
Parte de un catálogo de platos de quinta gama
Hace unos días, Chicote, en su programa ¿Te lo vas a comer?, puso sobre la mesa uno de esos temas gastronómicos de sobra conocidos en el mundillo pero que cada vez que se mencionan públicamente levanta ampollas: los productos de quinta gama. Es decir, platos ya preparados y listos para calentar o regenerar en el restaurante y servir.
¡Qué escándalo! Pues no. Aunque en el programa jugaban un poco a eso –los peajes de la tele– es un asunto no solo conocido, sino manejado con naturalidad en el sector. Pese a la imagen que pueda quedar tras el citado programa, las empresas especializadas en este tipo de producción, lejos de esconderse, tienen cada vez más protagonismo en las ferias profesionales de gastronomía.
Así que, superada esa pose de sorpresa, el caso es que esto de los platos precocinados -dicho así suena peor, ¿verdad?- es algo habitual desde hace años. Incluso cuentan las malas lenguas que algunos menús del día a precio de saldo se basan en los mismos platos que compran en el supermercado de al lado listos para pasar por el microondas.
No, no hablamos de honestos bares y restaurantes que llevan dando menú del día a base de guisos y a precios buenos, sino normalmente de lugares con ínfulas y más diseño y platos aparentes que cocina.
Pero vaya, que lo más probable es que a todos nos hayan colado alguna vez uno de estos productos de abrir, emplatar y servir. En algunos casos se trata de cadenas de restaurantes que tiran de una cocina central compartida -obrador suena mejor, cierto- y que en los locales se limitan a emplatar y poner unas hojas de mézclum de ese. ¿Podemos considerar eso también quinta gama o solo si está externalizado?
Ojo, que quinta gama no significa mala calidad. Igual que en el lineal del supermercado podemos encontrar tortillas ya hechas que son infames y algunas muy correctas e incluso ricas, con estos productos pasa lo mismo. Hay precios y gamas para todos los gustos o, mejor dicho, según se quiera un margen mayor o menor.
Así que, aclarado que ni es nuevo ni es secreto, ni mucho menos es ilegal -que sea o no una tomadura de pelo queda a gusto del cliente-, es relativamente sencillo pescar a algunos de estos restaurantes que tiran casi exclusivamente de quinta gama.