Inventado a finales del siglo XIX, las películas de 35mm han sido parte del cine (y la fotografía) hasta hace bien poco, en el momento en que el mundo digital se impuso definitivamente al analógico.
William Dickson, ingeniero y pionero del cine al servicio de Edison, fue quien usó por primera vez una película desarrollada por Eastman, a la que le agregó las perforaciones para poderla sujetar a la cámara. Nacía así el formato de 35mm, que se convirtió en estándar tras el congreso celebrado en París en el año 1909 y que perduró hasta la primera década del siglo XXI.
Aunque el ancho de las películas eran de 35mm, había diferentes formatos o proporciones, como el habitual 1:1,33 del cine mudo hasta el 1:1,25 con la introducción del cine sonoro, donde la película necesitaba espacio para la pista de sonido.
En los años 50 al cine le llegó un duro competidor: la televisión. Pronto los hogares se llenaron de estos aparatos lo que obligó al cine a buscar soluciones para llevar los espectadores perdidos de nuevo las salas. Se buscaba una mayor espectacularidad y surgió la imagen panorámica, como el cinemascope o el cinerama.
Los formatos panorámicos usaban una lente anamórfica, que básicamente lo que hace es comprimir la imagen inicial para adaptarla al fotograma y luego volverla descomprimir para mostrarla en la pantalla. El sistema fue inventado en los años 20, pero no fue hasta los años 50 cuando la Twenty Century Fox lo adquirió, iniciando la era del cinemascope con La túnica sagrada (Henry Koster, 1953). Pronto surgieron otros sistemas, como el vistavision o el panavisión, con nuevos estándares que buscaban alternativas al monopolio de la Fox.
Otro sistema fue el cinerama, que tuvo en sus comienzos un gran éxito debido a lo espectacular de sus imágenes (1:4) sobre una pantalla curva. Pero tenía un problema, era un sistema demasiado caro ya que requería de tres proyectores y la adecuación de las salas.
El Todd-AO fue otro novedoso sistema desarrollado por el productor Michelle Todd, que empleaba una película negativa de 65 mm, por lo que el fotograma podía introducir mayor información que en la habitual de 35mm. Este sistema se usó por vez primera en el musical Oklahoma (Fred Zinnemann, 1955) y más tarde en La vuelta al mundo en 80 días (Michael Anderson, 1956).
Aunque nos parezca muy reciente, otro formato qué surgió en los años 20 fue el cine en tres dimensiones (3D). Este sistema se estrenó en 1952 con Bwana Devil (Arch Oboler), donde la superposición de imágenes producía un aumento de la profundidad, aunque el espectador debía usar gafas especiales. Curiosamente, pasada la novedad, este sistema dejó de interesar muy pronto hasta que se volvió a poner de moda recientemente.
Una de las consecuencias del uso de las grandes pantallas cinematográficas fue la cercanía que sentía el espectador por los protagonistas. A diferencia del teatro, ahora, y gracias entre otras cosas al uso de los primeros planos, los protagonistas comenzaban a convertirse en verdaderas estrellas, revalorizando las películas, cuyos nombres aparecían en los carteles como gran reclamo publicitario.
Uno de los momentos decisivos para el cine fue la llegada del sonido en los años 30. Surgió la necesidad de incorporar esta novedad a las películas de 35mm, que usaban líneas de sonido analógico que se introducían entre las perforaciones y la imagen. Ya en los años 90 llegó a los cines el sonido digital, el Dolby Digital y el SDDS de Sony. Más tarde apareció el DTS, sistema que sincroniza la imágenes con el sonido, pero a diferencia de los anteriores, este va en el CD-ROM a parte de la película. Entusiastas a parte, el cine de 35mm pasó a la historia tras la primera década del siglo XXI, dejando tras de sí una historia de más de un siglo y un número incontable de películas.
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