Archivo de junio, 2021

Necesitamos impulsar el autoconsumo colectivo

Mucho tiempo ha pasado ya desde que las instalaciones fotovoltaicas para el autoconsumo son una realidad en España. El desarrollo de la tecnología fotovoltaica y, sobre todo, los bajos costes de generación alcanzados, han hecho de esta tecnología un actor cada vez más importante en la transición energética. El camino no ha sido fácil. Desde los tiempos del famoso “Impuesto al Sol”, un tiempo en el que se nos llamaba a los autoconsumidores depredadores del sector eléctrico, insolidarios y otras lindezas, muchas cosas han cambiado para mejor. Bien es cierto que aún persisten problemas que debemos corregir para que el autoconsumo tenga el desarrollo que debería tener, en un país con un recurso solar tan generoso como el nuestro. Uno de los más importantes es la simplificación de los trámites administrativos, sobre todo para las instalaciones domésticas, que a día de hoy sigue siendo demasiado largo y complejo. Las últimas estimaciones hablan de una media de 45 días y, aunque venimos de plazos de más de seis meses, siguen siendo plazos inasumibles para instalaciones con una complejidad técnica tan baja.

Una de las claves para el impulso del autoconsumo es potenciar el autoconsumo colectivo o autoconsumo compartido, es decir, cuando varios usuarios comparten una misma instalación fotovoltaica y se benefician conjuntamente de la energía producida. Sin duda, una gran idea que permite realizar instalaciones de autoconsumo en comunidades de propietarios o en polígonos industriales. Recordemos que en España la mayoría de la población vive en bloques y que disponemos de una gran cantidad de espacio en las cubiertas de los polígonos industriales.

Esta modalidad de autoconsumo tiene varias ventajas:

  • Desde un punto de vista energético, son más que evidentes y se traducen en que la energía autoconsumida, es decir la energía utilizada directamente de la generación fotovoltaica, aumenta, disminuyendo la energía vertida a la red e incrementando, por tanto, la rentabilidad de estas instalaciones.
  • La generalización de estas instalaciones en los edificios permite, además, incrementar la producción de energía eléctrica en las ciudades, generando electricidad cercana al consumo y disminuyendo la dependencia energética de estas.
  • Permite una democratización y descentralización de la producción de energía, enfrentando a los ciudadanos a su responsabilidad en un consumo responsable y respetuoso con el medio ambiente.

Sin embargo, todavía tenemos problemas que resolver antes de que este tipo de autoconsumo tenga el desarrollo deseado. Si dejamos al margen los procedimientos administrativos de los que ya hemos hablado, hay dos barreras importantes para el desarrollo del autoconsumo compartido.

El primero es que para realizar una instalación de autoconsumo colectivo o compartido la distancia entre los puntos de generación y consumo no puede exceder de 500 m. Una distancia totalmente arbitraria y sin ninguna justificación técnica, habida cuenta de que los impuestos por utilización de las redes eléctricas no se aplican en función de la distancia entre generación y consumo. Además, los autoconsumidores pagamos en igualdad de condiciones con los demás productores por el uso de las redes eléctricas.

No hay, por tanto, ninguna justificación para limitar esta distancia. En última instancia, ¿por qué no es posible descontar de la factura eléctrica la generación FV que podríamos tener en una segunda residencia? Si la red eléctrica es la misma y no hay ninguna discriminación a ningún productor eléctrico por la distancia al punto de consumo, ¿por qué debe haber un límite de distancia para el autoconsumo compartido? ¿Y qué más da donde yo tenga los paneles fotovoltaicos? En estos casos, deberíamos pagar por el uso que hagamos de la red. Aquí el problema es que los propietarios de las redes no cobran por este uso, sino que cobran una rentabilidad fija por las inversiones que hicieron, las usemos o no.

Seguramente la solución pasa por una reforma integral del mercado eléctrico para adaptarlo a las nuevas formas de producir y consumir energía, más descentralizadas y con mayor participación de la ciudadanía.

La segunda barrera tiene que ver con la forma de compartir la energía producida. En una instalación de autoconsumo compartido los asociados establecerán los coeficientes horarios de reparto de la energía producida (Real Decreto 244/2019), pero estos coeficientes deben ser fijos. Tampoco tiene mucho sentido que no se puedan establecer coeficientes dinámicos, de forma que los excedentes de un vecino tengan la posibilidad de ser usados por otro antes de ser vertidos a la red.  Imaginemos en un caso extremo, el mes de vacaciones de un vecino. En este caso la mayor parte de la energía que le corresponde es vertida a la red y no puede ser aprovechada por los otros vecinos que comparten la misma instalación. Los coeficientes de reparto fijos van a suponer un freno al desarrollo del autoconsumo compartido, cuando las directivas europeas abren la posibilidad de contratos bilaterales de compra venta de energía entre distintos usuarios. Tenemos todavía un amplio margen de mejora en la legislación actual sobre autoconsumo y si de verdad queremos impulsarlo, estas barreras tendrían que desaparecer cuanto antes.

Por último, me gustaría hacer mención a las normas de edificación. En los edificios ya construidos no es sencillo llevar un conductor eléctrico desde la salida del inversor, normalmente cercano a los módulos fotovoltaicos y por lo tanto en la azotea del edificio, hasta la entrada de la acometida de la red eléctrica, a nivel de calle. Debemos empezar a considerar en la normativa para viviendas de nueva construcción la importancia de una preinstalación para sistemas fotovoltaicos de autoconsumo, en la que además de una buena distribución del espacio en las azoteas, para evitar sombras posteriores en los generadores fotovoltaicos, se prevea la infraestructura necesaria para facilitar la posterior instalación de estos sistemas. Avanzaremos así hacia los edificios de consumo de energía cero, es decir, edificios en los que una parte importante de su consumo energético se genera en el propio edificio mediante fuentes renovables.

El autoconsumo compartido debe jugar un papel importante en la transición energética y es urgente una regulación que permita y facilite su rápido desarrollo.

Mariano Sidrach de Cardona – Catedrático de la Universidad de Málaga y Vicepresidente de la Fundación Renovables

Las turbulencias del recibo de la luz impactan en un bien esencial

Este año post-pandémico no quiere dar ninguna tregua a los precios de la luz que, lejos de bajar, parece que mantendrán su tendencia al alza en el mercado mayorista. Es recurrente que cuando se producen este tipo de subidas prolongadas en el tiempo coincidan con una situación tensa entre el gobierno y las eléctricas; no es la primera vez que ocurre, solo hay que echar la vista atrás y recordar como, por ejemplo, en el año 2013 estas subidas llevaron a la anulación de las subastas CESUR y a una sanción a Iberdrola por manipulación en el precio de la energía eléctrica.

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¿A dónde van con tanto hidrógeno?

Hace casi veinte años se publicaba en el boletín APPAInfo, de la entonces Asociación de Productores de Energías Renovables y en la que yo trabajaba por aquel tiempo, un artículo que firmaba El Kilovatio Verde y que se titulaba “¿A dónde van con tanto gas?”. Salíamos al paso del aluvión de proyectos de ciclos combinados que las eléctricas y otros grandes agentes económicos ponían en marcha animados por un Plan de Infraestructuras Eléctricas y Gasitas del entonces Secretario de Estado de Energía, José Folgado, norma que, a título “indicativo”, marcaba una previsión de necesidades de esta tecnología que luego se demostró errónea. Llegaron a anunciarse proyectos que sumaban los 50.000 MW, aunque, finalmente, “solo” se instalaron 27.000 MW.

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Energía renovable y… ¿Por qué no, circular?

Con la reciente aprobación del I Plan de Economía Circular por parte del Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), varias personas de mi entorno, que saben de mi continuo interés por este tema, me preguntaban sobre ello, así que veo este momento cómo una buena oportunidad para promover su divulgación e intentar aumentar la sensibilización y concienciación en la sociedad.

Entonces… ¿qué dices que es la Economía Verde y Circular (EC)?

Es un modelo alternativo y sostenible a la tradicional “Economía Lineal” que tenemos implantada en nuestro sistema socioeconómico desde la Revolución Industrial, basado en el concepto de “producir, usar y tirar”. Como principal objetivo, busca reducir e incluso eliminar, el impacto ambiental que se produce sobre la naturaleza en cada una de las diferentes etapas de un proceso o actividad.

Este nuevo tipo de diseño circular va más allá de la fase final de la vida útil a la que llega cualquier producto o sistema (como ocurre en la tradicional economía lineal). Ahora se trata de eliminar los residuos y la contaminación que se pueden generar desde la etapa inicial de diseño (denominado ecodiseño), promoviendo la reutilización y el reciclaje de materiales o componentes de gran valor. Con ello, se defiende la mínima extracción de recursos naturales y su uso más eficiente, la transición hacia fuentes de energías renovables, alargar la durabilidad y reparabilidad de materiales y productos en uso e impulsa la regeneración de ecosistemas naturales.

Según la Fundación , introducir la EC en Europa supondría un ahorro de 600 mil millones de euros y un aumento del PIB del 11% para el año 2030, con la paralela generación de nuevos puestos de trabajo. Así que, ¿por qué no apostar por ella? Además, se puede aplicar a cada uno de los sectores que tenemos en nuestro día a día y que son los motores de nuestra economía: construcción, textil, electrónica, transporte, alimentación, turismo, etc.

¿Y el sector de las energías renovables? En un principio se podría pensar que este tipo de energía ya es limpia, no contamina ni produce un gran impacto ambiental, pero nada más lejos de la realidad.

Economía Circular y energías renovables

Uno de los problemas actuales dentro del sector energético es el de que muchos parques eólicos están llegando al final de su vida útil, por lo que se propone un Plan de Desmantelamiento Circular del Parque, buscando dar una segunda vida a los equipos y materiales, con la posibilidad de venta a terceros.

El reciclaje de las palas de los aerogeneradores presenta un gran hándicap a resolver, en contraposición con el del resto de componentes. Las palas están fabricadas de materiales compuestos, formados por poliéster o resina epoxy, utilizando fibra de vidrio o de carbono como material de refuerzo, que son difíciles de separar para su reciclaje, y poder darles así un nuevo uso, además del gran coste económico que supone.

En cuanto a la reutilización, se puede optar por la reinstalación de los propios aerogeneradores en otros emplazamientos, o también por dar nuevos usos a parte de sus componentes, como los eléctricos y electrónicos, en otros aerogeneradores que se encuentren operativos. Otra aplicación, fuera de su uso habitual, es la utilización de palas de aerogeneradores como figuras arquitectónicas, como se ha hecho ya en algunas ciudades europeas.

Por desgracia, en la mayoría de los casos se procede a su reciclaje térmico o incineración, con la consecuente emisión de gases de efecto invernadero, o a su almacenamiento en cementerios de palas de aerogeneradores, donde acaban enterradas, una vez troceadas y transportadas a vertederos de residuos no peligrosos.

Otra de las principales fases en las que se produce un gran impacto ambiental, al igual que ocurre en el sector fotovoltaico, es la de fabricación e instalación, en la que se genera una gran cantidad de residuos y emisiones contaminantes, además de un agotamiento de recursos abióticos.

La producción del acero reforzado que se utiliza mayoritariamente para la torre es la responsable de los gases contaminantes emitidos durante la etapa de fabricación, mientras que también cabe destacar la cantidad de recurso hídrico que se necesita para la fabricación de la resina epoxy y de la fibra de vidrio (principalmente para las palas, además del cono y la góndola), y la fabricación de los paneles FV, junto con el problema de las grandes cantidades de silicio que requieren.

energía eólica

Por lo tanto, podemos ver y concluir que no hay ninguna forma de generación de energía en la que exista un impacto ambiental nulo. Todas las actividades humanas tienen impacto ambiental.

Una legislación ambiciosa, la principal solución

Para solventar y buscar posibles soluciones, tenemos a nuestro favor el ya citado I Plan de Economía Circular, que presenta un total de 119 medidas que empezará a implementar la Administración General del Estado en el periodo 2021-2023, adjudicándole un presupuesto de 1.529 millones de euros. Estas medidas harán posible implementar acciones de EC en los 8 ejes de actuación: producción y consumo, materias primas secundarias, reutilización de agua y gestión de residuos, proponiendo también medidas en ejes transversales como son los de formación y empleo, sensibilización, participación e investigación, e innovación y competitividad.

Para implantar todas estas acciones y conseguir los objetivos europeos y establecidos en el PNIEC para 2030, se necesitan nuevas herramientas y una mejora en la legislación que incentive la aplicación de todas estas medidas. 

Estamos todavía a la espera de la aprobación de la Ley de Residuos y Suelos Contaminantes, actualmente en periodo de tramitación, en la que se pide que se desarrollen más medidas específicas que las presentadas en el anteproyecto de ley, ya que España es uno de los países que menor presión fiscal tiene sobre el medioambiente al tener únicamente dos figuras tributarias: sobre el depósito en vertedero e incineración y la fabricación de envases de plástico no reutilizable.

Por tanto, es imprescindible potenciar la creación de instrumentos jurídicos innovadores que permitan hacer posible el camino hacia una transición energética y un sistema productivo basado en la economía circular, al ser el medioambiente y la economía las principales preocupaciones de los ciudadanos; unos instrumentos muy necesarios y que tengan como fin contribuir a la lucha contra el principal problema que nos debería preocupar a todos tanto a nivel global como local: el CAMBIO CLIMÁTICO.

Por Melque de la Peña – Técnica de la Fundación RenovablesSoledad Montero

10 millones de kits fotovoltaicos para 2030 en España

En numerosos países europeos, como Suiza, Portugal, Francia, Holanda o Bélgica, los ciudadanos tienen derecho a realizar pequeñas instalaciones solares fotovoltaicas de autoconsumo, en sus casas, sin necesidad de pedir permiso ni de recurrir a un instalador autorizado. La potencia máxima varía desde los 350 W en Portugal a los 3 kW en Francia y las normas que lo regulan tienen características propias en cada país.

Pero, en España la normativa de autoconsumo es la misma para cualquier instalación menor de  10 Kw; todas requieren una memoria técnica y diferentes trámites, dependiendo de cada ayuntamiento, que saturan a las administraciones y encarecen y obstaculizan su implantación en el país con más sol de Europa.

Proponemos imitar a nuestro vecinos y ajustar la legislación para facilitar, desde todas las administraciones, el   más rápido desarrollo de todas las formas de  autoconsumo que impliquen directamente a la ciudadanía.

Uno de los caminos pasa por facilitar las instalaciones de pequeños kits homologados, de hasta 1.200 W de potencia, con todos los componentes del circuito para ser conectados a una toma de corriente tipo schuko (con toma de tierra) de la casa.

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