El gigante Polifemo y Ulises

Por Paula Arenas Martín-Abrilpaula_arenas

De niña mi padre inventaba fascinantes historias a las que muchas veces culpo de mi desarraigo a lo que era y sigue siendo la profesión de mi padre: la ciencia. Mi pasión por la literatura nació en aquellos años en los que no sabía leer pero conocía las historias más apasionantes del mundo. Las que me contaba mi padre, el físico que inventaba sin cesar cuentos larguísimos y siempre distintos.

No ha escrito ficción jamás, y sin embargo su capacidad para relatar es tan inmensa, tan mágica, tan atractiva que hasta mi hijo ha llegado. No era la memoria pues la que selectiva y algo mentirosa había agrandado sus dotes. No hay quien le haga la competencia a mi padre cuando empieza a narrar a mi hijo Nicolás de cuatro años, su único nieto, una nueva historia que yo jamás escuché en mi infancia de su boca. La ha creado a su medida.

nicopolifemoEs el libro no escrito del gigante Polifemo y Ulises que lleva una hormiga blanca en la mano. Claro que hay guiños, también en las que me contaba a mí. Sin imágenes, sin dibujos, sin música, sin ruidos, sólo la voz de su abuelo contando con ese tono que tan bien recuerdo aventuras y desventuras de esa pareja que Nicolás jamás olvidará y que le lleva a volar mucho más alto que cualquier atracción de feria.

Serán como mi gatita Miau o el ‘Gordon Flash’ (no se equivocaba, no) o el atrevido Lorenzo Villaverde de uno de mis hermanos. Serán. Serán la prueba de que estamos equivocados cuando creemos que al ser humano han dejado de importarle las historias orales, que prefiere la rapidez de una película o un videojuego.

A sus cuatro años, Nicolás coge de la mano a mi padre, se lo lleva a un lugar apartado y le dice: «Abuelo, ¿me cuentas la historia del gigante Polifemo?» 

 

3 comentarios

  1. Dice ser Elena Pedreña

    Es verdad! Estamos equivocados. Porque,qué fácil es dejar a los niños que vean una película o que jueguen a la consola: ASÍ NO MOLESTAN. Para reflexionar, sin duda, tu post.

    20 octubre 2013 | 22:12

  2. Dice ser Carla

    Que suerte poder disfrutar por segunda vez de tu infancia con tu padre.

    Carla
    http://www.lasbolaschinas.com

    21 octubre 2013 | 07:33

  3. Dice ser La lección.

    En la escuela había goteras de arte pobre y de vez en cuando entraba una corriente de aire por el hueco de un cristal nunca repuesto. Entraba aullando, impaciente, como una furia que venía de lejos con la intención de zarandear los mapas en las paredes.
    El primer maestro era muy doctrinario. Cualquier materia, tratase de batallas, ríos o números, derivaba hacia una asignatura única, la de una historia gloriosa, sucesión de gestas culminada con el triunfo del Caudillo. Ahí había un primer desengaño. El héroe era feo, mohoso. Veíamos en la tele a Elliot Ness o al Virginiano y no digamos ya a Cassius Clay. Incluso Joe, el gordo de Bonanza,nos caía mejor como caudillo. Pero bueno, era lo que había. Ahora tenemos a Cospedal con la mantilla, y gracias a Dios.
    Lo que sí nos gustaba era la retórica del maestro cuando hablaba de España como un imperio “donde nunca se ponía el sol”. Sí señor, ¡ese sí que era un imperio! El sol nos hacía un guiño, nos calentaba las orejas, y por un momento la escuela tenía algo de amable calefactorio.
    Uno de esos días triunfales, el maestro nos preguntó qué queríamos ser de mayores. Hubo un largo silencio, hasta que desde el fondo se escuchó con alegría insurgente el grito de: “¡Emigrantes!”. Los niños del imperio soñaban con emigrar. Sí, nuestro sueño era una maleta de emigrante. A él se le vio por vez primera perplejo. Perturbado. Rumiaba la situación. Había aprendido una lección que desconocía.
    He vuelto a ver esos rostros sorprendidos con el amplio reportaje que The New York Times publicó sobre el hambre en España. La diferencia es que al maestro se le veía abatido. Sin embargo, los locuaces animadores de este Gobierno feo arremetieron indignados contra el mensajero. Suerte para los neoyorquinos. Aquí no han aprendido ninguna lección. Se comen a los periodistas vivos.

    Manuel Rivas. 29 SEP 2012

    21 octubre 2013 | 13:44

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