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Libertad…, ¿sin pan y sin educación?

Por Paula Arenas Martín-Abrilpaula_arenas

Frente al autor de la serie negra protagonizada por Kostas Jaritos, Petros Márkaris (1937), uno siente que nada de lo que hay en él es falso o parte de la promoción. No le importa si las preguntas que le hago son o no de su libro, el autor nacido en Estambul y afincado en Grecia, está indignado.

Y su indignación es tan poderosa y tan de verdad que Márkaris está muy lejos de lo que algunos, no sé si jóvenes o modernos o ambas cosas (¿voy a acabar escribiendo la palabrita?), llaman postureo.

El escritor Petros Márkaris en Madrid (FOTO: JORGE PARÍS)

Petros Márkaris, de visita en Madrid por su novela Pan, educación, libertad  (FOTO: JORGE PARÍS)

«Al final van a tener que salvarnos ustedes de la crisis, porque los jóvenes y los no tan jóvenes, estamos atontados» le digo. Su generación que lo ha vivido todo (no todos, claro, sólo algunos), sabrá cómo… Digo yo.

De hecho es él quien, con mucha habilidad, se ha servido de la novela negra y su popular detective Kostas Jaritos para denunciar lo que está ocurriendo. Así, ha cerrado la Trilogía de la Crisis con Pan, educación, libertad (Tusquets), el lema que usaron los griegos en el 73. 

«Empecé a escribir novela negra a los 50 años» me dice, y no sé si va a reírse o a soltar alguna ironía, «y uno de mis maestros fue Vázquez Montalbán». No se lo digo, pero pienso que seguramente ya habrá quien diga lo mismo citándolo a él como ejemplo. Más con estas tres últimas novelas que, sin ofender, sacude las verdades a la cara del que lee.

«Alemania cree que puede seguir actuando sin escuchar a la gente, y por eso esto va a acabar muy mal», dispara, «Se han olvidado de las personas para hablar de cifras», dispara, «Lós jóvenes no saben cómo luchar porque para ello hay que aprender, y eso es lo que les falta», vuelve a disparar.

Todo lo que dice Márkaris es un titular, y ninguno premeditado o aprendido. El enfado se le ve en el rostro, en los gestos, en las maneras. En ese modo de preguntar retóricamente cómo es posible que estemos todos tan tranquilos mientras nos quedamos en un vacío absoluto.

El vacío que muestra, no como elemento fundamental de la ficción pero sí con la suficiente maestría para que no pase inadvertido, en  Pan, educación, libertad. Historia que, por cierto y esto es aventurar bastante: nos lleva hasta una Grecia que ha vuelto al dracma, una España con peseta y una Italia con lira. Hay asesinato, por supuesto, y hay investigación. Por eso se lee tan bien, porque no tenemos la sensación de que alguien nos adoctrina tras las páginas. Hablando con Márkaris tampoco se tiene tan incómoda sensación. Y eso es lo más complejo: decirlo, denunciarlo, incluso gritarlo, sin querer imponer nada a nadie.