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Campaña electoral: La hoguera de las vaguedades

Por Mariano Sidrach de Cardona – Catedrático de la Universidad de Málaga

 

electionsComo quiera que estamos de nuevo en vísperas de otras elecciones generales para elegir a nuestros representantes políticos, me he propuesto comprobar si, esta vez, las propuestas que venimos defendiendo desde la Fundación Renovables, sobre el necesario cambio de modelo energético, han sido recogidas en los diferentes programas electorales.

Tengo que confesaros que no estoy especialmente contento.

Una primera lectura de los programas electorales puede llevar a la conclusión de que nuestras propuestas han sido asumidas por los partidos políticos. Las energías renovables parecen estar en el centro de todos los programas electorales cuando hablan de energía. Conjuntamente las palabras más utilizadas son ahorro, eficiencia y desarrollo de las energías renovables. Las vamos a encontrar muchas veces en todos los programas… y aquí acaban las buenas noticias.

Cuando entramos en los detalles, encontramos una serie de medidas generales, seguramente bienintencionadas, muy pocos compromisos reales, casi ningún objetivo a medio y largo plazo y ninguna hoja de ruta clara que nos permita imaginar cómo se van a llevar a la práctica las promesas electorales. También he encontrado contradicciones importantes, dentro de un mismo programa electoral.

Algunos ejemplos:

  • “Impulsar el desarrollo de las renovables, especialmente de la biomasa, por ser especialmente intensiva en mano de obra”. Los últimos informes del IRENA hablan de que en todo el mundo la mayor cantidad de puestos de trabajo los crea la fotovoltaica, algo así como tres veces los que se generan con biomasa.

 

  • Conseguir el 25% de energías renovables en 2020 y una planificación a largo plazo para llegar al 100% en 2030” y unas líneas después…”reducción de emisiones de al menos un 30% para 2020 y del 100% en 2050”. Cómo si las dos cosas no tuvieran nada que ver. Cómo si se pudiera pasar del 25 al 100 % en diez años. De todas formas, como no se dice cómo se van a conseguir estos objetivos, todos tan contentos.

 

Hay que destacar, que este ejercicio de decir mucho y no comprometerse a casi nada que tanto gusta a nuestros políticos en épocas electorales, tiene su máximo exponente en el programa electoral del PP, que incluye un catálogo de buenas intenciones, sobradamente incumplidas todas en los últimos años: seguir apostando por las renovables, seguir cumpliendo con los compromisos internacionales relativos a la reducción de emisiones, apostar por la eficiencia, por el ahorro, etc..  Están orgullosos de la política energética que ha llevado el gobierno en los últimos años y piensan continuar con ella por el bien del país. Faltaría más, a lo que yo añado, arreglados vamos.

También es cierto, que según nos vamos desplazando desde el PP hacia la izquierda parlamentaría aparecen más propuestas y alguna que otra medida más concreta para llevar los programas a la práctica, pero sin pasarse tampoco, no vaya a ser que luego nos exijan cumplirlas y también encontramos alguna que otra contradicción importante.

Ciudadanos propone impulsar un Plan Estratégico de transición energética basado, cómo no, en las renovables, el autoabastecimiento y el ahorro energético, quitar el impuesto al Sol y disminuir los costes eléctricos para pymes y familias y crear una Secretaria de Estado de Energía y Medioambiente.

En las propuestas de PSOE y Unidos Podemos encontramos muchas similitudes. Sus programas dejan clara la necesidad de un nuevo modelo energético que luche contra el cambio climático, apostando por el ahorro, la eficiencia y las renovables. Entre los aspectos positivos, la derogación del decreto actual de autoconsumo y el compromiso a una nueva ley que facilite su impulso, la necesidad de realizar un plan energético nacional que incluya la necesaria reforma del sector eléctrico. Empiezan a diferir, sin embargo, en los objetivos. Mientras que Unidos Podemos se fija como objetivo, un escenario a 2050 con una energía 100% renovable, el PSOE propone una disminución de la intensidad energética y reducción de emisiones de acuerdo con la UE y una penetración de las renovables en el sector eléctrico del 70% en 2030. A la vez, el PSOE en un ejercicio de malabarismo, hace un apoyo explícito a continuar quemando carbón nacional y propone un cierre de centrales nucleares tras cumplir sus 40 años de vida, incluye restringir autorizaciones para nuevas prospecciones de gas y petróleo y se opone al Fracking.

Unidos Podemos habla de un cierre paulatino de las centrales térmicas de carbón y de un cierre progresivo de las centrales nucleares, para que todas estén cerradas en 2024 y también se opone al Fracking.

En resumen, las propuestas en materia de energía de los partidos políticos adolecen en general de compromisos concretos y no presentan una hoja de ruta creíble. No parece mucho a la vista de los graves problemas a los que nos enfrentamos. Si lo que produce el cambio climático son las emisiones debidas al uso de los combustibles fósiles y este es un problema global que nos afecta a todos, parecería razonable que cada partido político nos dijera de manera clara y coherente, qué medidas reales va a tomar para abandonar de forma rápida y urgente el uso de estos combustibles y ahí sí podríamos evaluar las ventajas e inconvenientes de cada una de sus propuestas.

El cambio de modelo energético debe ser a la vez un cambio económico y social. Deberíamos ser capaces de dejar de mirar a izquierda y derecha y mirar hacia adelante, sobre todo porque el tiempo se nos acaba y el problema se agranda día a día. Si todos estamos de acuerdo en la causa del problema, ¿qué impide alcanzar la solución?

Esperaba mucho más de los programas electorales.

  • Imagen: Christian Schwier – Fotolia

 

¡Pasos valientes por el cambio en la cumbre del carbón de hoy!

Por Tatiana Nuño – Responsable de la Campaña de Cambio Climático de Greenpeace

Hoy se celebraba en Madrid la firma del acuerdo para apoyar el uso del carbón en un evento organizado por los sindicatos de Industria de CC. OO. y UGT junto con los empresarios del carbón.

De los partidos principales que se presentan a las próximas elecciones generales, solo el PSOE y Ciudadanos han firmado dicho acuerdo.

Children in Dharnai Village in India

A menos de tres días para que comience oficialmente la campaña electoral, desde Greenpeace queremos reconocer la valentía de Podemos e IU para dar una paso firme y valiente y posicionarse ante la delicadísima situación del carbón nacional, apostando así por alternativas, diversificación económica y un futuro viable y diferente. Podemos en concreto ha sido claro en sus declaraciones al rechazar el sistema de ayudas al carbón y pedir «mano dura» para este mineral de importación.

Me atrevo a decir que con la no firma de IU y Podemos, la nueva coalición Unidos Podemos (Podemos-IU-Equo y otras formaciones) se atreve a romper con algunos de los viejos tópicos establecidos y comienzan a hablar del carbón desde las alternativas, apoyando y defendiendo un futuro más sostenible y una transición justa para todas y todos.

Tampoco lo firma el PP, por ser precisamente un acuerdo que insta al gobierno en funciones a luchar para modificar la normativa europea y que haya ayudas al carbón más allá de 2018. Quiero volver a recordar que la reciente publicación de la CE responde a las subvenciones que se han concedido para un cierre planificado de la minería de carbón en España y que estaba pendiente desde 2010 y lo repito porque sigo oyendo que las ayudas eran para que las minas fueran competitivas, pero no, ese nunca fue el objetivo de las ayudas,ni tampoco es el de las ayudas que acaban de aprobar recientemente. Las ayudas son para incentivar el cierre y diversificar una economía sostenible.

Sorprendente que tanto el PSOE como Ciudadanos firmen dicho acuerdo, que como explicaba en mi anterior post  supone una batería de medidas ilegales que no ayudan en nada a garantizar un futuro viable y una economía alternativa para las personas que habitan en las cuencas mineras. Sorprendente además porque Ciudadanos ha manifestado en varias ocasiones el rechazo a las subvenciones al carbón y a pesar de haberse declarado en contra de la bonificación, firman un documento que pide ayudas con dinero público más allá de 2019 y que paguemos todos por las obras para la modernización que las centrales térmicas tienen que realizar para poder seguir operando cumpliendo con la normativa de emisiones.

Por otro lado sigo sin entender cómo es posible compaginar el programa electoral del PSOE que apuesta por frenar el cambio climático y una descarbonización del sistema energético apoyando a la vez las subvenciones al carbón y las ayudas a las térmicas.

¿Y por qué es importante acabar con las subvenciones al carbón?

Primero porque si queremos cumplir el compromiso asumido en el Acuerdo internacional del clima de París y sumar todos los esfuerzos para mantenernos lo más alejados posible del aumento de 2 ºC de temperaturas hay que acabar con las subvenciones al carbón y cualquier combustible fósil igual que no se puede permitir ningún financiamiento público a proyectos para la quema de carbón.

Y segundo, porque de las 18 centrales térmicas en las que se quema actualmente carbón en España, 8 de ellas (sin contar las dos que ya han cerrado) se construyeron para quemar el carbón que se extraía en las minas cercanas. Pues estás 8 térmicas gracias al Real Decreto del carbón por el que se las incentivaba por quemar carbón nacional, además de tener entrada preferente en el mercado eléctrico han ingresado más de 4.000 millones de euros en el periodo que duró dicho Real Decreto (2011-2014). Y no nos engañemos, estas térmicas propietarias de las grandes eléctricas, no sólo quemaban carbón nacional, sino que lo mezclaban con carbón importado, siendo esta mezcla con un porcentaje cada vez mayor de carbón importado.

Es muy probable que sin más subvenciones, ni para quemar carbón ni para sus obras de modernización vayan cerrando en los próximos años, así casi el 45% de la producción de electricidad con carbón podría cerrarse en el corto plazo, lo que estaría muy en la línea para la transición hacia un futuro basado sólo en energías renovables, frenar los peores impactos del cambio climático y mitigar los problemas en la salud por contaminación del aire.

Por supuesto sigue siendo imprescindible en cualquier programa electoral para las próximas elecciones concretar un plan con fecha de cierre para el año 2025 de todas las térmicas de carbón en España que ante todo incluya un plan de cierre justo para la minería de carbón garantizando empleos sostenibles.

Otros países como Gran Bretaña y Austria ya han definido su fecha para abandonar el uso del carbón para el año 2025 y gracias a ello ya ven cómo se reduce el uso de este combustible fósil, principal causante de las emisiones de gases de efecto invernadero y del del cambio climático.

Que a ninguno se le olvide que nuestra fuente estratégica local por excelencia son las energías renovables, que el año pasado  (a pesar de que los dos últimos años no se instaló ni un kW de energías renovables) produjeron en España más electricidad que ninguna otra fuente de energía y que ya proporcionan  8,1 millones de empleos en todo mundo.

Con este panorama y con este soplo de aire fresco y esperanza, hoy  hago un guiño especial al cambio, a los valientes y a la participación de todas las personas para construir un mundo verde y en paz! ¡Que ninguna persona deje de luchar!

 

Déjennos soñar con una verdadera Unión Europea, la de la Energía

 Domingo Jiménez

Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundación Renovables 

Hace ya casi 60 años nacía lo que hoy es la Unión Europea y lo hacía de la necesidad de crear nexos socioeconómicos entre los Estados europeos, en particular Francia, Alemania, Italia y el Benelux, para prevenir conflictos bélicos después de dos grandes guerras en 30 años. Lo curioso es que el nexo original fue energético, con el llamado Tratado CECA, Comunidad Europea del Carbón y del Acero, al que se uniría luego el Tratado Euratom para la energía nuclear, que subsistieron como tales hasta que estas comunidades europeas se refundieron en lo que hoy es la Unión Europea (UE).

Esta UE, regida por el Tratado de Lisboa y que fue y sigue siendo un ejemplo precursor de lo que el sociólogo Antonio Castell lama “Estado Red” destinado a suplir a los estados actuales que cederían partes crecientes de sus competencias y poderes a cambio de una mayor eficacia y eficiencia en sus políticas y mayor peso y competitividad en la creciente globalización, se vuelve a encontrar en la encrucijada.

Vassilis

La UE debe decidir ya si lo que queremos es más Europa o más o menos “Estado Red”, partiendo de que la crisis hubiera sido menor si hubiera habido más armonización fiscal y mas unión económica y no solo monetaria, aunque esto nunca interesó ni interesa al Reino Unido que vería peligrar su ventajista City londinense que tan pingües beneficios les genera a costa de perjuicios generalizados para los otros Estados; algo a lo que no sería ajeno el llamado proceso “brexit” de salida de Gran Bretaña (Britains exit).

Hay además otras políticas como la ambiental, por no hablar de la agrícola, cuya comunitarización progresiva ha sido beneficiosa para todos los Estados y ninguno, incluso los más progresistas como Dinamarca o pragmáticos como el Reino Unido, puede decir que hubiera progresado más fuera de la UE. Y esto es válido para las políticas de cambio climático en las que el liderazgo de los Estados dentro de la UE es patente, así como el correspondiente en políticas energéticas para un futuro “descarbonizado” (sin combustibles fósiles) y con ventajas claras para la industria europea de renovables muy presentes en mercados como el de Estados Unidos.

Así que una política energética y de cambio climático, es decir, baja en fósiles e intensa en eficiencia y renovables, en manos hoy de un Comisario español, Arias Cañete que se confiesa converso (otrora fue escéptico activo frente a las renovables) es ya un potente activo de la UE, pudiendo serlo mucho más, y que sin duda se perdería el Reino Unido si se produce su salida de la UE como bien ilustra el informe del IEEP de Londres sobre las consecuencias ambientales y  para las políticas afines de dicha salida.

En esto no se equivocó el Presidente de la Comisión Europea, Juncker,  cuando  definió al iniciar su mandato como su segunda prioridad, después del crecimiento y el empleo, una Unión (europea) de la Energía como buque insignia de su relanzamiento estratégico y de “empoderamiento” (energía en inglés es “power”, poder), dada su dependencia energética (del 50% para la UE y de más del 80% para España si no incluimos como autóctona la nuclear) y por tanto vulnerabilidad, y el importante incremento de los  beneficios económicos y sociales en el caso español.

En la visión de Juncker esta Unión de la Energía implicaría “poner en común los recursos”, “combinar nuestras infraestructuras” y “la unión de los poderes de negociación frente a terceros países”, lo que nos hizo soñar con una Política Energética Común, una PEC, similar a la Política Agrícola Común, que España conoce bien y disfruta aún más, con regulación y recursos financieros comunitarios que podrían incluso provisionarse con una fiscalidad energética comunitaria.

Imaginémonos un apolítica energética y de cambio climático alejada de Ministerios clientelistas como el nuestro de Industria y Energía, muy influido por los oligopolios energético y eléctrico y sus intereses, como lo ha estado en las dos últimas legislaturas, una del PP y otra del PSOE, y en las que los pocos progresos se han debido a la incipiente política energética comunitaria.

Imaginémonos una Política Energética Común que hubiera estado vigente en el último decenio: según las propuestas de la Comisión Europea, hasta ahora abortadas por sus limitadas competencias, habría elevado los objetivos para energía y cambio climático de 2020, así como de 2030 que son los comprometidos con Naciones Unidas, lo que habría evitado que en 2015 la UE fuera la única región en el mundo en la que bajaron las inversiones en renovables, con todo lo que esto representa para el pujante sector  europeo, y en el caso español, el déficit de tarifa, unos precios de la electricidad superiores a la media europea, una regulación deficiente de las renovables cuyos efectos finalmente tienen que pagar los pequeños inversores, y favorecido una participación muy superior de las renovables en la generación eléctrica con una mayor participación del autoconsumo, potenciado en vez de frenado, y que en el caso de la fotovoltaica nos habría situado al menos al nivel de Alemania, con ocho veces más de potencia instalada que España cuando su nivel de irradiación solar es muy inferior, mayores y mejores interconexiones …y mucho más.

Y sobre todo imaginemos el futuro si la visión del Presidente Juncker se hubiera ya traducido en una propuesta de Política Energética Común, como perfilaba en su discurso y pedía la Fundación Renovables en su propuesta para las elecciones al  Parlamento Europeo, en lugar de en un reforzamiento de las políticas energéticas actuales (aunque sea importante en materia de interconexiones entre los Estados miembros) como plantea  la propuesta  de la Comisión “para una energía segura, sostenible, competitiva y asequible para todos los europeos“ en la que se ha concretado la Unión de la Energía de Juncker.

Tanto por la última comunicación de la Comisión sobre el Estado de la Unión de la Energía, que por cierto muestra como el empleo en el sector de las energías renovables ha caído en picado en España, con un porcentaje sobre el total de un tercio de la media comunitaria, como por una reciente reunión con el Vicepresidente de la Comisión Maroš Šefčovič, responsable de la Unión de la Energía, hemos podido comprobar que la Comisión parece haberse plegado, al menos por el momento, a las presiones de los países más resistentes a lo que sería una política energética y de cambio climático más ambiciosa que derive en una Política Energética Común.

Afortunadamente, en esta poco ambiciosa Agenda de la Comisión para 2016, una prioridad es el diseño y la regulación del mercado eléctrico a nivel comunitario, ya que lo piden hasta empresas eléctricas españolas como Iberdrola, ante los escasos avances en su liberación y el persistente caos regulatorio entre los Estados miembros, lo que podría, debidamente planteado, avanzar en la legitimación de la Comisión y en esta ensoñación de una Política Energética Común. Una PEC que seguro sería un vector de cambio del modelo energético y con ello del modelo de progreso de la UE y de España que bien lo necesitamos y podría contribuir a recuperar el músculo de la UE e ilusionar a los ciudadanos europeos ya que para la Comisión la Unión de la Energía implica colocar en el centro al ciudadano, al usuario, “empoderándolo” en particular con el autoconsumo, que bien merecería regularse a nivel comunitario. A ver si el Comisario Arias Cañete nos echa una mano.

Y el Oscar es para… ¿Pedro Sánchez?

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José Luis García – Responsable del Área de Energía y Cambio Climático

de Greenpeace España 

El actor Leonardo DiCaprio ha sido muy claro y contundente al recibir el Oscar al mejor actor, y ha declarado convencido que “el cambio climático es real. Está pasando ahora mismo. Es la amenaza más urgente que afronta toda nuestra especie y tenemos que trabajar juntos colectivamente”.

El cambio climático importa y mucho, no es porque lo diga DiCaprio, es que toda la comunidad científica lo lleva advirtiendo desde hace años y los datos se suceden hasta sobrepasar las dudas de cualquier escéptico. Año tras año suben las temperaturas mundiales, 2015 ha sido con diferencia el año más caluroso desde que se tienen registros, y 2016 ha empezado superando en enero a todos los eneros conocidos.

Leonardo DiCaprio

Leonardo DiCaprio recibe su primer Oscar por su papel en ‘El renacido’ (GTRES)

Es una buena noticia que el cambio climático se asome con tanta preeminencia a las pantallas de la máxima audiencia, sobre todo porque parece que, en este país, tan absorbido por las disputas políticas y la incertidumbre sobre quién logrará acceder a la Moncloa, nos estamos olvidando de lo que realmente importa.

¿Se han olvidado del cambio climático a la hora de negociar el nuevo gobierno? No podemos decir que se haya ignorado, está presente en los acuerdos que se negocian y hay que reconocer la voluntad y el empeño de quienes lo han llevado hasta ahí. Sin embargo, a la hora de plantear lo que toca hacer para afrontarlo, entonces nos diluimos en las vaguedades y las generalidades. Todos saben que el mayor causante del cambio climático es el CO2, que este gas se produce al quemar los combustibles fósiles que nutren de energía a nuestro sistema económico, pero ¡ay!, qué difícil es atreverse a proponer compromisos concretos.

Y no debería ser tan difícil. Basta tomar en consideración el histórico Acuerdo de París,  entre 195 países al que se llegó en diciembre con el objetivo de mantener el incremento de la temperatura media mundial bien por debajo de 2ºC, concentrando los esfuerzos para limitarlo a 1,5ºC. Ese objetivo solo se puede alcanzar poniendo fin a la era de los combustibles fósiles. Pero lo que los países han prometido hacer no permite alcanzar ese objetivo: por ese camino el calentamiento llegaría por lo menos a 3ºC. La conclusión es evidente: hay que hacer algo más, bastante más, de lo previsto.

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Señor candidato, ¿la energía no es una prioridad?

Sergio de Otto – Periodista especializado en energía y sostenibilidadsergiodeottomini

Lo dijo Pedro Sánchez varias veces, muchas veces, en su discurso de investidura: “necesitamos, debemos cambiar la forma de gobernar, de hacer política”. Si el discurso del candidato socialista recurrió a la reiteración en sus apelaciones al diálogo, al acuerdo, al pacto, a “ponernos a trabajar la semana próxima”, cuando abordó el tema de la energía o de la lucha contra el cambio climático pasó muy deprisa, demasiado deprisa, sin la convicción y el empeño plagado de “buenismo” que empleó en otros momentos.

Menos de un minuto para abordar el reto más importante que tiene planteado la humanidad como lo es el cambio climático y referirse a una de las recetas más importantes para afrontarlo, la transición energética, es poco tiempo. Anunció una Ley de Cambio Climático de la que no adelantó un solo dato sobre su posible contenido. Y cuando habló de transición energética “que combata firmemente el cambio climático” redujo la ambición de la misma (recogiendo los términos del acuerdo con Ciudadanos firmado la semana pasada): “un objetivo último: alcanzar un sistema energético eficiente, innovador y sostenible, que siente las bases para un sector eléctrico más autosuficiente, basado en las energías renovables, en 2050”. Una expresión equívoca que da a entender que se pretende que solo sea autosuficiente el sistema eléctrico que hoy por hoy es apenas el 25 por ciento de nuestro sistema energético. Si no se hace una referencia a la electrificación del transporte y a otros usos domésticos e industriales de la energía la anunciada transición energética sería ridícula y no haría posible su intención de lograr una “reducción de emisiones de CO2 compatible con los recientes compromisos de París”. Lee el resto de la entrada »