A primera vista no da ni para una Nutriscore C. O sí, que ya se sabe que con lo del semáforo nutricional es fácil hacer colar batidos y bollería industrial como algo relativamente sano.
Pero vaya, que lo que aparentemente se les está dando de desayunar a los estudiantes aislados en diversos hoteles de Mallorca tras el aluvión de contagios de Covid-19 sería la pesadilla de cualquier nutrionista: batido de chocolate, dos magdalenas con una pinta poco apetecible y una naranja con muchos puntos de acabar sirviendo de arma arrojadiza entre balcones.
No es que seamos mal pensados, es que, por lo visto, entre las actividades de ocio de algunos de los confinados está lo de tirar cosas desde la ventana. Seguro que, como siempre, la genialidad es cosa solo del más listo de la clase, pero en cualquier caso la imagen general del grupo y sus progenitores no está quedando demasiado bonita.
Esto es lo que les han dado de desayunar a los alumnos de San Fernando aislados en un hotel medicalizado en Mallorca en su viaje de fin de curso. En la gestión de una crisis se ve el nivel de cada uno. pic.twitter.com/hNNi7nNWgQ
— Pedro Espinosa (@pedrofespinosa) June 28, 2021
Porque pese a entender la lógica preocupación por los hijos y pasando por alto todas las preguntas lógicas que alguien se debería haber hecho hace unos meses -¿viaje de estudios?, ¿sin vacunar?, ¿de fiestas masivas?- y otras más filosóficas -¿de qué nos extraña su actitud después del concepto de «libertad» que abanderan algunos?-, el tema de la alimentación en los hoteles que los acogen parece que se está convirtiendo en tema de debate.
Se come peor que en la cárcel, critican algunos de los chavales. Desconocemos el menú penitenciario y deseamos que sea bueno y equilibrado, pero comparar unos días de aislamiento con los gastos pagados en un hotel de Mallorca con una cárcel, en medio de una pandemia mundial, tampoco ayuda a que apetezca empatizar con estos estudiantes viajeros.