La prensa de hoy nos trae una de cal y otra de arena. Las portadas por un lado reseñan el triunfo de Obama en Estados Unidos y la invitación para soñar, y, por otro lado, nos aterrizan en la realidad de España con el último dato de paro. En octubre, 192.658 personas perdieron su trabajo, lo que eleve la cifra de parados a 2,8 millones de personas. ¿Cuántos de esos trabajadores son extranjeros? Exactamente 209.101 personas.

El balde de agua frío es más gélido cuando los medios de comunicación nos dicen que es el mayor incremento de desempleo en la historia. Los datos más negativos se los lleva el sector de servicios, con 113.720 desempleados, seguido de construcción con 36.275 despedidos, industria con 20.144, el colectivo sin empleo anterior con 13.480, y agricultura con 9.039 desempleados.

La situación asusta a todos los ciudadanos, sin duda, sobre todo a los que tenemos amigos cercanos que ya están en el paro. Pero lo que más atemoriza es lo que viene después de los despidos. Fui a buscar testimonios en los sindicatos madrileños y conocí al ecuatoriano José Yanayaco y al peruano John Aguedo, que son parte de la Federación de Construcción, Madera y Afines de CC.OO. Estos dos trabajadores, que todavía conservan su empleo, se ocupan también de recorrer las obras para informar a los trabajadores sobre sus derechos.

Ellos cuentan que hay empresas que tenían 500 empleados y que se han quedado con 150 personas. ¿Y que hay detrás de esos despidos? Personas mayores que no pueden ubicarse en otros empleos. Personas que no tienen derecho al paro, porque ni siquiera estuvieron contratados. Finiquitos fuera de la ley… etcétera.

José y John han recibido testimonios de trabajadores que aprovecharán la coyuntura de la crisis para volver a sus países de origen y saben de otros tantos, solteros la mayoría, que todavía tienen la piel para ir a probar suerte en otros sitios. Algunos ya están trabajando en Barcelona y Alicante, en el campo.

Pero en la conversación también surgió la opción de irse para Israel, «dicen que allá hay trabajo», me dijeron. «Una emigración más», pensé yo. Y recordé que los especialistas en migraciones múltiples son los bolivianos que antes de llegar a España tuvieron una escala, que duró años, en Argentina y que cuando faltó el trabajo allí se vinieron para España.

Ya veremos cuál es el próximo destino de la migración. De momento el paro sube en España y eso que decía Zapatero, sobre el empleo pleno, cada vez queda más lejos. Menos mal los periódicos de hoy nos dan una noticia buena, y nos invitan a soñar con Obama.