La censura es tan antigua como el cine, o casi. No podemos olvidar cómo se movilizaron las ligas puritanas en Estados Unidos contra el inocente y primigenio beso que nos ofreció Edison en El beso (1898) o cómo añadieron una franjas en la zonas mas «provocativas» de Fátima Djemille, mientras bailaba la danza del vientre en una producción también de Edison.
Si bien es verdad que en los primeros tiempos todavía no existía la censura institucionalizada, con el tiempo llegaría y casi ningún país se libró de ella, sobre todo cuando descubrieron el poder de masas del séptimo arte.
Hoy vamos a ver como el uso del doblaje para censurar una película, les jugó una mala pasada a los censores franquistas con Mogambo de Ford, donde al final fue peor el remedio que la enfermedad.
El doblaje fue una solución de las grandes productoras norteamericanas para no perder difusión de sus películas en Europa, donde la mayoría de los países eran reticentes a las películas que no fueran en su idioma. Primero trataron de subtitular los diálogos, pero al final tuvieron que recurrir al doblaje para que las grandes producciones norteamericanas fueran consumidas en el viejo continente.
Pero claro, el doblaje permite alterar de manera sencilla los diálogos, lo que es una tentación para cualquiera que se dedique a labor de censor. El problema es cuando pierden el hilo de lo que modifican como ocurrió en Mogambo (John Ford, 1953). En la moral de la España de los años 50 no estaba bien visto la infidelidad matrimonial, y en la película, una joven y guapa esposa, Linda (Grace Kelly), cae rendida ante el aventurero y maduro Víctor (Clark Gable). En el juego de parejas aparece también otra bella mujer que también cae en los brazos del intrépido granjero, Eloise (Ava Gardner). Y sin olvidar al esposo desdichado, el antropólogo Donald (Donald Sinden).
Grace Kelly y Donald Sinden eran en la ficción marido y mujer, que por arte de «magia dobladora», el censor de turno transformó en hermanos. Una auténtica dificultad era evitar las escenas maritales pues, como es normal, ambos compartían dormitorio. Eso sin contar que para evitar la adulterio se habían inventado un incesto, que en cualquier moralidad de puritano clásico, era aun peor. Además imaginad las caras de la gente en las salas, viendo al «hermano» extrañamente celoso de Gable.
Al final, la versión en español resultó muy ridícula, pero hasta 1974 no se realizó un nuevo doblaje de la cinta. En los momentos finales del franquismo, con una censura mas moderada que la vivida en la primeras décadas, aún se se dieron unos diálogos «retocados», sobre todo los que hacían referencia a algún comentario subido de tono. Ya en democracia, en 1982, se realizó un tercer doblaje ya sin ninguna alteración. Por fin pudo decirle Ava Gardner a Clark Gable, que era un «típico africano caliente» por su forma de besar.
Las acciones de la censura para «evitar» un adulterio no eran nuevos en el cine español de la dictadura. Antes de Mogambo, ya había hecho cambios similares en El ídolo de barro (Mark Robson, 1949) o Las lluvias de Ranchipur (Jean Negulesco, 1955), aunque, todo sea dicho, no se inventaron incestos o cosas peores.
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17 noviembre 2021 | 11:06 am