El Blog sobre la Comunidad Latinoamericana en España

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El voluntariado, una buena forma de entrar en un país

Me lo habían dicho hace tiempo: la mejor manera de conocer un país y a su gente, y una muy buena carta de presentación para futuros empleos, es hacer voluntariado. Para mí lo fue y lo es, parte de mis amigos de España y de los otros países por los que pasé, son amigos del voluntariado.

Yo sé bien que si se está 12 de las 24 horas trabajando es difícil, pero si de casualidad se ha venido a estudiar, si de casualidad se tiene un ratito libre al menos al mes, vale la pena. Hacer voluntariado es una manera de hace amigos nuevos, de conocer gente (que luego, además, pueden dar recomendaciones para posibles trabajos, sobre todo si hacemos voluntariado en algo relacionado con aquello a lo que nos queremos dedicar), de conocer las otras realidades, de ayudar y obviamente de subir el listón de quienes venimos de afuera.

Se puede hacer voluntariado de muchas maneras: en la asociación de vecinos del barrio donde vivimos, en el colegio donde están nuestros hijos, en una ONG (en la página www.hacesfalta.org se pueden encontrar muchas ofertas, incluso en algunas que ayudan en nuestros países de orígenes, si tenemos algo de nostalgia). Otra posibilidad es acercarnos a alguna de las organizaciones que forman la Plataforma de Voluntariado de España, donde nos pueden aconsejar sobre qué hacer y dónde. ¿Manos a la obra?

Alumnos inmigrantes: no somos todos lo mismo

He escuchado mucha gente que dice que no llevará a sus hijos al colegio público porque si se mezclan con inmigrantes les bajará el nivel. Esta conclusión es producto directo de una política errónea de integración por parte del Gobierno. El problema en España es que nunca habían tenido la cantidad de inmigrantes actuales y, a mi parecer, los políticos no han sabido manejarlo. Esto ha provocado que en vez de que las diferencias agreguen valor, se conviertan en segregación y crecimiento de la hostilidad entre unas y otras partes.

Es cierto que muchas personas con diferentes niveles pueden bajar el nivel de todos, pero para solucionar esto hay que aplicar políticas que no segreguen por origen.

Esta semana comenzaron en Vic (Cataluña) las clases específicas para inmigrantes. En la misma clase aparecieron niños con diferentes situaciones. Da lo mismo de dónde vengan y qué situación hayan pasado. Da lo mismo si hablan o no el idioma.

He vivido más de la mitad de mi vida en cinco países distintos y estudiado, primaria, secundaria y universidad, en los cinco: en algunos mi educación era mejor que la otra, incluso en algunas materias mejor y en otras peor. Recuerdo que a unos compañeros chinos se aprendían la gramática del inglés mucho más fácilmente que yo pero luego eran menos creativos para escribir. A mí, que venía de una escuela técnica, me iba mucho mejor en matemáticas y peor en historia (¡sobre todo en historia local!). No creo que esté bien definir a una persona por su nacionalidad, porque la nacionalidad no marca las grandes diferencias que existen incluso en los mismos países, dependiendo de las escuelas.

No es lo mismo un inmigrante que sabe un idioma que uno que no lo sabe, un inmigrante que estudió en su país en una buena escuela que uno que no lo hizo. Es injusto meter a todos los inmigrantes en el mismo saco. En vez de hacer aulas para inmigrantes, de forma tajante, las deficiencias deberían valorarse persona por persona y materia por materia. No me parecería mal, por ejemplo, la experiencia de algunos colegios de Zaragoza donde se toma un examen antes de entrar al colegio: si no se sabe el idioma evidentemente la persona necesita pasar un tiempo aprendiéndolo, incluso aunque pierda un año (al final le vendrá mejor, sabrá bien dos idiomas). Si no sabe nada de historia, debería aprenderla, y si sabe más de matemática igual el tiempo de sobra de una materia podría dedicárselo a otra más floja. No todos los inmigrantes somos iguales ni todos los países de donde venimos tenemos la misma educación.

El asunto es cómo solucionarlo y se puede, pero no están bien las medidas simples y tajantes cuando las variables son muchas y muy diversas.

¿Cómo han solucionado las diferencias los países con alta tasa de inmigración? ¿Cómo lo ha hecho, por ejemplo, la ciudad de Toronto, en Canadá, que tiene al 50% de su población inmigrante? ¿Cómo lo hace Israel, que tiene miles de inmigrantes de todo el mundo cada año (no me meto en temas de sionismo, simplemente en integración educativa de gente que viene de afuera)?

Si ellos pudieron hacerlo aquí también se puede. No estaría mal que algún canadiense o algún israelí relacionado con estos temas venga a España y le de sus ejemplos de buenas prácticas a los políticos españoles. El aprendizaje puede ser muy positivo para todos.

Se busca Ayuntamiento y/o empresa para crear un “Camden Town” español

Hace un tiempo paseando por el parque de Moncloa, en Madrid, me encontré con un grupo de ecuatorianos haciendo una especie de “feria” informal, muy al estilo de las que se ven por las calles de América Latina. Vendían comida hecha en casa y había unos señores cantando y tocando música andina. Un poco más allá, con un grabador, subía el calor de la cumbia mientras las familias compraban de contrabando comida de su país y se iban a hacer un picnic al sol. Obviamente, todo era ilegal, y estaban todos preparados para irse a toda velocidad en cuanto los corriera la policía.

Los vecinos de la zona se quejan porque dicen que quienes están ahí hacen ruido y ensucian. Quienes venden comidas van igual, arriesgándose a que los pesque la policía o que los eche a patadas un vecino, porque es una manera más de obtener un dinerillo a fin de mes.

Claramente, esto debería cambiar. Y podría cambiar, de modo que beneficie a vecinos y a extranjeros. Sin intervención pública más que a fuerza de palos, lo único que se consigue es crear fricciones entre unos y otros: rechazo e incluso odio de los locales y temor, frustraciones y sentimientos de marginalidad entre los extranjeros.

Estos días que pasé en Londres, mientras disfrutaba de una bandeja con comida de Costa de Marfil en un chiringuito del mercado de Camden Town, se me venían a la cabeza los ecuatorianos en el parque de Moncloa. Una parte del Camden Town tiene casetas con comidas del mundo entero, además de artesanías y otras cosas. El lugar está repleto y hay que hacer fila en casi todos los chiringuitos.

Me pregunto porqué en Madrid el Ayuntamiento no aprovecha estos impulsos de “economía informal” para formalizar, legalizar, enseñar y hacer de algo aparentemente negativo algo positivo para todos.

Si bien es cierto que en ciudades ya muy multiculturales como Madrid y Barcelona, una vez o dos por año hay un gran acontecimiento que podría parecerse a esto, me parece raro que a ningún político se le haya ocurrido aun crear, al aire libre, un “Camden Town” a lo español (igual lo hicieron y lo desconozco… yo aun no lo he encontrado).

Se me ocurren muchos lugares de Madrid donde se podría formalizar ese “Camden Town” multicultural español, donde pudiera elegirse y probarse, el mismo día y en el mismo lugar, comida casera y barata de Marruecos, Mauritania, Costa de Marfil, India, Paquistán, Rumania, Ucrania, Ecuador, Argentina, Colombia, México, Chile, Cuba, República Dominicana, Perú, etc, etc… e incluso disfrutar de músicas del mundo.

Tendría que ser un espacio, claro está, bien enmarcado, donde no se moleste a los vecinos, con revisiones y permisos de Sanidad, pagando un alquiler de casetas con limpieza posterior de la zona, un compromiso de participación de quienes están allí en el cuidado del lugar, y con apoyo logístico al microemprendimiento. Y quien dice diversidad del mundo también dice diversidad de España, por supuesto. Es decir que también podría incluirse comida asturiana, catalana, gallega, andaluza, etc, etc…

Imagino que podría ser rentable no sólo para el Estado sino también para algún empresario/a que tenga un espacio para alquilar. Por soñar, se me ocurre que las pequeñas casetas podrían financiarse con microcréditos… ¿Seré demasiado ilusa? ¿Porqué no? Yo, desde luego, sería la primer clienta.

¿Alguien se anima a comenzar?

La iglesia de todos los acentos

En la Iglesia madrileña de San Lorenzo, en una de las paredes de la sacristía, descubrí más de veinte banderas en miniatura colocadas una junto a la otra. El padre de la parroquia ubicada en el barrio de Lavapiés me explicó que corresponden a las nacionalidades de las personas que participan en el coro. Pero este no fue el único ejemplo de multiculturalidad que encontré en esa iglesia. En uno de los retablos se puede apreciar varios íconos religiosos foráneos. Está la Virgen del Cisne, el Divino Niño y la Virgen de Caacupé; la primera talla pertenece a los ecuatorianos, la segunda a los colombianos y la tercera a los paraguayos. No por nada se dice en el barrio que la iglesia es de los inmigrantes.

Pero no es exclusiva de los inmigrantes, al contrario, les cuento de esta iglesia porque es uno de los pocos lugares donde comulgan extranjeros y españoles. He tenido la oportunidad de asistir a varias ceremonias religiosas en este templo y siempre se hace hincapié en el intercambio. A los españoles se les cuentan que hay otros vecinos que se parecen a ellos en la fe y a los extranjeros lo mismo, y a todos se les convoca a las festividades de los santos locales, como el mismísimo San Lorenzo, y a las fiestas de las imágenes importadas, como la de Virgen del Cisne que será el 7 de septiembre.

Bueno todo esto para contarles que el intercambio es posible, que españoles y extranjeros (sobre todo latinoamericanos) tenemos muchos puntos de coincidencia y la religión es uno. El padre que me explicó el porqué de las banderas en miniatura responde al nombre de Juan José Arboli y si lo visitan verán que en su despacho guarda una colección de figuritas que nos demuestran ese intercambio: vemos un nacimiento en el que José, María y Jesús son indígenas guatemaltecos y también vemos a indios peruanos cargando la cruz de Cristo. Está también el Hermano Gregorio de Venezuela, el santo peruano San Martín de Porres y la próxima santa ecuatoriana, Narcisa de Jesús. Todas estas imágenes han sido dejadas por aquellos inmigrantes que llevan su fe inmigrante por el mundo.

¿Y si repoblamos un pueblo abandonado de España?

El otro día venía paseando por las carreteras escondidas entre La Rioja y Madrid y encontré unos pueblos preciosos pero que parecían pueblos fantasmas. Las calles estrechas estaban repletas de casas de piedra y no había una sola planta que proteja del sol del mediodía. Sólo se escuchaba el crujir del viento sobre los montes de hierbas secas. No había una sola persona. Las casas estaban cerradas, una detrás de otra. Todas cerradas. Encontré sólo un bar abierto, junto a la carretera, con dos señores mayores que atendían a los curiosos turistas que entraban, no encontraban nada y se iban, como yo. Más allá, otro pueblo parecido, y más allá, otro…

Luego volví a Madrid y encontré este video:

En España hay muchos de estos pueblos. La gente joven se fue a la ciudad y los viejos mueren dejando todo cerrado. Hay pueblos donde cierran los colegios porque no hay un solo niño para ir a la escuela.

No es algo que pase sólo en España. Pasa en Europa. La población envejece y los inmigrantes somos necesarios para repoblar, trabajar y pagar las pensiones de los que ya han envejecido.

La Unión Europea, que reconoce estas necesidades, lanzó ya hace tiempo el programa Rural In, en España junto con Cruz Roja, especialmente diseñado para la integración de inmigrantes en las zonas rurales.

Aquí un grupo de idealistas que quiere repoblar esos lugares armó una excelente página Web donde ubica todos los pueblos abandonados en el territorio español y qué es lo que se puede hacer en cada lugar. Es una opción ¿no?

Si aprendieramos de los niños…

Valeria tiene 4 años y asiste a una clase con compañeritos inmigrantes. Una parte de la familia de Valeria es argentina y su “novio” de la escuela es africano.

-¿De dónde es tu familia? ¿De dónde viene tu mamá?- le pregunta la maestra.

-¡Africaaaaaaaaa!- responde Valeria con los ojos abiertos de par en par (no está tan errada… Al menos los dos están al sur) ¡Y yo también quiero ir a Africaaaaa!

A su corta edad, Valeria va reconociendo algunas cosas: que su novio tiene la piel más negra y que debe aprender a hacer pis sentada, porque ella tampoco tiene lo que tiene su novio. Ve las diferencias pero no le suponen ningún miedo, sólo simples diferencias.

A esa edad la nacionalidad, el color de piel, el sexo, son sólo curiosidades de la vida. Vivir juntos es para ellos mucho más fácil que entre los adultos.

La convivencia entre niños inmigrantes y españoles se encuentra dentro de parámetros totalmente normales”, responde en la revista Educamadrid, Marina Campos, encargada de un proyecto de integración en escuelas. “Nuestros niños participan además en actividades de ocio y tiempo libre con otros niños, incluso de diferentes lugares de España, en campamentos de verano, en excursiones, en actividades culturales y visitas a lugares de interés, y nunca se han dado circunstancias destacables a tener en cuenta”.

Los niños saben algo que los adultos a veces olvidamos: no importa de dónde vengamos ni qué color tengamos. Las diferencias suman, no restan.

Aquí, un video de la ONG Entreculturas muestra 8 minutos a niños que nos explican cómo ven el mundo.

¿Me traes yerba?… ¡Noooo! ¡Yo no quería marihuana!

Argentina, el país donde nací, es un lugar poblado por millones de hijos, nietos, bisnietos de inmigrantes. Tanto ha sido así que hasta han cambiado la forma de hablar. El «Lunfardo», esa cosa rara que hablamos, es la mezcla de los acentos de españoles, italianos, portugueses… mezclada con quetchua, aimara, lengua mapuche. Todo eso, con el correr de los años, mezclado a su vez con otras nacionalidades latinas, una cuota de anglicismos y palabros raros inventados por las modas.

Aquí, quién sabe, puede pasar algo parecido. Por lo pronto, ya me sorprende descubrir a españoles que han adoptado en su vida cotidiana las palabras «pibe» y «boludo» ¿No lo han escuchado?

Entretanto, vivimos una serie de confusiones (muchisimas más que el conocido «cojer») que nos pueden dejar bastante mal parados o simplemente hacernos reir. Estas son algunas de las conversaciones por las que he pasado:

-¿Fresas con nata?

-Puaj, ¡qué asco! ¡Ni loca!

-¡Nunca lo has probado? ¡Está muy bueno!

(para nosotros la nata es eso que se le hace a la leche cuando se calienta demasiado, y nada más: a la nata de aquí le llamamos «crema»).

-Correte un poquito…

-Qué???

-Que te alejes un poco ¿qué cosa rara dije?

-Ahhh….

(En España «correrse» es tener un orgasmo; para nosotros es «alejarse» o «apartarse» y nada más que eso. Aquí, aunque lo usan, casi no utilizan el «correrse» para «apartarse»)

-¿Tú qué tomas?

-Qué pregunta más rara. Si acabo de pedir un refresco.

-No, de comer.

-De comer no tomo, como.

-¡Ostiaaaaa!

(Para nosotros «tomar» es sinónimo de «beber» y nada más. Es imposible que «tomemos» un plato de pasta, a menos que sea «deconstruido», como le gusta a los chef modernillos)

-¿Cómo se llama tu mamá?

-Conchita

-¿Cómo?

-Conchita

-¡Jajajajajaaaa!

-¿Ehhhhhhh…?

(para nosotros «Conchita» es una vagina chiquitita, aunque aquí hay muchas Conchitas ( esta vez lo uso como «Concepción»), el nombre da para frases con evidente doble sentido)

Probablemente se vean envueltos en este lio de palabras muchos argentinos en España y españoles que nos tengan cerca; y probablemente a otros latinoamericanos les pase algo parecido.

En el caso de Argentina, para solucionarlo, encontré una interesante página Web que es un diccionario argentino-español ¡Buenísimo! Lo recomendo para cualquier migrante argentino, para los latinoamericanos que utilizamos palabras parecidas, y para cualquier español que quiera entendernos un poquito más.

Si tienes problemas con el vecino busca un mediador

A veces hay problemas vecinales. El vecino riega las plantas y el agua que chorrea ensucia nuestra casa, alguien no cuida la escalera que es de todos, alguien no nos permite pasar a ciertos lugares, alguien nos trata mal… O simplemente tenemos miedo de lo que pueda hacernos el vecino «porque mira raro». A veces no nos entendemos con la persona con la que compartimos un espacio común y eso genera cierto malestar que desconocemos de dónde viene.

Para resolver este tipo de problemas existe la «mediación comunitaria«, que en los casos en donde hay diferencias culturales se conoce como «mediación intercultural comunitaria«. Es un servicio gratuito que mucha gente no utiliza únicamente porque lo desconoce.

En municipios como Santa Coloma de Gramenet o Sant Adrià del Besòs, en Barcelona, por ejemplo, la mediación comunitaria ha tenido bastante éxito. En Madrid existe toda una red que cubre cada distrito. Son muchos los ayuntamientos de ciudades de cualquier lugar del Estado español cuentan con algún servicio de mediación. Si lo necesitamos, sólo tenemos que ir y solicitarlo.

Una persona que trabaja en estos temas me comentaba que cuando se dialoga casi siempre se llega a buen puerto, y que en la mayor parte de los casos la gente se presta a dialogar.

¿Has participado en alguna experiencia de mediación? ¡Cuéntanosla!

**En la foto, la Fiesta Internacional de los Pueblos de Fuengirola

“No nos conviene que los inmigrantes voten porque votarán a la derecha”

Hace unos días el nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho (en la foto), había dicho que quería que los inmigrantes votaramos en las elecciones municipales. Nos sorprendió gratamente. E inmediatamente surgieron las preguntas ¿Cómo lo hará?

“Que lo hagan, no que lo digan”, me decía Joan Herrera, de IU-ICV. El mismo había presentado en 2006 una propuesta no de ley para que los inmigrantes pudieran votar en las elecciones municipales. Habían llegado a un acuerdo con el PSOE para impulsar el cambio de la ley, pero luego el trámite no prosperó gracias a la negativa del líder del PSOE catalán, José Montilla. En Cataluña era plena campaña autonómica.

“No nos conviene que voten porque luego votarán a la derecha”, comentan entre bambalinas fuentes socialistas. Pepe Blanco salió ahora a rebatir las palabras de Corbacho y hace tiempo la misma María Teresa Fernández de la Vega había dicho que este tema no estaba en el horizonte de su gobierno.

¿De qué manera sería posible que votemos?

Habría dos formas: la primera, cambiando el artículo 13.2 de la constitución, que es el artículo que nos impide votar. Esto no se ve muy cercano. Aun y cuando lo propusiera el PSOE no tendría votos suficientes en el Congreso, porque ni lo votaría el PP ni lo votarían los nacionalistas, y no llegarían a tener mayoría.

Y otra, mediante los acuerdos de reciprocidad con nuestros países. Esto es factible. Sucede en Europa. Cualquier ciudadano de la Unión Europea (UE) puede votar en las municipales españolas, y viceversa. Los acuerdos de reciprocidad, de hecho, existen con países como Colombia o Chile y está cerca la firma del acuerdo con Argentina. Pero falta un paso importante: hay que ratificarlos. La vía de los acuerdos de reciprocidad tienen el problema de que, según con quién se hayan firmado, habrá “inmigrantes de primera e inmigrantes de segunda”. Esto ya sucede: los inmigrantes de la UE son inmigrantes de primera. Pero si se ratifican más acuerdos es una manera de hacer camino, mientras se prepara el espacio para, algún día, cambiar la constitución.

Quedan algunas preguntas pendientes ¿Por qué Corbacho contradijo a su propio partido? ¿Queda bien decirlo? Y si queda bien ¿Por qué no lo hace de una vez? ¿Tendrán de verdad miedo de perder votos?

El Rapeadero de Lavapiés alumbró su primer trabajo

El laboratorio de rap de Lavapiés ya tiene su primer disco. Ha sido un largo alumbramiento, casi tres años, pero ahora tienen listo el CD que se titula ‘Mi Gene RAP ción’. El grupo tiene un sitio en Internet para descargar las 14 canciones.

El venezolano ‘Carlitos Wey’ (el primero en la fotografía, desde la izquierda) es el monitor del taller. Él creció escuchando las rimas de rap que traían los turistas a las playas de Caracas, donde él trabajaba como vendedor ambulante. Ahí aprendió a rapear, colocando palabras en español sobre los ritmos norteamericanos.

El rapeadero de Lavapiés es una iniciativa de ocio creativo, en la que participan entre una veintena de jóvenes de varios países: República Dominicana, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Estados Unidos, Senegal, Guinea, Camerum y, por supuesto, España. Las reuniones son cada sábado, en el Casino de la Reina, y durante 3 horas, los chicos y chicas cuentan su vida en versión rap.

Aquí un video donde aparece ‘Carlitos Wey’, quien será el protagonista de un documental que se empezó a grabar el año pasado.