Entradas etiquetadas como ‘gas’

Gas fósil en transporte. Nuevo informe de T&E ¿Estamos locos?

La UE se ha comprometido a reducir sus emisiones entre el 80% y el 95% en 2050. La mayor parte de las emisiones corresponden a la generación de electricidad, el transporte y la calefacción. Pero una tercera parte están repartidas entre agricultura, ganadería, procesos industriales, bosques, residuos y otros. Para descarbonizar algunos de estos procesos (ganadería, industria) o bien carecemos por el momento de la tecnología o bien es demasiado cara. Simultáneamente, la demanda de bienes y servicios, incluida la energía, seguirá subiendo en la UE y en el resto del mundo. Por lo tanto, para poder cumplir sus objetivos, la UE deberá apostar por programas ambiciosos de Eficiencia, Electricidad Renovable y Electrificación del Transporte y la Calefacción. Por lo tanto, en 2050 las emisiones por Electricidad, Transporte y Calefacción deberán ser CERO o Casi-CERO.

gas

Fuente: www.transportenvironment.org

Hay un intento por parte de las grandes empresas de Oil&Gas de realizar esa transición con gas fósil. Con la pretensión de que el gas es limpio y el complemento necesario para la generación renovable y el camino hacia el gas renovable: biometano e hidrógeno.

El gas natural no es limpio. Al quemarlo produce el 85-90% del CO2 que producen la gasolina o el gasóleo (del tanque a la rueda, Tank-to-Wheels, TTW). Pero al extraerlo, licuarlo, transportarlo, regasificarlo y distribuirlo, se producen fugas de metano. Y el metano es entre 28 y 86 veces más potente que el CO2 atrapando calor (dependiendo de que repartamos su efecto en 100 o en 20 años, respectivamente). Aceptando un valor intermedio, digamos 50, bastaría con fugas acumuladas del 1% para que el efecto invernadero del Pozo al Tanque fuera el 50%, (Well to Tank, WTT). Es decir, el efecto invernadero TOTAL del gas natural es comparable al de los demás hidrocarburos, gasolina o gasóleo. “Es mejor para la calidad del aire”, dicen. Bueno, es casi lo mismo, según veremos.

En conclusión, utilizar el gas para una transición hacia la descarbonización es como beber brandy (38º) en lugar de vodka (41º) en el camino hacia la desalcoholización.

Transport & Environment ha publicado hoy este informe-tesis de 80 páginas, titulado Vehículos y buques propulsados por gas natural: Los hechos, donde analizan los impactos ambientales del uso masivo del gas fósil en transporte terrestre y marítimo. Y estas son sus conclusiones:

1.- Efecto climático

Las emisiones del pozo a la rueda (o a la hélice) de los vehículos a gas son entre el 88% y el 109% de las emisiones con diésel.

Para turismos, ese rango está entre el 93% y el 106% comparado con turismos equivalentes a gasóleo. Para camiones, estiman que el rango es entre el 98% y el 105% comparando con el mejor camión a gasóleo y dependiendo de la tecnología. Para el transporte marítimo, ese rango es entre el 88% y el 109% comparando con el gasóleo marino (MGO).

Los datos definitivos dependen de las fugas de metano. Y estas son muy difíciles de medir. En algunos procesos, como el fracking, las fugas son inmensas e imposibles de medir. En otros procesos, como extracción, licuefacción, transporte, regasificación y distribución… depende de muchos factores, de los países en los que están esas infraestructuras y de su estado de conservación. En 2010, el metano representó el 20% de las emisiones mundiales de gases invernadero. Alcanzaron las 550 Mt y crecen cada año en unas 25 Mt, de las cuales, 17 Mt se atribuyen a la extracción de Oil&Gas.

2.- Efecto en la calidad del aire

Los turismos a gas emiten NOx y partículas a niveles parecidos a los equivalentes a gasolina y algo menos que sus equivalentes a gasóleo que cumplen con los límites RDE. Pero los gasóleo Euro 7 serán comparables al gas o la gasolina en este apartado.

Para camiones, ni el GNL ni el GNC ofrecen mejoras significativas  con respecto a los Euro VI.

Para buques, la ventaja del GNL es clara, solo si la comparamos con el fuel oil pesado (HFO), pero se pueden conseguir emisiones similares equipando los buques con sistemas de postratamiento SCR y DPF y utilizando el gasóleo marino (MGO) de bajo contenido en azufre.

gas

Fuente: https://www.transportenvironment.org

3.- Biometano

Sin duda, el metano de origen en vertederos, granjas, residuos, etc. puede considerarse sin emisiones NETAS, pues ese metano ya existe. Por lo que lo mejor que podemos hacer es quemarlo. Por desgracia, el potencial de este combustible lo calculan entre un 6,2% y un 9,5% de las necesidades del transporte… Hay mejores usos de este gas, por ejemplo, descarbonizar la calefacción o la electricidad en el sitio donde se produzca. Sin tener que transportarlo a las gasineras.

4.- Fiscalidad

Hoy el gas fósil apenas contribuye a los impuestos de hidrocarburos en la UE. Su única posibilidad de expansión desde el punto de vista comercial es que esas exenciones fiscales se mantengan. De media, en la UE, el gas paga 9,51€/GJ menos que el gasóleo y 16,21€/GJ menos que la gasolina. En España, el gas natural de movilidad ni siquiera contribuye al mantenimiento de las carreteras. Esto no tiene ningún sentido.

5.- La transición hacia el futuro utilizando GAS

La transición masiva hacia el gas requeriría inversiones billonarias en infraestructuras, en vehículos y redes de distribución. Y mantener el apoyo fiscal permanente a un combustible casi tan nocivo como lo que se quiere erradicar. En una región, la UE, que apenas produce gas fósil y que debería multiplicar sus importaciones de Rusia, Norte de África y EEUU (LNG) ¿Estamos locos?

Lo que la UE debe hacer es apostar con ambición por la movilidad de emisiones CERO.

 Anexo:

gas

Fuente: https://www.transportenvironment.org

La Tabla 6 del informe (arriba) muestra las emisiones de cinco modelos “iguales”, de prestaciones similares, con los datos oficiales del fabricante. Y sus emisiones desglosadas, del tanque a la rueda (TTW, emisiones en uso) + del pozo al tanque (WTT, de la cadena de suministro). Los resultados son inapelables: el coche a gas-gasolina emite entre 123 y 149 gramos/km, lo mismo o más que el de gasolina (130) o el de gasóleo (132). Solo el eléctrico a baterías emite 36 g/km, según el mix de generación UE 2017. Además, ese mix será tendente a CERO en 2050.

Por Emilio de las Heras – Experto en Cambio Climático y Economía "

España, un país resignado irresponsablemente a la dependencia energética

Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de la Fundación Renovables

La semana pasada se presentó en el Club Español de la Energía, como en años anteriores, el Balance Energético Español del 2016 y las perspectivas para 2017.

En el balance del año pasado, que tanto el Gobierno como los representantes sectoriales presentaron, se constató como España sigue siendo un país altamente dependiente del exterior en materia energética, dato que tozudamente se repite sin que nadie dé una explicación ni por supuesto asuma la mínima responsabilidad para lograr una progresión positiva con la reducción del mismo.

Nuestra dependencia del exterior, según los datos presentados, supone que el 72,3% de la energía que consumimos la importamos, valor que comparado con la media de la Unión Europea mantiene una diferencia de casi 20 puntos porcentuales. Cifra que, además, no se corresponde con la realidad ya que en su cómputo se supone que el combustible nuclear tiene origen español cuando en realidad importamos la materia prima, aunque lo procesemos aquí. Si se considerara la nuclear como importada la cifra de nuestra dependencia se elevaría hasta casi un 80%.

Que en España importamos prácticamente el 100% del petróleo – 99,8% – y del gas natural, al carecer de yacimientos propios, que el carbón que tenemos no es rentable quemarlo sin ayudas y que por cada 10$/barril que sube el petróleo nuestra balanza comercial se deteriora 6.000 M€/año, lo sabemos todos, lo que quizás nunca nos hayamos planteado es que nuestra política energética y fiscal favorece su consumo y que tenemos por voluntad propia una economía ineficiente en cuanto a la relación PIB/energía consumida si nos comparamos con los países de nuestro entorno. Es decir, para producir bienes y servicios, necesitamos consumir más energía, en este caso importada, que nuestros competidores.

Lee el resto de la entrada »

Liberémonos de los combustibles fósiles

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

central de carbón

Este mes de marzo, un movimiento de personas de todos los rincones del planeta se pone en pie para hacer frente al cambio climático: un movimiento que exige liberar al planeta de la tiranía de los combustibles fósiles.

Cada vez más personas, comunidades, países, sufren las consecuencias del cambio climático, y no están dispuestas a permanecer impasibles hasta que esos impactos hagan su tierra inhabitable. Con el lema común de “Break Free”, una ola mundial de personas se levanta contra las energías sucias que causan el cambio climático. Unimos fuerzas para proteger a las comunidades vulnerables de los sucesos meteorológicos extremos y de las corporaciones del petróleo, carbón o gas que envenenan nuestro aire, ocupan nuestra tierra y secuestran a nuestros gobiernos. Es un movimiento ciudadano pacífico, unido y decidido a acabar con la era de la energía sucia y a empujar una transición justa a un futuro más limpio y sostenible.

La realidad del cambio climático exige una reacción inmediata y ambiciosa: para evitar sus peores consecuencias, no hay que permitir que el calentamiento global supere 1,5ºC, tal como ha quedado recogido en el Acuerdo de París. Es el gran reto de nuestro siglo. Puede parecer algo de un futuro lejano, pero un niño o niña que nace hoy, aún estará en la escuela en 2030, y puede seguir viviendo en el año 2100. Las decisiones que tomemos hoy determinarán si estas personas y sus hijos e hijas heredarán un planeta habitable.

Los datos científicos indican que más del 80% de las reservas conocidas de carbón, la mitad de las de gas y un tercio de las de petróleo deben dejarse bajo tierra para evitar un calentamiento de 2ºC. Para no superar 1,5ºC, no puede abrirse ni una nueva mina de carbón, ni pozo de petróleo ni de gas. Las centrales térmicas tienen que tener fecha de caducidad, empezando por las de carbón, que en nuestro país deberían estar cerradas todas en 2025.

Lee el resto de la entrada »

El origen de nuestra energía

Por Juan Castro – Gil – Abogado y Secretario de ANPIER

Mapa

Escribo este artículo el mismo día en que hemos conocido que el planeta ha batido todos los récords de emisiones de CO2, en la misma semana en la que el secretario de estado de energía se ha preguntado públicamente ¿qué significa eso de la transición energética?, en el mismo mes en que hemos descubierto que el gobierno en funciones tiene previsto seguir subvencionando carbón para generar electricidad, en el mismo año en el que prácticamente no se ha instalado ni una chispa de potencia renovable en España.

Un lector objetivo podría preguntarse sobre la conveniencia de todos estos acontecimientos amparados por cuestiones económicas o  geoestratégicas de mayor calado. Puede ser.

Para analizar esa cuestión, es muy interesante vincular varios datos de fuentes públicas: por un lado, el origen de las materias primas fósiles que se queman o procesan en España para generar energía, para lo que sugiero el interesante trabajo de ODG; por otro, con cualquiera de los enlaces de información del Ministerio de Asuntos Exteriores o páginas  independientes sobre conflictos armados.

Así, podemos encontrarnos con que en España compramos en torno al 65% del gas y del petróleo que quemamos y transformamos a países con conflictos armados endémicos y/o con sistemas de gobierno muy complejos o al borde del colapso, tales como Argelia, Nigeria, Libia, Irán, Egipto o Rusia. Asimismo, compramos más de la mitad del uranio que procesan nuestras plantas nucleares a países que nos inspiran tanta confianza sus relaciones comerciales como Rusia, Namibia o Níger.

Lee el resto de la entrada »

España pierde gas

Por Hugo Morán – Exdiputado

central_cc_puerto_barcelona

Este pasado lunes 19 me sorprendía el siguiente titular en un medio de comunicación: “Cepsa da un portazo a España al vender Medgaz y dejarla sin el control del gas”. Pensé que a muchas personas podría resultarles sorprendente el hecho de que una empresa española de referencia pusiese en marcha una operación como ésta, destinada a menoscabar intereses estratégicos de su propio país para beneficiar a terceros. Sería tanto como pegarse un tiro en el pie.

Y efectivamente ésta sería la conclusión normal a la que llegaría cualquier ciudadano que, de buena fe, hubiese venido dando por bueno el discurso que nos han venido endosando durante años las empresas y las propias instituciones, comenzando por el Gobierno de la nación, respecto al carácter estratégico de grandes marcas vinculadas al sector de la energía que son hoy referentes de la marca España a nivel mundial.

Pero basta solo un pequeño saltito, del titular al cuerpo de la noticia, para encontrarse con una sencilla explicación que despejará de un plumazo buena parte de los interrogantes del atribulado lector: “La compañía española controlada por Abu Dhabi responde con la venta del gasoducto a las negociaciones de Industria con Irán para instalar una refinería en nuestro país”. Pues sí, apreciadísimo compatriota, Cepsa, esa empresa cuya españolidad te hacía sacar pecho ante los foráneos como quien presume de selección campeona del mundo, hace años que rinde cuentas ante sus verdaderos propietarios, que asientan sus reales a unos cuantos miles de kilómetros de nuestras fronteras.

Y un poco más adelante se hace el análisis de las consecuencias que se derivarán de la decisión que encabeza el artículo al que me refiero: “España está a punto de perder el control del gas que llega al país y que…Cepsa, la compañía española, pero propiedad de Abu Dhabi desde hace seis años, ha decidido poner a la venta el 42% de Medgaz, la empresa compartida entre el Gobierno español y el de Argelia y que garantiza la energía a la península Ibérica”. Pero no se trata de reproducir en este espacio el resto de la noticia, sino de incorporar una sucinta reflexión sobre cómo hemos llegado hasta aquí.

Hace años que se nos viene bombardeando con la matraca de la enorme oportunidad geoestratégica que supondría para nuestro país el apostar decididamente por el gas como factor de desarrollo económico. España va a convertirse en el gran suministrador de gas para toda Europa, sustituyendo así a Rusia y poniendo fin a la enorme inseguridad que representa para la UE la dependencia de las decisiones caprichosas de Putin y sus oscuros intereses expansionistas.

Pero todo ha sido o una irresponsable ensoñación si la juzgamos benévolamente, o una alevosa mentira si decidimos no aplicar paños calientes.

  •  ¿Cómo podría nunca España, que no cuenta con reservas de gas propias ni para alimentar un mechero, sustituir a la Federación Rusa como suministradora de referencia para todos los países europeos?
  • ¿Con qué criterio se ha podido desplegar el milmillonario reguero de fondos públicos que han financiado infraestructuras gasísticas de todo tipo, alguna de las cuales ni siquiera ha llegado a entrar en funcionamiento, ni lo hará nunca?
  • ¿Qué mentes privilegiadas han sido las que han asentado decisiones de orden legislativo y presupuestario que implicarán prorrogar gravosas cuotas de dependencia energética exterior, en lugar de emplearse en desarrollar la puesta en valor de recursos propios?

En fin, no le demos demasiadas vueltas a la cosa. ¿Por qué nos han engañado de forma tan desvergonzada?, ¿alguien va a responder por ello?

La insaciable codicia de los señores del gas

Sergio de Otto – Periodista especializado en energía

Central de ciclo combinado

En este blog en el que se aborda la energía como derecho y no como negocio de unos pocos, tal y como se expone con total claridad en el documento de la Fundación Renovables “La energía como vector de cambio para una nueva sociedad y una nueva economía”, no podíamos dejar pasar por alto el insulto a la inteligencia, el desprecio al mínimo decoro, la insolencia o el despropósito que supone la decisión de  Gas Natural Fenosa de presentar una demanda por responsabilidad patrimonial contra el Estado “por el impacto que ha tenido en su cuenta de resultados la expulsión de sus centrales térmicas de gas del mercado desde el año 2009”.

La compañía que dirigen Salvador Gabarró y Rafael Villaseca pretende que los contribuyentes españoles paguemos de nuestro bolsillo, todavía más, su error estratégico de apostar por las centrales térmicas de gas de ciclo combinado de las que cuentan con mayor potencia que ningún otro actor. Digo que “todavía más” porque  ese error se lo estamos pagando ya los consumidores eléctricos en concepto de desproporcionados pagos por capacidad con cientos de millones de euros cada año, un “regalo” como comentaba recientemente en estas páginas.

Como los 1.506 millones de euros de beneficios del ejercicio 2015 o los 1.462 millones de euros de 2014 no satisfacen la codicia de los señores del gas ahora tienen la osadía de reclamarnos 400 millones argumentando que el Ministerio de Industria ha distorsionado el mercado eléctrico al incentivar las energías renovables mientras se desplomaba la demanda de electricidad. Que uno sepa el incentivo a las renovables es una decisión que respondía a un compromiso de nuestro país con la Unión Europea primero para alcanzar el 12 por ciento de renovables en energía primaria para 2010, objetivo que aumentaba al 20 por ciento para 2020. Sí, gobiernos de distinto signo político, desde la Ley de Conservación de la Energía de UCD de 1980, habían ido trazando una senda de apoyo al desarrollo de las renovables cuya justificación podría explicar perfectamente un alumno de primero de bachillerato. Esa senda se rompió cuando los señores del gas y sus cómplices comprobaron que los 27.000 MW en ciclos combinados que habían puesto en marcha no iban a suponer el cuerno de oro con el que pretendían consolidar su dominio del sistema de producción eléctrica de este país.

Lee el resto de la entrada »

Una gran idea para ahorrar si tienes calefacción central

Carlos Bravo – Gerente de la Fundación Renovables carlosbravomini

La casa donde vivían mis padres y en la que mis hermanos y yo pasamos nuestra infancia y juventud estaba en un edificio de 14 plantas con calefacción central. En aquella época, tener un sistema centralizado de calefacción parecía el no va más en cuanto a comodidad, aunque en realidad era muy ineficiente y conllevaba muchas desventajas.

En primer lugar, dado que todos los apartamentos eran prácticamente iguales, los costes de la calefacción se repartían de forma equivalente entre los vecinos, es decir, todos pagaban lo mismo en la factura, independientemente de que unos quisieran tener la casa a menor temperatura que otros, ya fuera por su diferente percepción del confort térmico o por motivos económicos.

Además, debido a la mala calidad del aislamiento del edificio, los que vivían en el último piso sufrían grandes pérdidas de calor por lo que ponían los radiadores al máximo de su potencia.

imagen de una aparato repartidor de coste de calefaccion

Debido a ello, aunque los radiadores tenían un sencillo regulador manual para graduar el paso del agua caliente a su circuito, todo el mundo los ponía al máximo. El pensamiento común era: “Total, si al final voy a pagar lo mismo que los del piso 14º, pues pongo yo también la calefacción a tope y cuando tenga calor abro la ventana para que entre el fresco de la calle”. Y así se hacía, aunque fuera invierno y cayeran chuzos de punta. Hace ya muchos años de ello, pero aún recuerdo las peleas con mi madre para que bajara la calefacción en lugar de permitir que el calor de la casa escapara absurdamente por las ventanas abiertas a calentar las calles.

El pensamiento común era: “Total, si al final voy a pagar lo mismo que los del piso 14º, pues pongo yo también la calefacción a tope y cuando tenga calor abro la ventana para que entre el fresco de la calle”

No sólo es eso, pues dado que la caldera central del edificio funcionaba con combustibles fósiles, primero con gasoil y luego con gas ciudad, esa forma de actuar (el “efecto ventana”) era una manera estúpida de emitir, además de otros contaminantes atmosféricos, un montón de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero; es decir, que era contribuir al cambio climático de una de las formas más tontas e inútiles posibles.

Lee el resto de la entrada »