Luis María de la Maza – Profesional del área energética e industrial
La energía nunca ha sido de verdad un asunto central entre las preocupaciones de los españoles. Aunque hace muchos años que el mercado de los productos energéticos está (nominalmente) liberalizado, es como si «la gente» tuviera la sensación de que el suministro está absolutamente garantizado y de que sus condiciones dependen fundamentalmente de decisiones gubernamentales; sólo cuando las tarifas o los precios evolucionan al alza, surgen voces de protesta contra ello y contra los actores que dan pie a que se produzcan. Vivimos insensibilizados en materia energética porque el entorno social, mediático y político y los intereses, casi siempre ocultos del mismo, nos conducen a ello.
Y, sin embargo, como en cualquier economía desarrollada, la energía es un elemento capital para la competitividad del país y para el progreso y calidad de vida de sus habitantes. En España hablamos de una actividad que mueve directamente alrededor del 2,5% del PIB y que, por nuestra enorme dependencia exterior a través de las importaciones de combustibles fósiles (el 86% de la energía primaria consumida en España es importada, más de 30 puntos por encima de la media europea), se transforma en un brutal problema, mitigado en los últimos meses por la caída en picado (coyuntural) del precio del petróleo.
Los lobbies energéticos, eléctricos y de combustibles fósiles y sus puros intereses empresariales están en la base de este problema de nuestra economía. Y junto a ellos, el lobby político que come en su mano y se beneficia de sus decisiones, tanto a nivel de la estructura de los partidos políticos como de sus cargos directivos que echan mano de la puerta giratoria tan pronto como dejan sus cargos y aquélla se les pone a tiro.
Aberraciones tales como la prolongación de la vida de las centrales nucleares, la penalización del autoconsumo y la descentralización de la generación, la paralización de la promoción de las energías renovables, la potenciación del consumo de gas (entre otras cosas, para producir electricidad a precios desorbitados), la promoción de las prospecciones petrolíferas y del fracking y muchas otras sólo se explican porque los gobiernos en España funcionan al dictado de esos lobbies y de espaldas a las necesidades reales del país y de sus ciudadanos.
España ha perdido una enorme oportunidad de ser un país puntero en un sector tan avanzado tecnológicamente como el de las energías renovables. Lo fuimos durante los primeros años del Siglo XXI, pero las sucesivas decisiones de todos los gobiernos han dado al traste con ello, haciendo desaparecer muchas iniciativas empresariales, perdiendo muchas posiciones en el ranking mundial y entregando al capital extranjero las pocas grandes empresas que han sobrevivido. ¡Ah!, y convirtiéndonos en el país con más reclamaciones en los Órganos Internacionales de Arbitraje, amenaza oculta que puede costarnos un dineral a todos los españolitos.
¿Cuándo vamos a ponernos las pilas para decirles a nuestros gobernantes que ya está bien?, que no podemos seguir por esta vía ajena a los intereses ciudadanos y orientada sólo por decisiones de las empresas; que debemos apostar por fuentes energéticas propias, ilimitadas y respetuosas con el medio ambiente y descarbonizar (y desnuclearizar) nuestra economía; y que hay que poner a la ciudadanía en el centro del problema y facilitar que tome sus propias decisiones en la materia. Aunque no nos lo creamos, está sólo en nuestra mano resolverlo y si esperamos a que los gobiernos nos lo arreglen, estamos aviados.
La energía es INFINITA!! A algunos les interesa que se tenga como «escasa».
10 agosto 2016 | 12:07
Todo eso que expones debe recordarse el dia de las elecciones. Lo que pasa que algunos tienen memoria de pez, y son tan dominables que les manipulan con el miedo.
10 agosto 2016 | 12:09
Tu reflexión es completa y afinada. La estrategia es muy complicada. La cuestión es que la energía es un bien básico, como en otros tiempos lo era el pan. Su coste no es excesivo para la mayoría de los presupuestos (tal vez el 60 o el 70%).
Así que no es fácil movilizar a la ciudadanía para enfrentarse al mundo de la energía salvo que aumente mucho su precio. En la capital mundial de los bares (España tiene la relación n° de bares por mil habitantes mayor del mundo, para llorar de rabia). Así que es importante la acción ciudadana, pero está lejos de ser suficiente.
El problema es técnico y por tanto de coste. Mientras no haya un equipo de profesionales evaluando la situación y emitiendo un continuo de mensajes, y esos mensajes aparte de negativos (por lo vergonzoso de gobierno, UNESA y sus empresas) los tiene que haber positivos, pero además hay que elaborar dossieres capaces de contrarrestar los otros (de cara al gobierno, a las Cortes y a los medios) y dejamos los temas de relaciones institucionales.
Todos los costes de publicidad, asesoría jurídica, relaciones institucionales, lobby y más de las empresas energéticas y especialmente las eléctricas son pagados por los consumidores y utilizados en general para perjudicarles. Es contra eso contra lo que además hay que luchar.
Una de las principales carencias en el movimiento ciudadano sobre energía es la capacidad de elaborar dossieres y hacer lobby técnico además de político. Algo realmente caro.
11 agosto 2016 | 19:33