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Desvelado: el carbón paga el negacionismo climático

José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

combustible fosil - dominio publico

Que el negacionismo climático está financiado por las grandes empresas que basan su negocio en los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas) era un secreto a voces desde hace mucho tiempo. Pero ahora ha aparecido una prueba tan contundente como inesperada.

La mayor compañía carbonera privada del mundo, la norteamericana Peabody Energy, ha quebrado. Y al hacerlo, se han puesto en marcha los procedimientos legales de liquidación. Y eso ha obligado a hacer público en qué se gastaba el dinero la empresa y a quién iba destinado.

Así se ha sabido, gracias a la documentación revelada por el Center for Media and Democracy (CMD/PRWatch), cómo Peabody ha estado financiando toda una red de individuos, científicos, ONGs y organizaciones políticas que abanderan el negacionismo climático y se oponen a los esfuerzos para frenarlo.

Aunque los documentos que se han conocido hasta ahora no muestran las cantidades o las fechas exactas de los pagos, sí que listan los actuales acreedores, con lo que por primera vez queda demostrado que Peabody Energy tiene lazos financieros con una gran parte de la red de grupos que promueven la desinformación sobre el cambio climático.

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El lado oscuro de Iberdrola

jose_luis_garcia 

José Luis García – Responsable del Área de Energía y Cambio Climático

 de Greenpeace España

Iberdrola, la mayor eléctrica de España se esfuerza  por proyectar su mejor imagen pública en estos días en que celebra su Junta General de Accionistas. Para ello, no ha dudado en hacer gestos tan esforzados como el del pedaleo de su presidente para generar electricidad de una manera “alternativa”. ¿Pero es tan luminosa la realidad como la presentan?

Si observamos la historia de la compañía, producto de la fusión de algunas de las mayores eléctricas españolas, allá por los años 90, hubo un momento en que Iberdrola trató de hacer algo diferente. Cuando en 1997 se liberalizó (parcialmente) el sector eléctrico, esta compañía trató de distinguirse de sus compañeras del oligopolio y, habiendo observado cómo otras empresas estaban desarrollando con éxito la implantación de parques eólicos, se subió con tal fuerza a este carro que, en pocos años, llegó a ser líder eólico en España e incluso a nivel mundial. Esa incursión en el mundo renovable vino acompañada de un discurso de preocupación por el cambio climático que hacía pensar en un interés ambiental encomiable para una empresa de estas características. Al resto de renovables las trataba con mucho más desdén, todo hay que decirlo.

Miembros de Greenpeace despliegan una pancarta en la sede de Iberdrola de Madrid (Greenpeace)

Miembros de Greenpeace despliegan una pancarta en la sede de Iberdrola de Madrid (Greenpeace)

Pero cuando las renovables, y no sólo la eólica, crecieron más de lo esperado, y sobre todo, aparecieron nuevas tecnologías renovables y nuevas empresas, Iberdrola decidió cambiar de estrategia. De impulsor de las renovables pasó a ganarse el título de “enemigo de las renovables” que Greenpeace le concedió. ¿Por qué? Porque durante muchos años estuvo invirtiendo no sólo en energía eólica sino en centrales térmicas de gas, mientras que mantenía íntegras todas sus actividades nucleares. Y resultó que unas competían con otras. Y ahí apareció el verdadero rostro de Iberdrola, donde con tal de defender sus intereses en energía sucia, era capaz, como Saturno, de devorar a sus hijos renovables.

Esto no es ninguna hipérbole, pues gracias al inmenso poder que otorgan las puertas giratorias y al patrocinio que alimenta medios de comunicación, el sector eléctrico, de nuevo unido en su oligopolio y liderado en la sombra por la compañía de las tres hojitas, puso en marcha una demoledora campaña para demonizar a las energías renovables hasta la muerte. Fue de hecho esa campaña, en la que se acusaba a las renovables de todos los males imaginables, uno de los motivos por los que un grupo de personas decidimos poner en marcha la Fundación Renovables, para defender estas energías de tan furibundo e injustificable ataque.

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Se busca Gobierno que gobierne contra el cambio climático

Domingo Jiménez

Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundación Renovables 

No hay duda de que el sistema energético español es insostenible, dilapidamos energía que además es en gran parte importada. Estas importaciones equivalen, en coste, a los ingresos netos del turismo, ¡que ya es decir!, y, lo que es peor, están basadas en combustibles fósiles lo que significa no solo elevadas emisiones de Gases de Efecto Invernadero sino además alta contaminación atmosférica en nuestras ciudades.

Mano sujetando bola del mundo

Pero tampoco hay duda de que este sistema energético podría y puede ser en el futuro muy diferente para España, mucho más sostenible en términos no solo ambientales sino también económicos y sociales. La cuestión es cuál es ese escenario energético con futuro y como se llega a él y en esto nos ayuda el desafío del cambio climático.

Hace ya años Greenpeace, siempre tan certera en sus slogans lanzó el de ‘De Cambio Climático a clímax para el cambio’ anticipando la propuesta reciente de Naomi Klein en su libro ‘Esto lo Cambia Todo. Capitalismo contra el Clima’ en el que califica el desafío del cambio climático como “la narrativa más fuerte para cambiar la economía capitalista” o el capitalismo salvaje.

Es decir, el cambio climático nos ha cargado de razón para hacer lo que en cualquier caso habría que hacer: cambiar el sistema energético y el modelo de producción y consumo y descarbonizar (y para ello desenergizar y desmaterializar) la economía, logrando así un modelo económico deseable aunque no hubiera cambio climático. Además, el propio cambio climático nos ha dado una dimensión del cambio y de la urgencia del mismo: necesaria descarbonización casi total de la economía global en 2100, hasta del 95% en la UE (con una reducción del consumo energético del 40%) y hasta del 60% a nivel global en 2050.

Así que ya sabemos dónde debe estar también España en 2050 como país que se beneficiaría de liderar el cambio, sin prácticamente combustibles ni carburantes fósiles (por supuesto sin nucleares, insostenibles por muchas otras razones) y con un consumo energético cercano a la mitad del actual. La cuestión es que este escenario, no solo necesario sino también oportuno y ventajoso, tiene verdaderamente futuro, particularmente para España.

Algo que también ha conseguido el desafío del cambio climático, como bien ha reflejado la Cumbre del Clima de Paris del pasado diciembre, es poner (o más bien recuperar) para la agenda global una tecnología verdaderamente disruptiva como son las energías de fuentes renovables, que nunca debimos abandonar, pero que la ficción y consiguiente adición a los combustibles fósiles, como decía George Bush padre, puso en vía muerta.

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