Es uno de los ejemplos más entrañables de la llamada cocina viejuna: platos que en su momento no podían faltar en ninguna carta pero que con el tiempo han ido perdiendo gran parte de su atractivo o, al menos, de aquel glamour de antaño. Hablamos, efectivamente, del mítico Pijama, ese postre a base de flan, helado, fruta en almíbar y nata -en realidad admitía cualquier cosa- que durante la década de los 80 y los 90 era un clásico de muchos restaurantes.
Aunque ha ido desapareciendo y cada vez cuesta más encontrar lugares con suficiente valor como para mantener este baluarte de los postres que, por sí solos, podrían alimentar a una familia completa, hemos encontrado uno que no sólo lo mantiene en su carta sino que puede presumir de haberlo inventado.
Así nos lo confirman desde 7 Portes, uno de los restaurantes más clásicos y emblemáticos de Barcelona. Fundado en 1836 a imagen de los grandes cafés europeos, y convertido en restaurante en 1929, a lo largo de los años ha sabido mantener su esencia -algo difícil en un ciudad tan turística- y sigue siendo un lugar de visita obligada para locales y visitantes.
Y fue aquí donde en 1951 nació nuestro querido Pijama. Los oficiales de la VI Flota Americana, atracada en el puerto de Barcelona, eran clientes asiduos del restaurante 7 Portes, y el Pêche Melba uno de sus postres favoritos. Este plato, creado por el cocinero francés Auguste Escoffier en el hotel Savoy de Londres en honor a la cantante de ópera Nellie Melba, a base de melocotón cocido, frambuesa y helado de vainilla, no sólo fue versionado en 7 Portes, sino que también se adaptó su nombre para hacerlo más fácil de pronunciar.