Joan Herrera – Exdiputado
Te imaginas que un buen día decides bajar el precio de tu factura de la luz o poner unas placas fotovoltaicas en tu casa y todo son facilidades. Te imaginas que a unas paradas de metro o de bus hay una oficina donde te atienden y te explican cómo hacerlo. Es mucho imaginar, pero en esas oficinas podrías llegar y explicar cuál es tu problema y qué quieres; que si en la escalera tenéis malos aislantes y demasiada humedad; que si disponéis de una cubierta inmensa y espacio para poner places solares y así autoabasteceros e incluso sacar algún dinero…
En esa oficina participarían empresas del sector que se pondrían de acuerdo para hacerte una propuesta. Es más, colaborarían entre ellas, algo frecuente en muchos países, y te dirían cómo invertir, con qué ritmo y el tiempo necesario para que tu casa, tu edificio o tu empresa tenga un balance energético neto, o dicho de forma más común, produzca tanta energía como la que gasta. Te imaginas que además la propuesta de rehabilitación hiciese que tu casa o tu centro de trabajo no solo fuesen más eficientes sino más habitables, con más confort, más luz, más accesible, con más espacios abiertos y mejores espacios propios y comunes.
Puestos a imaginar, imagínate que antes de salir de las oficinas te preguntasen cómo quieres financiar la inversión y te diesen un par de opciones. La primera con una inversión directa, y que la segunda opción fuese hacer la rehabilitación energética financiándola con los ahorros que conseguirías. Es decir, que si consigues ahorrar en la factura de la luz y del gas, esos mismos ahorros fuesen los que pagasen la rehabilitación. Los primeros años no pagarías más por el recibo de la luz o del gas, pero una vez amortizada la inversión, tu factura energética se reduciría de forma extraordinaria.
Si eso fuese posible, puedes imaginar que se crearían multitud de puestos de trabajo. Y que las empresas que colaborasen conseguirían no solo la eficiencia sino un sector industrial potente, intensivo en mano de obra, con mucha gente trabajando e innovando en la utilización de algo que es habitual en nuestro país: el viento y el sol. El ahorro, tu ahorro, serviría para generar puestos de trabajo y también para bajar tus facturas, pudiendo destinar ese dinero a otras cosas.