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Fridays for Future, cargados de razón

La juventud siempre mira para adelante y por eso siempre ha sido visionaria. Les preocupa su futuro y, sin embargo, no tienen acceso a las instituciones y en muchos casos ni siquiera la edad para votar. De ahí viene su fuerza, de su frustración de no poder actuar, cuando los jóvenes de ahora, nacidos en plena era digital, son las generaciones más informadas de la historia. Pero han encontrado los medios para hacer valer sus preocupaciones: las redes sociales para multiplicarse y contagiarse, y la huelga estudiantil, en este caso con el apellido de climática.

La rebeldía de Greta Thumberg, la niña sueca de 15 años que conocemos a raíz de su intervención a finales de enero en el Foro de Davos, ha alumbrado un movimiento global, organizado, histórico y esperanzador y le ha valido ser nominada al Nobel de la Paz, tal y como se ha conocido hoy mismo.  La iniciativa de Greta de no presentarse a clase los viernes para denunciar ante el Parlamento de Estocolmo que el mundo financiero, empresarial y político no está asumiendo la responsabilidad que le corresponde en la lucha contra el cambio climático ha sido secundada con el apoyo de muchos jóvenes a lo largo del planeta que se han movilizado para hacer lo propio en sus ciudades.

Hay especialmente una frase de Thumberg, que pronunció a finales de febrero ante el Consejo Económico y Social Europeo, que resume el espíritu de este movimiento: «Nos dicen que somos jóvenes, pero no hay tiempo para esperar a que crezcamos y nos hagamos cargo«. Tanta pasión nunca estuvo respaldada por tanta razón. De ahí que, desde todas las esferas de la política, de la empresa y de la sociedad civil, sean pocos los que no animen a los estudiantes a secundar la huelga que el movimiento -conocido como #FridaysforFuture, el hashtag que usan en Twitter- ha convocado para hoy.

El espíritu de este movimiento: «Nos dicen que somos jóvenes, pero no hay tiempo para esperar a que crezcamos y nos hagamos cargo«

Argumentos no les faltan. Esta misma semana hemos conocido en España el primero de tres informes sobre «Descarbonización en España», elaborado por el Observatorio de la Sostenibilidad, que afirma que la temperatura media de nuestro país ha subido 1,57 grados centígrados desde 1965. El gran acelerón ha sido entre 1988 y 2018 cuando aumentó 0,87 grados. Las previsiones que recoge el documento para el año 2050 apuntan a que podríamos alcanzar 2,61 grados centígrados de subida media de las temperaturas si no somos más ambiciosos tanto en la reducción de emisiones como en la aplicación de medidas de mitigación.

Fuente: Observatorio de la Energía

Todo ello, unido al cambio en los patrones de las lluvias hará que se resienta nuestra economía, y nuestra salud. La reducción de emisiones y partículas contaminantes -que conduce a un único camino que es el de la descarbonización en todos los sectores- no sólo encuentra justificación, por otra parte más que suficiente, en la lucha contra el cambio climático: nuestra salud, en sí misma, está en juego. Lo estamos viendo continuamente en los medios de comunicación.

«En el caso de España, la principal fuente de contaminación atmosférica se encuentra en la quema de combustibles fósiles por los sectores energético, del transporte y de la industria«, afirmaba la semana pasada el Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA) con motivo de la presentación de su informe “Un oscuro panorama: las secuelas del carbón” que vincula las emisiones de las centrales térmicas de carbón con 1,529 muertes prematuras.

Esta misma semana el European Heart Journal ha publicado los resultados de un estudio realizado por investigadores del Instituto Max-Plank de Química y la Universidad Médica de Mainz que afirma que la tasa de mortalidad mundial debida a la contaminación del aire es de alrededor de 8,8 millones por año, cuando hasta ahora se asumía que ascendía a la mitad, 4,5 millones de personas al año.

La investigación afirma que la mala calidad del aire se encuentra entre los riesgos de salud más graves (hipertensión, diabetes, obesidad o tabaquismo). Especialmente asocia las partículas finas con un alto riesgo de mortalidad y advierte de que puede conducir a enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

Greta suele aludir en sus intervenciones el «Informe Especial sobre un 1,5ºC de calentamiento global» que dio a conocer el  Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) el pasado mes de octubre, un documento tajante y taxativo: con los objetivos climáticos actuales a partir de 2030 ya será imposible lograr contener durante este siglo la subida de la temperatura media del planeta a 1.5°C respecto a los niveles preindustriales, como aconseja. Es decir, quedarían doce años. Parece que la urgencia es necesaria y no retórica fácil del discurso ecologista.   

Con los objetivos climáticos actuales a partir de 2030 ya será imposible lograr contener durante este siglo la subida de la temperatura media del planeta a 1.5°C respecto a los niveles preindustriales, según el IPCC

El informe destaca que si en vez de limitar el calentamiento global a 2ºC nos comprometemos a limitarlo a 1.5°C (el compromiso del Acuerdo de París es mantener el aumento por debajo de los 2˚C y proseguir con los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5˚C) conseguiríamos: que para 2100 el aumento del nivel del mar global fuera 10 cm más bajo; que la probabilidad de ver el Océano Ártico libre de hielo marino en verano se diera una vez por siglo y no una vez por década, como poco, o que los arrecifes de coral disminuyesen en un 70-90 por ciento y no que desaparezcan prácticamente todos (> 99 por ciento).

Además, como recuerda Greenpeace en su documento «El momento de la verdad. Las principales conclusiones del informe especial del IPCC sobre 1,5°C de calentamiento«, si aspiramos a un escenario de 1,5°C en lugar de a uno con un incremento de la temperatura media del planeta de 2ºC conseguiríamos:

-Salvar a 420 millones de personas de la exposición a olas de calor extremas frecuentes

-Reducir en un 50% el porcentaje de población mundial expuesta a un aumento de escasez de agua por el clima

-Evitar exponer a 10 millones de personas a riesgos relacionados con la subida del nivel del mar

-Disminuir en un 50% el número de especies de plantas y vertebrados proyectadas a perder más de la mitad de su diversidad.

También lograríamos reducir cuatro veces el número de personas expuestas a riesgos climáticos multisectoriales y vulnerables a la pobreza. Los jóvenes lo saben. Y nosotros. Y cómo combatirlo también. Ahí lo dejo.

Elena Alonso Asensio – Responsable de Comunicación de Fundación Renovables