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Máximo entendimiento y ambición climática en el Día Mundial del Medio Ambiente

Corremos el serio riesgo de no cumplir con nuestros compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, y con ello agravar aún más la crisis climática que ya está entre nosotros, de consecuencias devastadoras. Lo asegura un reciente informe de la Red Europea de Acción Climática y el think tank Sandbag, tras analizar los borradores de los planes energéticos que los distintos países de la Unión Europea han remitido a la Comisión Europea para su valoración. El análisis revela que solo 8 países, entre los que no se encuentra España, han fijado fechas para el fin de la generación de electricidad con la quema de carbón, el combustible que más CO2 expulsa al ser quemado. Con otras palabras, un buen número de países europeos todavía seguirá quemando carbón en 2030, lo cual va exactamente en la dirección contraria de elevar la ambición climática y cumplir con el Acuerdo de París sobre cambio climático.

De hecho, España es el país de la UE en el que más han crecido las emisiones desde 1990, un 17,9% concretamente, cuando en el conjunto de la UE se han reducido un 23,5%. La generación de electricidad con carbón explica parte de este crecimiento en las emisiones, pero también hay otros factores, como la generación de electricidad con gas, la fiebre constructiva de la anterior burbuja inmobiliaria, el incremento del transporte por carretera (y de las distancias recorridas) y las calderas que aún persisten en muchos hogares junto al pésimo aislamiento térmico de nuestras viviendas (más de 1,5 millones de hogares necesitan rehabilitación energética urgente en nuestro país).

A nivel global tenemos más datos que certifican que vamos en la dirección equivocada: según la Agencia Internacional de la Energía (AEI), la inversión en eficiencia energética y renovables se estancó en 2018; y, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), los subsidios a los combustibles fósiles siguen creciendo actualmente. La situación actual es absolutamente inaceptable. Necesitamos cambiar de rumbo ya, sin más demora, para llegar a 2050 con una economía completamente descarbonizada.

Volviendo al carbón, España fía a las condiciones del mercado (menor precio de las fuentes renovables de energía frente a los precios, en alza, del CO2) la desaparición en 2030 de la generación de electricidad a través de la quema de carbón. Ello es arriesgado, más aún en los tiempos de emergencia climática en los que estamos: ¿qué pasa si futuros gobiernos con escasa o nula sensibilidad por el clima y nuestro futuro subvencionan y abaratan deliberadamente el precio del CO2 para proteger a la industria fósil? Podría suceder que siguiéramos quemando carbón en nuestro país más allá de 2030. Con el envío a la Comisión Europea del borrador de nuestro plan energético hemos perdido por tanto una fantástica oportunidad para poner fecha, políticamente, al fin del carbón y así no tener que confiar su fin a los vaivenes del mercado. La buena noticia es que aún estamos a tiempo de elevar la ambición y mejorar nuestro plan, pues la Comisión Europea tiene que hacernos llegar, a los Veintiocho, sus apreciaciones y comentarios al borrador enviado, los cuales debemos incorporar a la versión final antes de su aprobación y entrada en vigor.

Aprovechemos que aún estamos a tiempo de fijar metas más ambiciosas y abordemos el mayúsculo reto que tenemos por delante, diseñando la senda de descarbonización de nuestro país y transformando nuestro tejido socioproductivo con la incorporación de las energías limpias, la economía circular, la restauración ecológica, la innovación social, la economía de los cuidados, el ecofeminismo, etc. Ello es además fuente de oportunidades de empleo y cohesión social.

Nuestros jóvenes nos están reclamando desde hace meses, con toda la razón, una acción climática urgente y que no hipotequemos su futuro. Nos piden menos declaraciones políticas y mucha más acción, acompañada de objetivos ambiciosos y medidas contundentes. Dejemos pues nuestras diferencias a un lado y pongamos la vida y las personas en el centro. Ojalá estas líneas, en el Día Mundial del Medio Ambiente, muevan a la reflexión colectiva y faciliten el máximo entendimiento posible, pero sin rebajar la ambición y la altura de miras que necesitamos.

Luis Morales – Técnico de Proyectos de Fundación Renovables