El Blog sobre la Comunidad Latinoamericana en España

Archivo de agosto, 2008

¿Dónde está el origen de la maldad?

El otro día me subí a un taxi y apenas subí el taxista me comentó que en una estación donde dejó el coche, en un segundo, mientras salió a saludar a un amigo y se distrajo, le habían robado la billetera (que había dejado dentro). Luego habían utilizado su tarjeta de crédito y le habían sacado como mil euros.

“¡Pobre hombre, qué mala suerte!” pensé, y seguí la conversación… Me caía simpático. Al rato de contarme lo que se habían comprado con su tarjeta su tono de voz cambió: “Seguro que fueron esos rumanos”, agregó.

Ante tal generalización comencé a sentirme incómoda y a dejar de sentir pena por él. “Bueno, bueno”, le dije. “Puede que sea o puede que no. No tiene pruebas”.

“Siempre están esos rumanos ahí robando”, prosiguió, generalizando aun más. “Quizá hay alguno que sí y pero habrá muchos que no”, le respondí.

Su tono subió todavía más y continuó: “Son todos delincuentes. Y como la policía no hace nada un día voy a ir allí con un cuchillo y les voy a dar yo mismo”.

“El posible delincuente, verá, es usted que tiene las ideas bien violentas y la prueba es usted mismo con sus palabras”, le respondí. “Y ahora hágame el favor de parar, que no pienso seguir un minuto más en este taxi”.

Me bajé enfadada y pensé en un montón de cosas, entre otras que los culpables de estos pensamientos absurdos somos, con demasiada frecuencia, los mismos periodistas, porque en una noticia lo que importa es el impacto y las únicas noticias que salen son las negativas. Mientras algunos roban, y salen en prensa una y otra vez, cientos de miles nos ganamos la vida honradamente sin que nadie se entere. La falacia está en los mismos textos… repetidas veces… “Los inmigrantes ocupan…” “Los inmigrantes hacen…” “Los inmigrantes enferman…” “Los inmigrantes…” Luego: una de las preocupaciones más grandes de los españoles es la inmigración, claro.

¿Por qué será que el razonamiento humano más sencillo es construir falacias? “Un argentino es un delincuente… Ergo: Todos los argentinos son delincuentes”. “Unos inmigrantes les cuesta integrarse… Ergo: cualquiera que sea inmigrante debe ir a un aula de acogida”…

Pensé, y pienso a menudo, en el desastre de Italia, en lo ridículo de los nacionalismos, en las guerras, en dónde está el origen de la maldad, en este mismo blog, en el absurdo… y en que no tenía la más mínima idea de cómo se hacía para ensombrecer los odios.

Con los gatos en la maleta

Y los llamó Frida, por bigotuda y fea; Garfield, por gordo y vago; y Bagnato (léase Bañato), en homenaje a un presentador de TV en Argentina, que se apellida así. Son todos gatos y la mujer que les dio esos nombres se llama Carolina de Dobrzynski, una argentina que vive hace casi ocho años en Madrid y que cuando decidió emigrar de Argentina se trajo a sus mascotas con ella. Y así doña Frida, don Garfield y don Bagnato entraron por Barajas, con todos los permisos migratorios firmados por el mismísimo cónsul de España en Argentina. Mientras que su dueña, Carolina, llegaba sin ningún papel.

La veterinaria fue la que más contribuyó a la emigración de toda la familia gatuna, pues al ver que su dueña no conseguía un hogar para dejar a los tres gatos, le dijo que los gatos siempre van a estar mejor con su amo. Y así fue que todos hicieron las maletas.

Lo primero fue conseguir una jaula suficientemente grande para los tres y luego hacer las filas en el consulado español para conseguir ‘las visas gatunas’, que aparecen en esta fotografía, y que son unos sendos oficios, con todos los sellos de rigor, que facultan al propietario de cualquier mascota a llevarla en su viaje.

El corralito empujó a Carolina hacia la emigración, pues el trabajo en su área de especialización (representación de artistas) escaseaba en Argentina y un amigo la tentó con la idea de convertirse en la manager de una orquesta en España.

Los primeros días en Madrid no fueron fáciles, la amiga que la acogió no le permitió quedarse con los gatos y tuvo que pagar una guardería para ellos. Ese gasto no estaba previsto en su presupuesto, y tuvo que tirar de sus ahorros, hasta que pudo rentar un minúsculo estudio para ella y sus gatos. Eso sí, destinando casi todo su sueldo a ello.

Sus papeles de residencia tardaron dos años y después de eso su situación fue mejorando año tras año. Hoy se mueve en el mundo del marketing, vive en un barrio céntrico de Madrid y paga una hipoteca todavía alcanzable. Sus gatos celebraron hace poco su cumpleaños número doce y la siguen acompañando. Viven en su propio ático, la parte superior de la alacena de la cocina; donde tienen su cama y la foto de su padrino, el actor argentino Alejo Viola, que fue la persona que regaló los gatos a Carolina.

No se arrepiente de haberlos traído a España pagando 100 dólares por el viaje de cada uno. En muchas circunstancias fueron su cable a tierra, como ella bien señala. Ahora, se puede decir que Carolina hizo lo contrario de lo que hace la mayoría de inmigrantes, que traen lo justo y necesario en su equipaje. Aunque también cabe la pregunta de qué es lo justo y necesario para cada persona.

¡Un avión es la solución!

El overbooking es una de las prácticas que genera más caos y dolor en los aeropuertos. Detrás de ese desbarajuste, que se produce sobre todo en verano, están las empresas aéreas (verdaderas anarquistas) que venden pasajes aéreos más allá de su capacidad. Y lo peor de todo es que tienen licencia para hacerlo.

¿Qué pensarán los gerentes al permitir que se vendan plazas de avión inexistentes? Se imaginarán que el número de cancelaciones va a ser tan grande que van a poder cumplir con todos sus clientes, o que les va a caer un avión del cielo (nunca mejor dicho) para operar todas las rutas programadas.

Pero no, la realidad verano tras verano siempre es caótica y dolorosa. Sobre todo si los pasajeros son inmigrantes que esperan años para poder ir a sus países. Estas personas nunca cancelarán un vuelo, al contrario estarán en el aeropuerto el día indicado, con varias horas de antelación, para no perder la vuelta a casa.

Es difícil ponerse en los zapatos de estas personas, porque el viaje de vuelta a casa tiene una carga emocional muy grande. Muchos han esperado años, tres, cinco, y hasta diez años, para volver a las ciudades y a los barrios que un día abandonaron por diferentes motivos. Da igual si se vino a estudiar, a trabajar, o detrás de un amor. La emoción de la vuelta es la misma para todos los emigrantes. Por eso duele cuando los vuelos se retrasan y se cancelan. ¿Cómo se explica a los que nos esperan en el otro lado del mar que no llegaremos en el día y a la hora señalada? Allí que también nos han esperado por años y que tienen listo y planchado el mejor traje del ropero para ir a recogernos al aeropuerto. Allí que ya han preparado la habitación y la comida que más nos gustaba. Allí que esperan que lleguemos para contarnos todas las cosas que pasaron durante nuestra ausencia, y mostrarnos fotos y reír. ¿Cómo les explicamos que no hay avión para volver a casa?

La historia que no pudo ser

Paseando con la inmigración he encontrado este texto de Eduardo Galeano que me pareció tan bonito que valía la pena compartirlo ¡Qué historias estas de la inmigración! ¿no?

La historia que no pudo ser

Cristóbal Colón no consiguió descubrir América, porque no tenía visa y ni siquiera tenía pasaporte.

A Pedro Alvares Cabral le prohibieron desembarcar en Brasil, porque podía contagiar la viruela, el sarampión, la gripe y otras pestes desconocidas en el país.

Hernán Cortés y Francisco Pizarro se quedaron con las ganas de conquistar México y Perú, porque carecían de permiso de trabajo.

Pedro Alvarado rebotó en Guatemala y Pedro de Valdivia no pudo entrar a Chile, porque no llevaba certificados policiales de buena conducta.

Los peregrinos del Mayflower fueron devueltos a la mar, porque en las costas de Massachusetts no había cuotas abiertas de inmigración.

Menos mal.

Eduardo Galeano

Del libro “Bocas del Tiempo”, 2004

Los feriantes latinos en verano

Y quién dice que en verano nadie trabaja. A partir de ahora y hasta que termine agosto, cada viernes les contaré historias de latinoamericanos que no paran en este mes y que para más inri trabajan de cara al sol.

Los primeros son los feriantes, sí, esas personas que van cambiando su labor de acuerdo a las estaciones del año. Ahora están con los bocadillos de panceta y chorizo, y con el tinto de verano, la sangría y los minis de cerveza (que por cierto deberían llamarse ‘maxis’), pero cuando el frío vuelva estarán con el chocolate y los churros.

Moisés Beltrán, Ingrid Castro y Guillermo Ayala (en la fotografía) son tres bolivianos, de Santa Cruz, que trabajan dentro de una de esas casetas que se montan en los barrios según lo marca el calendario de fiestas o el santo de turno. Esta semana los encontré en Lavapiés, donde se celebran las fiestas de San Lorenzo, y la siguiente semana estarán en La Latina, en las fiestas de La Paloma, ¿y después? Quién sabe.

No han parado desde las fiestas de San Isidro, pero en agosto su rutina de trabajo se vuelve más pesada, más si se topan con una ola de calor africano, como la que hemos aguantado. Trabajan de cara al sol y siempre junto al fogón de la caseta. ¿Y cuál es su secreto para no freírse? Agua fría para Ingrid y cerveza helada para sus compañeros. Y al final del día, tras diez o doce horas de trabajo, les llega la recompensa: la paga diaria de cuarenta euros, y con eso hasta el siguiente día, hasta que la feria vuelva a abrir. Los veremos en Lavapiés y en La Latina, y después quién sabe.

Una khantuta nacida en Madrid

Esta fotografía fue tomada en el Parque Pradolongo, durante las fiestas patrias de Bolivia (que se celebran el 6 de agosto). Esta pareja, oriunda de Cochabamba, se esmeró para llevar a su hija vestida como la típica cholita del altiplano boliviano: pollera (falda amplia) roja y blusa blanca bordada. No sólo eso, los padres también recogieron su cabello en dos trenzas y lo sujetaron con las tullmas de alpaca. Tal y como lo marca la tradición andina.

La pequeña tiene cinco años y nació en España, pero si le preguntan de dónde es, ella responderá que es de dos lugares, de España y de Bolivia. Y, si su madre se lo pide, soltará alguna frase en quichua y cantará la canción «Viva mi patria Bolivia».

Sus padres quieren que la niña conozca cuáles son sus raíces y por eso le hablan de Bolivia siempre y cuando la ocasión lo amerita la visten de cholita. Ellos están orgullosos de su herencia andina, tanto que llaman a su hija una Khantuta nacida en Madrid. ¿Y qué es una Khantuta? La Khantuta es el nombre de la flor ancestral de los Incas, que los bolivianos consideran su flor nacional, y cuyos colores están plasmados en la bandera boliviana.

Un gran jugador argentino en un equipo de Tomelloso

Abel Bordón (a la izquierda en la fotografía) es un joven argentino que forma parte de un equipo de gran nivel, pero no hablo de fútbol ni nada por el estilo, cuando escribo equipo me refiero a la Coral del Conservatorio de Tomelloso, una colección de voces extraordinarias, que acaba de hacerse con el primer lugar del IX Certamen de Habaneras y Polifonía, celebrado en Almería, el 26 de julio.

Abel conoció a la gente del coro en el 2001, cuando vino a España, a participar en un certamen coral celebrado en Torrevieja. Él venía con el Coro de la Universidad de Morón, de Argentina, y competía con la gente de Tomelloso. La anécdota que se cuenta termina bien, porque ambos grupos corales fueron galardonados: los argentinos obtuvieron el primer lugar en la modalidad de habaneras y los tomelloseros el premio a la mejor coral española.

Abel se quedó con el contacto de los chicos del coro y cuando la vida le trajo nuevamente a España se conectó con ellos, aunque por razones de tiempo y distancia tuvo que rechazar varias veces la invitación de unirse al coro, hasta que llegó el momento, como dice este porteño:

«Hasta que llegó el momento en el que se presentaban a este concurso y yo conocía 3 de las 5 obras, acepté la invitación y me puse a estudiar y a ensayar con ellos.»

La noche feliz del triunfo, Abel envió un mensaje de texto a sus amigos. ¡Ganamos!, decía el SMS, y lo ponía en plural porque el reconocimiento fue para las 35 personas que se subieron al escenario y cantaron los temas obligados y dos temas más que, coincidencialmente, son canciones del otro lado del mar: El Último Café, que es un tango argentino y el Candombe del 6 de enero, que es una melodía uruguaya.

A Abel, le preguntamos cuál fue su aporte:

«Mi aporte fue el mate y vocal, las obras ya las tenían preparadas, yo sólo tenia que cantar, poner buena onda y divertirnos con nuestra actividad arriba y abajo del escenario».

Y añade:

“La integración es una cuestión de ceder espacios, no hablo de territorio, hablo de amistad, compañerismo y respeto, aprendiendo modos distintos de ver la vida y vivirla».

Funcionarios de extranjería tienen mala leche en el verano

Más allá de las eternas filas, que ya las tenemos bien asimiladas los extranjeros, también tenemos que soportar el mal humor de los funcionarios de extranjería. ¡Y todo por un papel! Esta última frase se repetía el colombiano Andrés Restrepo (en la fotografía) una y otra vez cuando salió de la oficina de extranjeros ubicada en la calle García Paredes, en Madrid.

Lamentablemente ese papel y el sello de recibido que le colocan son muy valiosos, porque nos ayudan a prolongar la estancia en este país. Andrés había ido a solicitar la renovación de su residencia y aunque tenía todos los requisitos, dudaba si tenía o no que presentar también la fotocopia de su NIE (número de identidad de extranjero). Entonces, cuando le tocó su turno, después de esperar más de dos horas, hizo la pregunta a la funcionaria de turno:

Andrés: Señora, sólo necesito hacerle una pregunta

Funcionaria: Aqui no resuelvo preguntas

A: ¿Tengo que presentar una copia del NIE?

F: ¿Aquí está todo lo que tiene que entregar? (le preguntó mientras recibía los papeles y los engrapaba)

A: Señora… es sólo una pregunta

F: Aquí no es información

Andrés salió de las oficinas indignado por el trato displicente de la funcionaria. Y no es una de las peores historias. Y es que los funcionarios de extranjería no entienden que están tratando con personas que buscan resolver cuestiones de vida como: arreglar su situación migratoria, traer a sus hijos, reagrupar a sus cónyuges… Una mala respuesta puede turbarlos en su día a día, y causarles estrés y desesperación.

Algunos funcionarios no tienen la sensibilidad ni el tacto para tratar con estas personas, parece que les pesa su trabajo, y viven pensando en la hora del cafetito o del tabaco. Y dicen que hay hojas de reclamación, pero yo me preguntó cuántas de esas hojas hemos llenado inútilmente. Cientos, miles, y ni una sola respuesta.

El mismo Andrés ha dejado por escrito su protesta en dos ocasiones anteriores, una cuando un vigilante de seguridad empujó a toda la gente que se había acercado a la puerta de la dependencia de extranjería ubicada en General Pardiñas, y otra cuando esperó toda una mañana para ser atendido, en la misma dirección, y al final no le recibieron. ¿Y recibió respuesta a sus quejas? Nunca.

¿Estás teniendo sexo?

A veces, sobre todo cuando somos jóvenes, nadie nos dice lo que debemos hacer si tenemos relaciones sexuales y las dudas son múltiples. Si estamos teniendo sexo y no se lo hemos contado a nadie ¿Cuál es el mejor método para cuidarse? ¿Qué hacer si nos duele, si sentimos esto o lo otro? ¿A quién preguntar? ¿Con quién hablar? …

Además de la Seguridad Social (que, según dónde, puede dar una cita para ginecología con un retraso de seis meses… dentro de los cuales ya te has podido quedar embarazada) en España existen decenas de centros de Planificación Familiar donde es posible hacerse ver y hacer preguntas con una total confidencialidad y absolutamente gratis y rápido.

En la Web Guía Sex Joven presentan un listado muy útil con información de contacto de los Centros de Planificación Familiar, a lo largo de toda la geografía española. Te invitamos a ir. No tengas vergüenza. Pregunta, infórmate, disfruta al máximo tus relaciones y previene los posibles problemas futuros.

¿Racismo o violencia juvenil?

Otra vez circula un video que trae el debate de la xenofobia en España. Esta vez lo ha difundido Antena 3 y en la grabación se ve a una adolescente española que embiste a una ecuatoriana, con puñetazos y patadas. Las amigas de la agresora registran todo en un móvil y la animan con gritos escalofriantes de «mátala, mátala».

Y mientras el video está en posesión de la Guardia Civil y se investigan los hechos, en Ecuador la noticia saltó a los principales periódicos con el titular de: «Otra joven ecuatoriana fue atacada en España». Allí ya hablan de racismo y xenofobia y demandan más información. Quieren tener más datos de la agresión, conocer el municipio de Colmenarejo, el testimonio de la víctima, las reacciones de las asociaciones de inmigrantes y todo lo que aporte al engrandecimiento de la noticia.

Allí, el video inevitablemente les recuerda la agresión que sufrió la chica ecuatoriana en el Metro de Barcelona e, inevitablemente, vuelven a calificar a España de racista (la terrible generalización de los hechos).

Y aquí, en la misma línea, pronto veremos manifestaciones de rechazo, de parte de las asociaciones de inmigrantes. Y el Embajador de Ecuador en España, como ya ha anunciado, iniciará el respectivo reclamo judicial. Y el video de la agresión registrará miles de visitas en You Tube. Y después de todo este aspaviento ¿qué pasará? Nada, porque en España no se habla de racismo, y los jueces no se atreven a juzgar estos casos con el agravante de racismo.

Y si se preguntan por el video de la agresión, no lo cuelgo en este blog porque la víctima ya tuvo suficiente con la promoción que se hizo en el pueblo, pasándose la grabación de un móvil a otro.