No dejar que la fruta se pudra en el campo parece una de las medidas más elementales para reducir el desperdicio alimentario. Un tema que antes de la pandemia ocupaba muchos titulares pero del que parece que nos hemos olvidado en el último año, pese a que las cifras siguen siendo escandalosas.
Tanto como la de los precios de muchos productos en origen. Y ahora que las frutas y verduras parecen estar a precios especialmente altos tras los fenómenos meteorológicos de las últimas semanas, resulta sorprendente que en el campo se sigan pagando precios de miseria que muchas veces ni siquiera compensan el trabajo de recoger los productos.
Algo así explicaba recientemente un agricultor en un tuit que conjuga estos dos temas: 350 kilos de naranjas tiradas por el viento y recogidas del suelo, por las que le pagaron 35 euros. Es decir, a 10 céntimos el kilo.
Cuatro horas recogiendo naranjas del suelo que cayeron por el viento y no se pueden comercializar en fresco y se destinan para la industria del zumo.
Cuatro horas arrastrándome para evitar desperdicio alimentario.
Por 350kg y con recolección y transporte incluidos percibo 35€ pic.twitter.com/oy6dzhyc6b— Ismael Navarro (@ismaelncfarmer) February 5, 2021
Al ser naranjas del suelo no se pueden vender como naranjas de mesa -al menos en teoría, aunque muchos denuncian que a veces acaban ahí- y se destinan a la industria de los zumos. Ojo que esos 10 céntimos por kilo tampoco están muy por debajo de los ya lamentables precios que se pagan por los cítricos y que, de media, no sobrepasan los 30 céntimos el kilo.