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Desafíos de las renovables en la transición ecológica. El papel esencial del almacenamiento

Ya no queda ninguna duda de que las Renovables, con sus tecnologías y aplicaciones tan diferentes y complementarias, serán, en su conjunto, la fuente mayoritaria y casi exclusiva, para el suministro de las necesidades energéticas de industrias, servicios y particulares en el futuro. Por lo que respecta al sector eléctrico, el 100% de generación renovable se alcanzará incluso antes de lo previsto.

Y esto es así no solamente porque la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero es una necesidad cada día más urgente, como dramáticamente señala el último y reciente informe del IPCC de las Naciones Unidas, sino también porque las renovables son ya las tecnologías más competitivas en costes para la generación eléctrica. Ya quedan pocos bancos que financien proyectos con combustibles fósiles y, por lo que respecta a las nucleares, ya son pocos los países que, a excepción de aquellos que pudieran tener intereses el en doble uso (militar) de la tecnología nuclear, tienen programas de despliegue de nuevas centrales.

No obstante, aunque las renovables están creciendo muy deprisa en el sector eléctrico (el pasado año el 80% de la nueva potencia a nivel mundial fue renovable) todavía su contribución en términos de generación anual no llega al 30%. Además, la electrificación del transporte (en todas sus variantes) y del consumo térmico en las industrias no parece sencillo. La vía del hidrógeno o de combustibles sintéticos obtenidos a partir de electricidad renovable parece teóricamente prometedora y está recibiendo una creciente atención en programas de apoyos públicos, particularmente en Europa, pero presenta problemas técnicos y de precios cuya solución no parece inmediata. Por ello, los objetivos de descarbonización tienen todavía muchos desafíos a los que enfrentarse.

En relación con la generación eléctrica con renovables empieza a manifestarse ese problema de fondo, anunciado desde hace tiempo y que cobra importancia a medida que se avanza en su despliegue: La eólica y la fotovoltaica tienen ya precios inferiores a los de las tecnologías fósiles y nucleares, pero solo generan cuando el viento sopla o el sol brilla.

Claro que podría pensarse en un despliegue ilimitado de tecnologías baratas, como recomiendan los defensores de la expansión al mínimo coste y que cada nueva unidad de estas instalaciones contribuiría a la descarbonización, aunque cada vez en menor medida. Pero si se sigue ese criterio se provocarían disfuncionalidades técnicas y de mercado en el sistema, lo cual podría llegar a representar, no solo costes adicionales, sino también un freno a dicha expansión ya que el valor para el sistema de las nuevas instalaciones, así como él de las ya construidas, sería cada vez menor.

Por ello, el criterio para esa deseada transición con sustitución progresiva de la generación fósil y nuclear en nuestro país no debe ser otro que el de una planificación rigurosamente estudiada, como la adoptada en el PNIEC, que, entendiendo las características y complementariedades de cada tecnología, defina la flota óptima de generación en 2030 y más allá, teniendo en cuenta los puntos de vista técnico, económico y de descarbonización. Por supuesto que las contribuciones previstas de cada tecnología en el PNIEC tienen que ser dinámicas incorporando las oportunas revisiones asociadas a la evolución de estas, así como de las propias necesidades del sistema. Todo ello, junto a una gestión proactiva de la demanda, permitirá alcanzar un mix razonablemente optimizado al final de esta década.

Las tecnologías renovables no gestionables tienen todavía un amplio recorrido por el gran respaldo y carga base que, hasta su completa sustitución, puedan seguir aportando los ciclos combinados y las nucleares. Sin embargo, ese despliegue de tecnologías renovables sin almacenamiento debe ser acompañado por tecnologías renovables como las centrales de bombeo, biomasa o termosolares y, en su caso, por sistemas de baterías que puedan dar respuesta rápida a fluctuaciones no deseadas de voltaje o frecuencia en la red.

España cuenta, a diferencia del resto de países de la UE, con recurso solar y disponibilidad de emplazamientos para el despliegue de esos 5 GW de nueva capacidad termosolar previstos en el PNIEC, que permitirían desacoplar la captación de la energía solar de la generación eléctrica, complementando la generación fotovoltaica todos los días soleados a partir del atardecer. Esto constituye una gran ventaja competitiva para poder hacer la transición en nuestro país más sencilla y económica que en el resto de Europa.

Esos nuevos 5 GW termosolares con sistemas de almacenamiento de alrededor de 12 horas, además de permitir el funcionamiento nocturno evitando en gran medida el respaldo del gas, constituirían un sistema de almacenamiento de 60 GWh de capacidad que, en gran medida, podría funcionar de forma adicional e independiente al perfil de despacho de las propias centrales.

En los meses de invierno, cuando el volumen de los tanques es mucho mayor que el necesario para recoger la energía captada en un día, esa reserva puede mantenerse cargada para poder responder con elevada firmeza a las necesidades puntuales de 1 o dos horas de pico diarias de la demanda durante 1 semana, independientemente de que los días anteriores hubieran sido soleados o no. Y para ello no habría que realizar inversión adicional alguna. Con relativamente pequeñas inversiones adicionales en calentadores eléctricos (decenas de veces inferiores a las inversiones en baterías o bombeo), podrían realizar las funciones de recogida de vertidos o arbitraje de precios.

Pero tampoco habría que esperar a 2030 para comprobar los beneficios que los tanques de almacenamiento de las centrales termosolares podrían brindar al sistema. Actualmente disponemos de unos 800 MW con una media de 8 horas de capacidad que, con una pequeña modificación regulatoria para que despacharan esa reserva estratégica en los momentos críticos, podrían de inmediato contribuir a aliviar los picos de precios que se están produciendo en estos días.

El almacenamiento térmico de las centrales termosolares es el gran activo del que disponemos en nuestro país y que, junto con otras alternativas, permitirá superar los desafíos del acelerado despliegue renovable y alcanzar ese deseado 100% de generación renovable con plenas garantías.

Por Luis Crespo – Dr. Ingeniero Aeronáutico y Sociólogo, Patrono de la Fundación Renovables