debiera ser el mundo: «una bohardilla iluminada en el fondo de una calle negra», un verso de Apollinaire que parece no acabar nunca.
Volví a Rayuela, a esa «llamada al desorden necesario» que señala el «absurdo de los datos idiotas», «la diferencia entre saber y conocer». Y recobré, como siempre, el deseo de «lo insignificante, lo inostentoso, lo perecido». El ansia de que, entre tanta «ciencia inútil», llueva aquí dentro, «de que por fin empiece a llover, a oler a tierra, a cosas vivas, sí, por fin a cosas vivas».
128503Pero me quedé de nuevo sin palabras, de tan verdadera que la sentí, de tan cierto «el falso orden que disimula el caos», la «soledad del hombre junto al hombre» de la que nos habla. Y así he llegado a este intento casi frustrado de expresar la ingravidez que sentí, en esta especie de sequedad, de silencio casi forzoso.
Se nos escapó a Paula (esa otra enamorada de Julio Cortázar) y a mí el pretexto para hablar de la estampa inmortal de Rayuela en el año en que, qué paradoja, cumplió 50 años. Pero no pasa nada porque en 2014 se cumplirá el centenario del nacimiento del autor y volveremos a tener excusa (aunque no la necesitemos) para leer, releer y recordar al creador de la «contranovela».

Leo estos días que la fecha servirá de pretexto para la reedición de muchas de sus obras y la edición de otras en su memoria. Y bendito pretexto, pienso. Porque qué ganas de meterle mano a, entre otras obras, Cortázar de la A a la Z, la biografía visual y autocomentada que en breve publicará Alfaguara.

Voy a quitarme de todas formas por un rato la piel de mitómana (que desconocía tener, no deja uno de sorprenderse) y a recordar, en honor a la verdad, que 2014 no será sólo el año de Cortázar porque se celebrará también el centenario del nacimiento de otros dos grandes de las letras: Octavio Paz y Nicanor Parra. Dos motivos más para encerrarse a cal y canto en una habitación, y leer y leer sin contención ni medida. Por no hablar de los títulos, nuevos y viejos, inscritos en la ficción y no ficción, que saldrán a la luz en los próximos meses, y de los que habrá que seguir hablando en futuras entradas para no hacer que ésta sea interminable.

Por lo pronto, propongo un brindis a la salud de la literatura, a la que, a buen seguro, le espera un provechoso y feliz año.