Para este puente de Todos los Santos, vamos a navegar en un navío de guerra del siglo XVII como marinos del buque «Las siete provincias’‘, capitaneado por un intrépido holandés que pasó de la marina mercante a ser la pesadilla de los barcos ingleses.
Michiel de Ruyter: El almirante (Roel Reiné, 2015) es la historia del mayor y más afamado marino de las Provincias Unidas, “el mejor hombre con quien navegar”, como se referían a él sus hombres. El actor holandés Frank Lammers es el encargado de dar vida a Ruyter.
Está dirigida por el neerlandés Roel Reiné, un habitual a las películas de acción y que ha dirigido películas de época como La leyenda de Redbad (2018) sobre los enfrentamiento entre sajones, frisones y daneses, y la «hipermergapolémica» serie Knightfall (2017) sobre los templarios, y plagada de errores históricos, algunos tan increíbles inventarse el reino de Cataluña. De hecho el director no puede evitar alguna referencia despectiva hacia los Habsburgo y omite la presencia española en la batalla final.
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A medida que la naciente república de Holanda es atacada desde todos los lados, con enfrentamientos internos con los Nassau siempre intrigando, Michiel de Ruyter es el principal baluarte de intereses del país. Pero el almirante, que llegó «sin apellido» y desde la marina mercante, despierta envidias por su popularidad. Johan de Witt (Barry Atsma) es el principal baluarte político de la República y apoyo de Ruyter.
Pronto comienzan las hostilidades y las victorias, como la lograda en la batalla de los Cuatro Días (1666). «Quiero que mi té esté listo a tiempo«, exclama el inglés Monk (Colin Mace) antes de enfrentarse al hasta entonces desconocido almirante neerlandés. Una muestra de la arrogancia inglesa que pagaron muy caro.
Pero sin duda el mayor hito logrado por el almirante fue llegar hasta las costas inglesas, y atacar por sorpresa a los barcos en tierra. Logró incendiar una docena y se llevó «de recuerdo» el Royal Charles, el buque insignia inglés y la joya de la corona. Todo un golpe de efecto para el rey Carlos donde Charles Dance no se lo toma muy bien.
Curiosamente pese a las continuas guerras (hubo tres) entre ingleses y holandeses, Guillermo III (Egbert Jan Weeber) y Carlos II (Charles Dance) eran familia, sobrino y tío respectivamente. De hecho el príncipe holandés llegó al trono inglés en 1687 por matrimonio con María II.
Mientras en las 7 Provincias intrigan por el poder, los ingleses y franceses llegan a un acuerdo y los frentes de la república se multiplican hasta el punto de tener que pactar con la Monarquía Hispánica (¡sí habéis oído bien!).
«Proporcionar (a Ruyter) la tumba más hermosa posible»
Guillermo III, príncipe de Orange
En un enfrentamiento de la escuadra hispano-holandesa en el Mediterráneo, es donde encuentra la muerte el afamado almirante. En la batalla de Agosta de 1676 (de la que se omite que gran parte de la flota era española, cosas de neerlandeses…) es herido en la pierna, que se le gangrena y fallece. La fama de Ruyter era tal, que los propios franceses le rinden salvas de honor, ordenadas por Duquesne, el marqués de Quesne (Filip Peeters), el jefe de su escuadra.
Los honores almirante en su tierra fueron fastuosos y todos lloran al caído, incluido el intrigante príncipe de Orange que ordena construir una tumba a su altura.
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Tráiler de ‘Michiel de Ruyter: El almirante‘ (2015)
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