Archivo de diciembre, 2018

La buena energía

Final de año, ¡qué necesidad!

Sé que es una ficción, en realidad el día uno de enero es solo unas horas más que el treinta y uno de diciembre, pero de verdad que necesitamos convencernos a nosotros mismos de que algo nuevo acaba de empezar, en otro caso, no podemos sobrevivir.

Es un hastío enorme ver las noticias de cada día y sentir la frustración de que nadie parece capaz de conciliar en lo que estamos de acuerdo y relajar en lo que no estamos. Cataluña, conflicto político, corrupción, paro, machismo… y en vez de empujar… todos a “dar por culo”. Y en la energía, una milonga más en la que enredar hasta el infinito.

¿Por qué tanto desgaste una y otra vez en medios y redes sociales con cosas en las que realmente no hay controversia? Parece como si la única manera de obtener notoriedad de algunos periodistas y por supuesto, de los “opinadores” de Twitter fuese ser capaz de dar el mensaje más ofensivo posible contra otro que haya dicho algo (ocurrente o no) y la multitud de likes complacientes que ha obtenido con su miseria.

Necesitamos realmente que acabe el año. Necesitamos que empiece un nuevo ciclo en el que, si cabe alguna vez, miremos todos en la misma dirección. La “buena energía” es la que nos une, no la que nos separa.

Hoy no voy a defender aquí si las renovables van a cambiar el mundo o si el cambio climático es una ola que nos pasará por encima ¡Si es que en realidad ya sabemos todos que es así! Hoy escribo para reflexionar sobre la forma de manejar nuestro actuar con los demás. ¿A dónde demonios vamos?  Es cierto que la Navidad me hace aflorar sentimientos pasteloides pero decidme la verdad, ¿qué sentido tiene que cada vez que interactuamos en la red nos envenenemos en una dirección u otra? Imaginémonos que eso mismo nos pasa cuando paseamos por la plaza de nuestra ciudad. Es un disparate.

Soy consciente que la gente no va a cambiar por leerme hoy aquí, pero por lo menos, a todos aquellos que escribimos sobre energía y sostenibilidad, converjamos en que no hay que insultarse para compartir nuestras opiniones, no mofarse de otro porque no piense como tú, ni pensar que eres un anarquista bolivariano por entender que las cosas de la energía tienen que ser diferentes.

Troles del mundo, daros un respiro que es Navidad.

Por Juan Castro – Gil – Abogado y secretario de ANPIER

La movilidad, motor del cambio en las ciudades (II)

En un primer artículo publicado la semana pasada en este blog escribía sobre la necesidad de elaborar planes de movilidad y planes de desplazamiento al trabajo (PDE) y de integrarlos en una estrategia más amplia de desarrollo territorial o urbano sostenible que no olvide poner en marcha nuevos límites de velocidad.

Hoy quiero añadir que el concepto de sostenibilidad en materia de movilidad urbana no debe dejar de lado la distribución urbana de mercancías (DUM), que hoy por hoy es un factor de congestión y de afectación de la calidad ambiental urbana. La recuperación de los servicios de mercancías combinados, es decir, de un replanteamiento sostenible para los últimos kilómetros en el transporte de los productos hasta su lugar de destino, es un reto fundamental. Una apuesta sumamente importante en este sentido es la generalización de un concepto de logística verde para las ciudades, con inclusión de elementos tales como bicicletas de carga (cargo bike), furgonetas eléctricas, tranvías y autobuses de carga.

Una movilidad urbana sostenible requiere, además, de inversiones de calidad al servicio de la colectividad. De esta manera, se podrá contribuir a los objetivos de la Unión Europea relativos a la eficacia de los recursos, en particular, con respecto a aquellos relacionados con una «economía circular» creadora de empleo. Muchos países europeos tienen aún infraestructuras vetustas y costosas. Así, por ejemplo, mediante la adopción de la euroviñeta, un 50% de los ingresos puede destinarse a medidas de optimización de la movilidad urbana y un 75% en concepto de peajes urbanos puede canalizarse para mantener y desarrollar las infraestructuras de transporte urbano. Otras medidas eficaces son la adopción de un marco legal adecuado para financiar el transporte público en la ciudades y áreas metropolitanas o la elaboración de una directiva comunitaria que fije la obligación de reducir los desplazamientos por motivo de trabajo.

Una movilidad urbana sostenible requiere, además, de inversiones de calidad al servicio de la colectividad. De esta manera, se podrá contribuir a los objetivos de la Unión Europea relativos a la eficacia de los recursos, en particular, con respecto a aquellos relacionados con una «economía circular» creadora de empleo

En nuestro país urge impulsar un instrumento para gestionar la movilidad, ahora fragmentada entre diversos ministerios, institutos y direcciones generales. Esto pasa, a mi entender, por la creación de una Secretaría de Estado de movilidad sostenible y segura que establezca la estrategia y gestione todo aquello relacionado con movilidad, que debe estar en consonancia con las directrices europeas, por un lado, y con las políticas energéticas, ambientales, de seguridad vial y urbanísticas de nuestro país, por el otro. Se trataría de una estrategia que apoye a las ciudades y áreas metropolitanas con acciones que promocionen el transporte público, que diseñe planes para la bicicleta y para gestionar de manera diferente la movilidad al trabajo, obligando a la redacción de planes de desplazamiento al trabajo en las administraciones y empresas a partir de los 200 trabajadores, creando un marco financiero e incentivos fiscales que promocionen la bicicleta y el transporte público para ir al trabajo en los desplazamientos cotidianos, e impulsando el coche compartido y el carsharing mediante plataformas tecnológicas.

En resumen, hoy y en el futuro, la movilidad urbana debería estar basada en la ecomovilidad y las redes de cooperación. En el marco de la puesta en marcha de nuevas fórmulas, como el uso compartido de vehículos, es muy importante que tales prácticas se inserten adecuadamente en la cadena de movilidad intermodal, junto con el uso de la bicicleta, los desplazamientos a pie y los transportes colectivos, toda vez que estos últimos deberían circular a mayor frecuencia, generando, por tanto, más empleo ecológico.

Un reto social, ambiental y económico de primer orden, en efecto, pero con beneficios más que notables para el conjunto de la sociedad a corto, pero sobre todo, a medio y largo plazo.

Por Manel Ferri – experto en movilidad

Transición energética justa (II)

Petróleo y movilidad eléctrica. El fracaso y la esperanza de la Cumbre climática de Katowice

El debate público de la transición energética y el cambio climático hasta hace poco se orientaba casi exclusivamente a la generación eléctrica con carbón y a su sustitución por energías renovables. De los combustibles fósiles se hablaba en genérico de tal forma que el sector de la automoción, alimentado en un 98% con derivados del petróleo, parecía ajeno al debate, como mínimo a los ojos de la mayoría de los ciudadanos, gobiernos y empresas de los sectores afectados. Otro tanto se podría decir del sector del refino de petróleo.

La realidad nos cayó encima cuando, a mi parecer muy acertadamente, la ministra de Transición Ecológica puso encima de la mesa la prohibición de venta de vehículos con emisiones directas de CO2 a partir de 2040. Por tanto, asumiendo que se cumplen las leyes físicas de la termodinámica y los principios de la estequiometria para combustiones en motores térmicos en presencia de un combustible con carbono en su composición química, eso dejará fuera de mercado a todos los vehículos que funcionen, total o parcialmente, con algún combustible fósil.  Es importante insistir en este punto, por la inmensa cantidad de desinformación que se ha lanzado, y que se lanzará, desde el sector petrolero y, en menor medida, desde el automovilístico, en nombre del concepto de “neutralidad tecnológica”.

La “Alianza del Mal”, como algunos la han llamado metafóricamente, constituida por EEUU, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait, ha bloqueado el reconocimiento del informe del IPPC, por cierto, encargado por los propios países firmantes del Acuerdo de París. No debemos olvidar qué tienen en común estos cuatro países: son grandes productores de petróleo.

La reciente presentación del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, IPPC, reclamando la necesidad de esfuerzos más contundentes que los presentados por los países en la Cumbre Climática de París en 2015 para evitar la catástrofe ecológica no es en absoluto casual.  No se nos debería pasar por alto cuál ha sido el verdadero fracaso de la COP24 celebrada en Katowice. La “Alianza del Mal”, como algunos la han llamado metafóricamente, constituida por EEUU, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait, ha bloqueado el reconocimiento del informe del IPPC, por cierto, encargado por los propios países firmantes del Acuerdo de París. No debemos olvidar qué tienen en común estos cuatro países: son grandes productores de petróleo.

Y es que la transición energética es indisociable de la transición de una movilidad basada en la importación de petróleo hacia otra basada en energía limpia producida a nivel nacional. Es importante resaltar el enorme peso del transporte por carretera en las importaciones de este combustible fósil. En España, el 60% de las importaciones de este combustible son quemadas en nuestras calles y carreteras.

Anticipándose al fracaso de la COP24, el Reino Unido, en colaboración con la presidencia polaca, presentó la declaración “Driving Change Together” en la que la electromovilidad se erige como medida esencial y estructural para la descarbonización de la economía, la mejora de la calidad del aire de las ciudades, la innovación industrial y la reducción de costes en importaciones de petróleo. La Fundación Renovables ha decidido solicitar su adhesión a la plataforma de estados, regiones, ciudades, empresas y ONG que le dan su apoyo.

En el momento de redactar este artículo y a menos de una semana de finalizar la COP24, terminaban las negociaciones del Clean Mobility Package entre la Comisión, el Parlamento y el Consejo Europeo con el acuerdo de reducción de emisiones del 37,5% para coches nuevos en 2030. De hecho, en septiembre de 2017 el Comisario Europeo de Energía y Clima, Miguel Ángel Cañete, presentaba la propuesta de Directiva como “el inicio de la revolución industrial” y eso que la ambición de reducción no iba más allá del 30% por aquel entonces.

A fecha de hoy, y aunque a regañadientes, la mayor parte de los fabricantes de vehículos europeos hacen promesas de electrificación en la senda necesaria para futuros modelos, sobre todo a partir de 2025. A su favor hay que reconocer que la mayoría han asumido su falta de previsión a la hora de lanzar una oferta antes y por delante de una liga global en la que la Unión Europea va muy retrasada y en la que parece que empiezan a tener claro que no les van a esperar.

Pero esa realidad “ institucional” va a necesitar de una hoja de ruta que permita conectar esos objetivos a 2030 y a 2040 con nuestra situación actual, en la que la práctica totalidad del parque circulante es diésel y gasolina y las renovaciones a eléctrico no superan el 1%; las bonificaciones al diésel, tanto en el impuesto de hidrocarburos como en el de matriculación se mantienen vigentes 10 años después de las primeras infracciones comunitarias por la mala calidad del aire; el incremento de desplazamientos diarios continúa a la alza, con más de 3,3 viajes diarios por persona; la ocupación de los vehículos apenas se ha movido del 1,2 (o sea, de cada cinco coches solo uno lleva a dos personas y los otros 4 transportan solamente a su conductor) y la oferta de transporte público, aunque relativamente buena en las grandes ciudades, dista mucho de dar respuesta a las zonas metropolitanas, periurbanas y rurales. Y todo ello sin olvidar el incremento del precio de la vivienda en las ciudades, que expulsa de ellas a las clases más populares forzándolas a incrementar su dependencia del vehículo privado.

Así las cosas, ¿es consciente la sociedad y la clase política de lo que realmente significa la lucha por el cambio climático?  No podemos pasar por alto el motivo que ha encendido la chispa del movimiento francés “Gilets Jaunes o chalecos amarillos”: la inclusión de fiscalidad ambiental en la venta de carburantes de automoción. Sin ninguna duda, se trata de la “gota que colma el vaso” de una situación completamente injusta que sufren las clases más populares de la sociedad francesa y que poco tiene que ver con la transición energética. Una fiscalidad ambiental que va a revertir en menos del 15% de su recaudación en el acompañamiento social necesario para una transición justa. Una fiscalidad en su conjunto muy poco equitativa y con falta de visión global que se añade a la supresión del impuesto del patrimonio a las clases más bien estantes.

La transición de la movilidad con combustibles fósiles a la electromovilidad con energías renovables de producción nacional va a suponer que sectores como el del refino de petróleo y fabricantes de vehículos térmicos estén sometidos a fuertes cambios que pueden ser dolorosos y posiblemente injustos sino se afrontan con el tiempo y las medidas necesarias de trasformación.

Hasta la fecha no me consta que ningún líder político haya perdido las elecciones por no garantizar la calidad del aire que respiran sus posibles votantes. Pero, no está nada claro que revalide el gobierno si se incrementan los impuestos a los combustibles y actividades contaminantes a la par que se instala la incertidumbre y el miedo a la pérdida de empleo.

Disponemos de ejemplos no muy lejanos que podrían ayudar a una transición justa al inevitable y necesario cambio de modelo energético. Actuar desde el incentivo fiscal. Veinte años atrás, el interés político para incrementar la utilización del diésel se materializó en políticas fiscales de bonificación (en lugar de penalización a la gasolina) y en una rebaja sustancial al impuesto de matriculación, hasta el punto de que hoy 3 de cada 4 vehículos nuevos diésel no tributan este impuesto. Esos incentivos fiscales animaron a la innovación industrial y a la reconversión “rápida” del parque de vehículos. En menos de 15 años pasaron de una cuota muy baja a ser el 70% del parque renovado sin olvidar el fuerte empuje innovador y de progreso a la industria española de la automoción que hoy se sitúa en la segunda más importante de Europa y en la novena del mundo en motores térmicos, principalmente diésel.

Es evidente que el rendimiento social que pueda tener esa política fiscal de bonificación se debe reajustar para no afectar a otras políticas públicas y es aquí donde adquiere todo su sentido la necesidad de encontrar otras cargas que ayuden al reequilibrio social y no a todo lo contrario.

La calidad de oferta del transporte público en grandes ciudades como Madrid y Barcelona, así como la casi permanente boina de contaminación en la que se encuentran, permite plantear una figura fiscal por toxicidad

La calidad de oferta del transporte público en grandes ciudades como Madrid y Barcelona, así como la casi permanente boina de contaminación en la que se encuentran, permite plantear una figura fiscal por toxicidad, como ya sucede en la ciudad de Londres, “T-charge o Toxicity Charge”, que a su vez contribuiría a garantizar la financiación de su mejora continua, así como a afrontar una política ambiciosa en aparcamientos de enlace, carriles bici y servicios de bicicleta compartida.

Desde el sector de la automoción se pide una transición energética pausada y, por supuesto, veintidós años deberían ser más que suficientes, pero el tiempo apremia, hay mucho por hacer y aunque vamos bastante tarde salimos con ventaja: una industria de la automoción potente y preparada y con un recurso energético nacional extraordinario para alimentar a esos vehículos, la energía solar.

Si entendemos el reto y lo asumimos con liderazgo político y máxima ambición estaremos en disposición de ahorrar 50.000 millones de euros anuales en importaciones de petróleo y de trabajar para la innovación industrial en el sector de la automoción, de las redes inteligentes y de la infraestructura de recarga. Todo ello nos va a permitir desarrollar nuevos modelos de negocio ligados a la gestión de la demanda y a introducir la flexibilidad necesaria para la gestión de las energías renovables, ayudando a eliminar esos costes de capacidad del carbón y el gas natural a los que me refería en el anterior artículo del blog en materia de transición energética justa. La creación de muchos empleos de futuro y de economía verde están en juego y el riesgo de no participar de ese cambio puede convertirse en el mayor peligro para la sociedad del siglo XXI.

Por Assumpta Farran – patrona de la Fundación Renovables y ex directora del Institut Català d’Energia

La movilidad, motor del cambio en las ciudades (I)

El acuerdo derivado de la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP21) que tuvo lugar en París en 2015 exige a los Estados metas concretas para reducir las emisiones y fija obligaciones a las autoridades locales que sitúen la eficiencia energética y la protección del clima en el centro de sus políticas de movilidad. En este sentido, propone impulsar acciones concretas para transformar la movilidad de los centros urbanos y reducir progresivamente la circulación de los automóviles diésel y gasolina a partir de 2030, hasta su eliminación completa en 2050.

A partir de estas condiciones incuestionables se daría paso también a un uso extensivo de las energías no fósiles al servicio de la movilidad urbana. Este es un requisito esencial para que la Unión Europea, y nuestro país incluido, pueda cumplir sus compromisos, tanto en lo que se refiere a esta cuestión como en relación con la reducción de las emisiones de efecto invernadero y de la contaminación atmosférica.

Para alcanzar estos objetivos deberá darse prioridad en los planes de movilidad a los modos de transporte limpios como los tranvías, trolebuses, ferrocarril de cercanías, vehículos eléctricos, bicicletas y coches compartidos. Es importante que los diferentes niveles de la Administración –estatal, regional y local– realicen esfuerzos más decididos para impulsar el cambio modal de la carretera al transporte ferroviario y que concedan particular importancia a sistemas intermodales que combinen los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte público colectivo. A este respecto, es fundamental impulsar el uso de la bicicleta en las áreas urbanas y ampliar la densidad de vías ciclables, así como las redes de transporte colectivo público y la frecuencia del servicio.

Los estados y las autoridades locales deben disponer de planes de movilidad urbana sostenible y de planes de desplazamiento de empresa (PDE) para todas las administraciones públicas y organizaciones –públicas y privadas–, además de incorporar a gestores y gestoras de la movilidad cotidiana al trabajo.

A partir de ahora el coche pasa de su condición de anfitrión a ser un invitado en nuestras ciudades, abriéndose paso a la ciudad vivible o la ciudad del postcarcity.

Además, no hay que olvidar integrar los planes de movilidad y los planes de desplazamiento al trabajo (PDE) en una estrategia más amplia de desarrollo territorial o urbano sostenible. Se debe alentar a las autoridades a que, en el marco de estos planes, sitúen a los ciudadanos en el centro de las políticas de movilidad y les ofrezcan la posibilidad de ser consultados antes, durante y después de su aplicación. Estos planes son también un medio para promover acciones en favor de los objetivos de la Unión Europea en materia de emisiones de efecto invernadero, de contaminación acústica, de accidentalidad y de exclusión social relacionada con la movilidad.

Para que la movilidad sostenible tenga mayor presencia en las ciudades, hay que replantearse seriamente la cuestión de la velocidad de los vehículos, calmando el tráfico y adoptando un nuevo límite de velocidad de 30 km/h como medida realmente efectiva para reducir el número de muertos y heridos en accidentes de tráfico. De este modo se conseguirá que los vehículos de motor sean más compatibles con otras formas de desplazamiento más eficientes, saludables y seguras. Un buen ejemplo es la limitación de la circulación de vehículos contaminantes, creando zonas de bajas emisiones en el centro de Madrid.

Las conductas negacionistas del cambio climático y las conductas negacionistas del mal de los coches, no tienen futuro. A partir de ahora el coche pasa de su condición de anfitrión a ser un invitado en nuestras ciudades, abriéndose paso a la ciudad vivible o la ciudad del postcarcity.

Por Manel Ferri – experto en movilidad

Transición energética justa ¿un nuevo eslogan político? (I)

Pocos medios de comunicación, por no decir ninguno, abren portadas con las negociaciones climáticas que se están llevando a cabo a lo largo de esta semana en la ciudad polaca de Katowice. Qué lejos queda aquella ilusión, y no menos ambición, del Acuerdo de París de 2015.

De lo que tengo pocas dudas es de que la Cumbre Climática estaría en primera página si Polonia, anfitrión de la Conferencia de las Partes de 2018 (COP24), dejase sin luz a la ciudad de Katowice durante más de 48 horas. Los conferenciantes, asistentes y negociadores de más de 200 países de “la COP a oscuras” saldrían en todas las portadas y el primer ministro polaco se podría olvidar de toda felicitación por los avances conseguidos, si es que hay alguno.

Y es que, en pleno siglo XXI, con una sociedad cada vez más dependiente de la electricidad y los carburantes, no garantizar la seguridad energética te puede costar no revalidar el gobierno en las siguientes elecciones.

Garantizar el suministro energético por parte de los representantes políticos, al coste que sea necesario, es uno de los temas que se encuentran “ocultos” tras la Cumbre Climática de Katowice, ciudad situada en la región de Silesia, la comarca minera más importante de Europa y la segunda región con más desempleo de Polonia. Con más de 80.000 mineros, Katowice alberga la central de carbón más grande de Europa.

No superar el incremento global de temperatura media de 2ºC comprometido en el Acuerdo de París, requiere afrontar la descarbonización absoluta de un modelo energético fósil y contaminante. Y eso no es una utopía. Las tecnologías energéticas renovables y, en especial, la energía solar y la eólica son hoy plenamente competitivas en costes e incluso son las más baratas cuando se dispone de un buen recurso solar, como es el caso de España.

Las tecnologías energéticas renovables y, en especial, la energía solar y la eólica son hoy plenamente competitivas en costes e incluso son las más baratas cuando se dispone de un buen recurso solar, como es el caso de España.

Pero los flujos energéticos renovables en su mayoría son intermitentes, no siempre hace sol ni sopla el viento. Para garantizar la viabilidad de tecnologías de respaldo para esas situaciones, desde la década pasada los países europeos incorporaron en el recibo de la luz lo que se llama “mecanismos de capacidad”. Se trata de unos pagos, subsidios, subvenciones (que escoja el lector la palabra que quiera) que los consumidores pagamos mediante un gravamen impuesto en el recibo de la luz para garantizar el suministro, o sea, la seguridad ante posibles cortes de luz por intermitencia de las renovables pero también, y muy especialmente, para hacer frente a las puntas de consumo.

Las centrales que se llevan la cantidad más grande de “esos pagos” son las de gas y las de carbón. Bajo el concepto de “seguridad” muchos países instrumentalizan una política de subvención pública a los combustibles fósiles. Un apunte: España se lleva la palma en este tema. La falta de transparencia para identificar cuál es la capacidad necesaria que necesitamos para esa seguridad nos ha puesto los primeros de la lista europea en subvenciones que reciben las centrales más contaminantes. Y no hablamos de calderilla sino de 800 millones de euros anuales, una cifra mucho más alta que la que se calcula necesaria para hacer frente a la pobreza energética y que ha supuesto la abertura de un expediente informativo por parte de la UE al Reino de España por considerar que esconden ayudas de Estado a combustibles fósiles.

Estos pagos o subvenciones a los combustibles fósiles, instrumentados en el recibo de la luz que pagamos todos, no han supuesto ninguna portada en medios de comunicación ni tampoco ninguna protesta social, pero algunos europarlamentarios han querido dotarles de transparencia y limitarlos a unos valores razonables y acotados en el tiempo, que puedan ser auditados y, además, que ninguna central con emisiones de CO2 superiores a 550 g/Kwh pueda beneficiarse de ellos. Ese valor de emisiones implica, de facto, el cierre de las plantas de carbón por inviabilidad económica y, en consecuencia, el desempleo de la actividad minera asociada.

Esa es la gran discusión que afronta la UE de manera simultánea a la celebración de la Cumbre Climática y que está frenando la aprobación de la Directiva del diseño del mercado eléctrico y, por tanto, bloqueando el Paquete Energía Limpia con el que la UE pretende dar respuesta a los acuerdos de París en el horizonte del 2030.

Y claro, el límite de emisiones no es lo que más discusión genera, porque afea a los políticos que se pongan en contra sino el año en el que va a entrar en vigencia esa limitación.

Y claro, el límite de emisiones no es lo que más discusión genera, porque afea a los políticos que se pongan en contra sino el año en el que va a entrar en vigencia esa limitación. Sobre la mesa hay diversos horizontes: el 2025 que propone la Comisión y el 2035 que propone el país anfitrión de la cumbre. De forma lógica, Polonia, con más del 80% de generación eléctrica procedente del carbón, recurso energético autóctono, presiona para que esa limitación se dilate el máximo en el tiempo.

La justicia climática no se puede desligar de la transición energética y ello, sin ninguna duda, va a suponer que algunos sectores como el del carbón, estén sometidos a medidas nada agradables, dolorosas y posiblemente injustas sino se afrontan con el tiempo y las medidas necesarias. Tiempo que, por cierto, empezó con las directivas europeas de finales de los años 80 que limitaban las emisiones contaminantes de azufre, óxidos de nitrógeno y partículas de las grandes centrales de combustión. Entre otros, se establecían planes de cierre si no se conseguían los niveles de emisión permitidos. Y aquí estamos, 30 años más tarde, viendo como algunos países piden 18 años más de tiempo.

Entre los logros de la Cumbre Climática de Katowice va a destacar la “Declaración de Silesia para una transición justa y solidaria” a la que España seguramente se va a adherir.  Sin duda, la transición energética no se puede desligar de una transición justa tanto desde el ámbito social como económico pero me temo que ello sirva, una vez más, para que las administraciones actuales puedan recoger beneficios políticos inmediatos aparentado ecologismo y sensibilidad social mientras que aplazan de nuevo las medidas a tomar que les puedan suponer un elevado precio político y que dejarán para administraciones futuras.

Por Assumpta Farran – patrona de la Fundación Renovables y ex directora del Institut Català d’Energia

¿Cómo (y con quién) instalar autoconsumo solar en mi casa?

Las cuentas del autoconsumo llevan mucho tiempo saliendoles a hogares y empresas pero ahora, además, nos encontramos con el viento de cola que nos proporciona un Ministerio de Transición Ecológica que (como su nombre indica) se lo cree, y que apuesta sin ambages por esta forma de dotarse de energía. Ahora es el momento, pero ¿qué preguntas debo hacerme?

¿Es para mí?

Lo primero que necesitas es espacio soleado disponible ya sea en el tejado o en el suelo. Es obvio, ¿verdad? La instalación habitual de un residencial pueden ser 6 placas que ocuparían una superficie aproximada de 15 metros cuadrados. Lógicamente lo suyo es que la casa o el terreno sean de tu propiedad, sí, porque ser inquilino, como es mi caso, es lo que más puede alejarte del placer del autoconsumo.

¿Lo voy a amortizar?

Todos los modelos apuntan a que en la mayoría de los casos la instalación se amortiza (entre 6 y 8 años) y, además, hay que tener en cuenta que la instalación tiene una garantía de 20 años y puede llegar a una vida útil de hasta 40. El plazo de amortización depende mucho de nuestro gasto en luz, la orientación de nuestro tejado y los precios de la energía. Este tercer factor es externo pero es fácil imaginar que irán al alza en los próximos años. No me quedo a gusto sin añadir un desahogo tan populista como cierto: ¡Todo va al alza en este país menos los sueldos de los currantes medios!

En cualquier caso para hacerte una idea aproximada de cuánto te costaría y de los plazos de amortización algunas empresas han puesto en marcha calculadoras de autoconsumo solar. Esta herramienta, por ejemplo, permite hacer un cálculo aproximado en menos de un minuto y  cuatro sencillos pasos (ubicación, orientación del tejado, gasto en luz y hábitos de consumo). Además, en 48 horas recibes en tu correo un estudio detallado gratuito que te ayuda a tomar la decisión de si por fin ha llegado el momento de sacarle partido al Lorenzo.

¿Cuánto se tarda en instalar?

Si las cuentas te salen, el resto del proceso es sencillo y la instalación puede llevarse a cabo en un periodo de entre 2 y 3 días.

Ya tengo mis flamantes placas solares. ¿Qué mantenimiento necesitan?

Los paneles solares apenas requieren mantenimiento aparte de una limpieza muy, muy de vez en cuando (por ejemplo, cuando pasan meses sin llover) por lo que las herramientas que necesitas son una camiseta antigua de Talleres Martínez o de algún grupo de música por el que te sientas traicionado y un spray con agua (no tiren de productos “Cristalsol” y tampoco del socorrido “Cyllit Bang”). Además, por lo que me cuentan expertos reputados del sector, las placas son mucho más agradecidas que los cristales para limpiarlas y no acaba uno odiándolas como ocurre con las cristaleras.

¿Qué ocurre con la energía que me sobra?

La energía que te sobra va a parar a la red y no te aporta, de momento, beneficio pero tampoco perjuicio. Tómatelo con filosofía porque en España no se contempla, insisto, de momento, implantar sistemas con balance neto aunque sí se ha abierto la puerta a la “facturación neta” como señalaba el director general del IDAE Joan Herrera en una entrevista reciente.

¿Y si vivo en una comunidad de vecinos?

En España más del 60% de las personas vivimos en bloques de viviendas pero por desgracia la normativa parece que sigue sin facilitar el autoconsumo compartido y se queda como un derecho reconocido no desarrollado. Hay que pedir al Legislativo y al Ejecutivo que trabajen en esa dirección. Lo que sí parece más factible a día de hoy es instalar placas solares para las zonas comunes, ascensores, jardines, piscinas… etc. Unos 40 metros cuadrados pueden ser suficientes para cubrir las necesidades energéticas de una comunidad de tamaño medio.

Por último, ¿a quién llamo para instalar placas solares?

Hace unas semanas escribía sobre “el gustazo de pasarse a la energía verde” y aquí voy a utilizar similares argumentos. Las grandes eléctricas de nuestro país han conseguido demorar la llegada del autoconsumo entre 3 y 5 años con la complicidad de los ejecutivos anteriores. ¿De dónde saco esta cifra? Viendo el boom que la fotovoltaica ha tenido en países nada soleados de nuestro entorno estos últimos años no creo que vaya muy desencaminado. Por tanto, aunque ahora estas compañías plaguen el prime time televisivo de familias felices haciendo malabares con placas solares en medio de un frondoso bosque, mi recomendación sería apostar por empresas medianas que llevan años fomentando las renovables como las que aúna el portal  “Reduce tus emisiones” presentado esta semana por Triodos Bank. Y es que ha llegado el momento de plantearse seriamente dar el paso… ¿autoconsumimos con renovables?

Bonus track. ¿Qué ocurre si me divorcio?

En estos casos se recomienda que uno de los cónyuges se quede toda la instalación de autoconsumo pero también se pueden partir peras y repartir tres paneles solares para cada uno.

Por Iván de Otto – consultor en SdeO Comunicación y socio de FR

La Cumbre del Clima de Katowice, un momento para la ambición y justicia climática

Comienza la segunda semana de la Cumbre del Clima de Katowice, la Conferencia que tendrá que poner la letra pequeña al Acuerdo de París que adoptaron las Naciones Unidas en 2015 y cerrar el libro de reglas que permita su aplicación a partir del año 2020.

El contexto de estas negociaciones multilaterales está muy marcado por la reciente publicación del mayor panel científico de expertos en cambio climático en el mundo, el IPCC, que celebra en esta conferencia su 30º aniversario. Un informe especial que advierte a la comunidad internacional de los graves riesgos de un calentamiento global que supere el 1,5ºC de temperatura pero que también señala la posibilidad de evitarlo realizando un esfuerzo sin precedentes en la reducción de emisiones globales.

Begoña María-Tomé Gil, responsable de cambio climático de ISTAS y Patrona de la Fundación Renovables, está participando estos días en la COP24 de Katowice

Desafortunadamente, durante la primera semana de la Cumbre, los negociadores no han sido capaces de trasladar la urgencia del cambio climático a los textos. Y mientras la sociedad civil se manifestaba en las calles exigiendo más ambición en la acción climática, las delegaciones oficiales discutían sobre si “tomaban nota” o “daban la bienvenida” a la consideración del informe del IPCC. La decepción es ya una característica inherente a estas reuniones.

Este proceso multilateral está desoyendo todas las alarmas del estado del clima. En la actualidad la temperatura del planeta ya ha aumentado 1ºC respecto la época preindustrial debido a la quema masiva de combustibles fósiles. Nos quedan 12 años para evitar un caos climático.

A pesar de llevar décadas de cooperación internacional no parece que las Naciones Unidas nos hayan conducido a un umbral de seguridad climática

Esta misma semana conocíamos que el ritmo de crecimiento del CO2 ha vuelto a marcar un récord en 2018, rompiendo las esperanzas de que las emisiones hayan alcanzado su pico máximo. A pesar de llevar décadas de cooperación internacional no parece que las Naciones Unidas nos hayan conducido a un umbral de seguridad climática. Los compromisos que los 200 países han puesto encima de la mesa nos llevarán a un calentamiento de más de 3ºC a final de siglo. No es de extrañar que el Secretario General de la ONU inaugurara esta Cumbre pidiendo liderazgo. “Para muchas personas, regiones e incluso países, esto ya es una cuestión de vida o muerte”. «Éste es el desafío sobre el cual los líderes de esta generación serán juzgados» – declaró Antonio Guterres. Un mensaje directo para los presidentes de EEUU, Donald Trump y de Brasil, Jair Bolsonaro, dos reconocidos negacionistas que quieren sacar a sus países del Acuerdo de París. Brasil ya ha renunciado a organizar la próxima COP 25 en 2019 como estaba previsto aludiendo motivos presupuestarios. Pero, ¿qué esperar de un jefe de Estado que prometió que no protegería ni un milímetro de Amazonía que se pudiese explotar, ni siquiera en los habitados por indígenas?

Otro elemento influyente en las negociaciones es que éstas se están desarrollando en la ciudad de Katowice, en la región de Silesia, la segunda región con más desempleo en Polonia y la comarca minera más importante de Europa.

Otro elemento influyente en las negociaciones es que éstas se están desarrollando en la ciudad de Katowice, en la región de Silesia, la segunda región con más desempleo en Polonia y la comarca minera más importante de Europa. Es la tercera cumbre que preside el país en la última década. Un país que genera el 80% de la electricidad del carbón, que concentra una población trabajadora de más de 80.000 mineros y alberga la central térmica de carbón más grande de Europa y que ha sido empujada al escepticismo climático por sus líderes políticos. De hecho, la posición del Gobierno polaco ha torpedeado en numerosas ocasiones las políticas de la Unión Europea de Energía y Clima. Aunque ojo, a pesar de su merecida reputación, sus emisiones de dióxido de carbono por habitante son inferiores a las de Finlandia, Bélgica, Alemania, Noruega o la media de la OCDE.

Conscientes de las inquietudes que generaba este anfitrión en la marcha de las negociaciones, un año antes las organizaciones sindicales europeas e internacionales se pusieron a trabajar con el objetivo de promover una declaración que considere los aspectos de la justicia social sin hacer descarrilar el proceso. El resultado ha sido la iniciativa de la Presidencia polaca de presentar la “Declaración de Silesia sobre Solidaridad y Transición Justa” para su adopción en esta COP 24. Una declaración que se presentó el lunes pasado y que contó con la presencia de Pedro Sánchez, entre un pequeño grupo de jefes de Estado. A la espera de nuevas adhesiones, la declaración ya ha sido adoptada por casi 50 países, entre los que se incluye la Unión Europea y ha sido también apoyado por la mayor alianza global de ciudades. Los Gobiernos de Canadá, Escocia, España y Nueva Zelanda se han comprometido ya a una Transición Justa, emprendiendo procesos nacionales para lograrla.

En 2015, los sindicatos consiguieron que se reconociese la Transición Justa en el Acuerdo de París. Ahora le corresponde a esta COP24 ponerla en práctica en el Libro de Reglas de París. Pero en todo caso, ya se ha logrado algo importante: que celebrándose esta conferencia en una zona deprimida socialmente donde se ha perdido la mitad del empleo en pocos años, los trabajadores polacos se sientan representados dentro de la Cumbre y no se hayan sentido empujados a manifestarse en contra de la acción climática para defender una vida digna. Quizá parece poca cosa, pero no son tiempos para dar nada por hecho. Después de los sucesos de los “chalecos amarillos” en Francia, no está de más felicitarse por ello.

Necesitamos pisar el acelerador y aumentar la ambición sin saltarnos los procesos de participación y dialogo social que deberían servir para evitar la peor cara del cambio climático

El Gobierno de España ha marcado la Transición Justa como una prioridad en la agenda de la transición energética, y en estos momentos tiene en su haber el acuerdo de la minería del carbón adoptado el pasado mes de octubre por todos los agentes sociales para poner a salvo a la gente trabajadora. En proceso de negociación se encuentra el acuerdo específico para Hunosa, la empresa pública minera. Y en proceso de elaboración, el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, la Estrategia de Transición Justa y un Plan de Acción Urgente para las comarcas mineras afectadas. Mucho trabajo pendiente. Necesitamos pisar el acelerador y aumentar la ambición sin saltarnos los procesos de participación y diálogo social que deberían servir para evitar la peor cara del cambio climático. La mejor receta contra la extrema derecha y el negacionismo climático son las políticas de cohesión social.

emisionesPor Begoña María Tomé – Gil – Experta en Cambio Climático y en Energía en ISTAS

Resumen del mercado eléctrico en noviembre: ¡Seguimos con las bajadas!

Se han cumplido las previsiones de octubre y noviembre ha pronunciado las bajadas de precios comenzadas el mes anterior, aunque seguimos hablando de un mes caro, tanto en mayorista como para domésticos. Y los medios de comunicación, salvo honrosas excepciones, siguen sin decir nada al respecto: las bajadas no son noticia y no generan alarma…

Precios regulados domésticos – PVPC

La factura baja sólo un 1,1% hasta los 67,4 € y toma un valor muy parecido al del año pasado 67,1€. A pesar de la bajada es un valor ligeramente alto para noviembre ya que si la comparamos con la media de los 4 últimos noviembres, es superior en un 2,6% (65,7 €) y al igual que ya pasara el mes pasado, es el noviembre más caro de la historia de precios regulados.

La diferencia de precios con respecto a otros noviembres se ha encontrado, como viendo siendo norma últimamente, más en las horas valle que en las punta. De hecho podemos observar como el spread medio de precios (la diferencia de precios entre máximos y mínimos) para los meses de noviembre, cada año es más reducido, o dicho en otras palabras, año tras año cada vez hay menos diferencia entre los precios caros y los baratos. Esto es algo que también está sucediendo en el mercado mayorista OMIE, del cual depende en parte el PVPC.

La mayoría de días el precio del kWh ha estado oscilando entre los 12 y los 13 céntimos, quedando finalmente y según el perfilado de REE en 0,129843 €/kWh.

La previsión para diciembre es que la factura repunte algo, según está evolucionando el mercado de futuros, situándose de momento sobre los 68,4 € (subida de un 1,5%). Para el global del año sigue empatada, con la de 2014 en 785 €, esto es, la segunda más cara de la historia tras la de 2012 (793 €). Recordemos también que son menos de la mitad de los consumidores los que están en mercado regulado, el resto, los de mercado libre, la mayoría de ellos seguramente se encuentran peor y desde hace más tiempo (los que lleven tiempo con las grandes).

Mercado mayorista de electricidad – OMIE

Noviembre ha cerrado precio en 61,9 €/MWh (0,33 € por debajo de su última cotización) con una bajada del 4,8 % con respecto a octubre, subida del 4,7 % con respecto al mismo mes del año pasado o la más importante para mí, del 16,2 % con respecto a la media de los últimos 4 noviembres. Al igual que sucedía con los precios domésticos y a pesar de la bajada, estamos ante un mes caro. De hecho ha sido el noviembre más caro desde el del año 2008 (66,52 €/MWh).

 

El alza de precios se ha dado a todas horas, excepto quizás en el pico de la noche, con valores medios muy parecidos a los de 2017. Al igual que pasara con los precios domésticos, el spread medio para este mes se ha ido reduciendo año tras año y si en el 2014 era de 35 €/MWh en este queda en poco más de 22 €/MWh.

Aunque las horas baratas son función del viento y demanda en ese momento y por tanto bastante variables, las horas caras parecen haber tenido el techo rondando los 70 €/MWh.

A nivel de contratación bilateral este mes la nuclear sigue colocando así la mayor parte de su energía (85,3%), no pasando por tanto a formar parte del sistema de fijación de precios. Lo mismo sucede con otras fuentes como la eólica donde la contratación bilateral supuso el 14,9% de la energía generada, la gran hidro (53,8%), el carbón (6,1%) y la fotovoltaica a modo testimonial (0,1%). La contratación bilateral supuso el 22,4% de la energía generada. La contratación bilateral entre comercializadoras (comercializadoras que le venden energía a otras, normalmente más pequeñas y que no son capaces de tener una infraestructura de compras) supuso el 29,3% del total de la energía gestionada en bilaterales (10,47 GWh).

Nuevo retroceso en el número de horas fijadas por el agua y en este mes también por la cogeneración, que se las ceden al carbón y en menor medida los ciclos. Las horas en que el agua fija los precios son las diurnas mientras que las nocturnas son las del carbón y en menor medida la cogeneración.

El precio medio del año hasta el 30 de noviembre es de 56,87 €/MWh y el estimado para todo el año completo baja 4 céntimos respecto al de octubre y asciende a 57,24 €/MWh, así que finalmente ¡2008 será un año muy caro!

Futuros

Bajadas generalizadas en los próximos meses, excepto para febrero del 19 que sube precios y a más largo plazo los 2 últimos trimestres del año 19, Q3 (62,33 €/MWh) y Q4 (63,63 €/MWh). Ligero repunte también para el año completo 2019, que parece empeñarse en quedar por encima de los 60 €/MWh valor increíblemente alto y que debería ser incompatible con la nueva renovable que debe empezar a entrar ya en ese año (todo dependerá de la eólica, la solar, hasta que no haya una incorporación tan masiva como la eólica, no creo que haga bajar mucho el precio).

Aunque queda un mes para cerrar el trimestre actual Q4, el precio quedó en noviembre en 63,56 €/MWh que si promediamos con la última previsión de diciembre (61,22) entonces Q4 debería quedar sobre los 62,4 €/MWh, esto quiere decir que el corte beneficio/pérdidas para el aseguramiento del trimestre estará sobre mediados de mayo

Fuentes de generación y emisiones

Impresionante desplome de la generación termosolar, que aunque le corresponde por pura estacionalidad, ha tenido el peor resultado desde noviembre del 2014, con una generación de menos de la mitad de lo que le correspondería en este mes, le sigue la otra solar, la fotovoltaica y la nuclear con 2 reactores parados por recarga (Almaraz I y Ascó I) casi todo el mes.

En el otro lado y para compensar la energía no generada por las nucleares, tenemos fuerte repunte de las fuentes más caras: Gran hidro, Ciclos y en menor medida el Carbón. Curioso el comportamiento de los ciclos este año, con más generación de lo habitual desde Marzo, justo al revés que el carbón, pero es que en este noviembre se ha generado mucho con gas, casi tanto como el noviembre de 2016. Esto puede ser debido al fuerte incremento de precios que ha tenido hasta octubre el precio del carbón mayorista y también el de los derechos de emisión que afecta particularmente al carbón (la generación con ciclos emite menos de la mitad de GEI que con carbón). Y aunque en noviembre los precios del carbón han caído un 9% el de los derechos de emisión ¡se han incrementado nada menos que un 23%! Esto unido a la eliminación del céntimo verde al gas del RD 15/2018 puede haber provocado esta situación este mes.

Igual que el año pasado fue un año solar excepcional, este está siendo francamente malo, con una generación muy por debajo de lo normal y aún así, como tenemos tan poca instalada, no influye demasiado en el cómputo de generación renovable que este año vuelve a recuperar cuotas y acabará rondando el 40%, por encima de los 3 años anteriores y será debido, en este mes, sobre todo al agua (10,6% de cuota) y al viento (21,6% de cuota) que han destacado por encima de lo habitual para noviembre.

Así que alta cuota renovable y baja generación con carbón (aunque mayor con ciclos), se traducen nuevamente en un moderado incremento de Gases de Efecto Invernadero (GEI), que aunque baten récord del año ya que habrá un aporte de 6,61 millones de toneladas de CO2 (a confirmar por REE cuando salga el dato oficial. El anterior máximo del 2018 fue en septiembre con 6,57 Mt/CO2), no se había dado una emisión tan baja para este mes desde el de 2014. En lo que va de año, el sistema eléctrico habrá emitido a la atmósfera 58,7 Mt/CO2, un 13,6% menos que el mismo periodo del año pasado (67,9 Mt/CO2). Terminará el año rondando los 65 Mt/CO2 emitidos. El factor de emisión se sitúa en 0,297 tCO2/MWh (a confirmar por REE) y para lo que va de año en 0,246 tCO2/MWh.

Sin cambios en el ranking de fuentes que más han generado en lo que va de año, que son, por orden: nuclear, eólica e hidráulica

Debido a los altos precios de Francia, el saldo neto de la interconexión pasa de importador a exportador en noviembre, algo que no sucedía desde Marzo, mes récord de eólica. Justo lo contrario ha pasado con la de Portugal.

Mercados europeos

Es divertido comprobar qué ha pasado este mes en los mercados europeos: los que tradicionalmente son más caros, Reino Unido, Italia y España son los únicos que bajan precios respecto al mes anterior (Italia la que lo hace con mayor intensidad) y el resto suben.

Los países más caros han sido Bélgica (77,75 €/MWh), Reino Unido (70,25 €/MWh) y Francia (67,81 €/MWh) mientras que los más baratos fueron nórdicos (48,37 €/MWh), Alemania (56,68 €/MWh)…. y ESPAÑA (61,97 €/MWh) (quitándole el puesto, por muy poquito, a Holanda)

Noviembre ha sido un mes especialmente caro para Alemania y nórdicos (un 54% más caros que sus respectivos últimos 4 noviembres) y los que han tenido precios más «normalitos» aunque también algo más caros de lo normal, han sido Italia (14%) e Ibéricos (16%).

Bélgica ha seguido sufriendo con su mayoría del parque nuclear apagado (6 de 7 reactores) por recarga y obras en de refuerzo de hormigón y ha estado 4 días por encima de los 80 €/MWh (días 2, 5, 21 y 26, siendo especialmente duro el día 21 que llegó a cotizar a 184,86 €/MWh), arrastrando a Francia.

El frío notable de la segunda quincena del mes y el consiguiente aumento de la demanda han ayudado a este incremento de precios en casi toda Europa.

España ha sido el país con menor volatilidad de precios diarios mientras que el mayor esta vez ha sido Bélgica en vez del tradicional puesto reservado a Alemania.

En la media anual, seguimos en nuestro habitual tercer puesto tras Reino Unido e Italia, pero Bélgica, si continua en diciembre con su mayoría del parque nuclear parado (y fácilmente así seguirá, puesto que la primera en reconectarse será DOEL4 para mediados de mes) y vuelve el frío, quizás nos adelante. Los países más baratos del año son Nórdicos y Alemania (muy cerca) y a mayor distancia Francia.

Por Francisco Valverde – Analista del mercado eléctrico "

Las falsas verdades del sector petrolero y la transición energética

El otro día tuvo lugar la reunión anual de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP). Las reseñas de prensa han sido “trending topic” en todos los medios. Traigo algunas de las perlas de la reunión y mi réplica:

1.- Luis Aires (BP) lamentó que “la intención del Gobierno socava los principios de libertad y progreso»

NO, no hay libertad y progreso si una tecnología causa muertes prematuras evitables y daña el clima por acumulación de gases, con consecuencias devastadoras, según la comunidad científica global. Como sea, la intención del Gobierno es cumplir los objetivos de la UE de descarbonización en 2050.

2.-“Va en contra del progreso y la neutralidad tecnológica» Luis Aires (BP)

NO, no puede haber neutralidad tecnológica si unas tecnologías emiten CO2 y otros contaminantes y otras tecnologías no (Vehículo Eléctrico y H2 con electricidad renovable).

3.-Crea incertidumbre» en el sector automovilístico.” Luis Aires (BP)

SÍ. Pero les avisa con 22 años para que aceleren su transición. ¿Qué otra industria ha sido avisada con 22 años?

4.-“Esa medida restringe la libertad de desarrollo del sector, poniendo además en riesgo la competitividad y el empleo» Luis Aires (BP)

NO: (a) el sector de combustibles fósiles solo puede desarrollarse de manera sostenible inventando alguna tecnología segura y barata de captura y almacenamiento de los productos de la combustión: CO2, NOx, PM,…  lo que parece imposible con 1.300 Millones de vehículos a motor dispersos en todo el mundo. (b) La competitividad nacional debe mejorar pues las energías renovables ya son más baratas que las fósiles y siguen abaratándose. (c) El empleo debe mejorar si se reemplazan energías importadas intensivas en gasto variable (combustible) por energías nacionales intensivas en coste de capital (construcción y montaje) con costes marginales tendentes a cero (agua, sol y viento renovables).

 

5.-“Que las distintas tecnologías compitan entre sí en igualdad de condiciones” Luis Aires (BP)

Puede ser, pero eso exigiría la internalización, en los precios de los combustibles fósiles, del daño que causan a la sociedad, tanto por la mortalidad anticipada de sus contaminantes químicos como por el cambio climático que causan sus gases de efecto invernadero.  En todo caso, la exigencia de descarbonización impulsada por la UE será de obligado cumplimiento.

6.-«Se pagan unos 17.000 millones de euros por impuestos especiales a los carburantes, por lo que preguntó qué impuestos se van a subir para recaudar esa cifra cuando prolifere el coche eléctrico» Luis Aires (BP)

NO, esos impuestos apenas dan para el mantenimiento de las infraestructuras, las carreteras.  La fiscalidad de los carburantes, una vez contabilizado el uso de sus infraestructuras es casi nula, según Nera Consulting. En la transición, la fiscalidad de los combustibles fósiles debe subir y  la fiscalidad de la electricidad sin emisiones debe bajar. Toda la flota, sea eléctrica o fósil, deberá contribuir al mantenimiento de las carreteras. O sea, los 17.000 M€ deberán ser pagados por los coches eléctricos cuando sean el 100% de la flota. Entre 33 millones de vehículos (DGT- 2016), resulta una media de 500€ anuales.

 7.- «Esto es golpe en la línea de flotación de la economía y a las principales empresas exportadoras» Imaz (Repsol) 

NO. Esto es un golpe en la línea de flotación del sector de combustibles fósiles. Es verdad que exportan, pero una fracción de lo que importan. Si se refiere a la industria del automóvil, tienen 22 años para reinventarse y seguir exportando coches eléctricos. La economía española debería mejorar su balanza comercial y se generará empleo neto.

8.- Imaz (Repsol) pidió al regulador «humildad» y apostó por no ser «pretenciosos» y respaldar la «neutralidad tecnológica«. «No hipotequemos al ciudadano«.

Sin comentarios…

Es totalmente comprensible su reacción. Está en riesgo de desaparición todo su modelo de negocio. Pero la sociedad debe erradicar los gases de efecto invernadero. La UE se ha propuesto que en 2050, sus emisiones sean CERO o casi CERO. Tendremos que empezar en serio en algún momento.  En aquellos sectores de actividad donde ya tenemos las tecnologías y, además, son más baratas, no podemos perder ni un solo año más.

Por Emilio de las Heras – Experto en Cambio Climático y Economía "