De la misma manera que España exporta juegos no tan populares, como la Pelota Vasca, los inmigrantes también traemos algunas sorpresas deportivas con nombre propio. El ‘Ecuavoley’ es una de ellas. La red tiene que ser colocada a 2,75 m del piso, se usa una pelota de fútbol y solo pueden participar 3 jugadores por equipo. Esas son las reglas de este juego ecuatoriano que todavía no tiene un espacio adecuado.
Los ecuatorianos buscan lugares planos y alejados para adecuarlos y poder practicar el juego que convoca a cientos de personas cada fin de semana. Uno de los sitios más concurridos es la parte trasera de unas naves industriales abandonadas en San Cristóbal de los Ángeles, un barrio del sur de Madrid.
El dueño del lugar les permitió instalarse durante los fines de semana y ellos a cambio controlan el crecimiento de la vegetación y mantienen el lugar limpio. Llegado el viernes, familias enteras improvisan cuatro canchas y la gente juega sin importar si es invierno o verano, hombres y mujeres, viejos y jóvenes.
Hay diversas asociaciones ecuatorianos que han pedido un espacio adecuado, pero todo ha quedado en sendos oficios que llegan a las dependencias municipales y se pierden en torbellinos de papeles. Pero no hay peor lucha que la que no se hace y para ejemplo están los dominicanos y su béisbol.
Sus canchas improvisadas se levantaron por años en los alrededores de Alcobendas, también Madrid, pero muy pronto van a tener un campo adecuado, donde podrán demostrar cómo se juega su deporte nacional y animar a otros a participar, en un intercambio sano.