En las primeras décadas del siglo XX se desarrolló en Italia el nacimiento de un nuevo modelo de cine histórico y épico, los orígenes del péplum, desarrollado al amparo de los grandes rodajes que comenzaban a realizarse y que abandonaba los códigos teatrales que se habían impuesto hasta entonces. Era el nacimiento de las superproducciones.
Aunque todavía faltaba tiempo para el cine sonoro o hablado, el desarrollo de los largometrajes y la necesidad de dar al público novedades que aumentaran un interés que parecía estancado, provocó una nueva tendencia basada en historias del pasado y obras literarias de éxito. Bajo el star system, donde los actores comenzaban a hacerse protagonistas de las cintas, nacía el cine de reconstrucción histórica, también llamado kolossal, donde las películas de referencias al pasado fueron predominantes y tuvieron un enorme éxito en el público a nivel mundial.
El kolossal dio a Italia la paternidad de las superproducciones
Este «primer boom» del cine histórico comenzó a principios de siglo y perduró hasta la mitad de la década de los años 20. Las películas fueron en principio ambientadas en la antigüedad de Grecia y Roma, aunque terminaron extendiéndose a otras épocas, como el medievo, temas bíblicos, el Renacimiento o cualquier momento histórico pasado. El uso de temática religiosa provocó el malestar de la Iglesia, llegando incluso Pío X a tratar de prohibir las enseñanzas religiosas en el cine a las que acusaba de frívolas. Un ejemplo lo encontramos en Christus (Giulio Antamoro, 1916).
Las características principales eran el abandono de los interiores para rodar escenas de acción en ambientes abiertos, que permitían el protagonismo de grandes masas de extras (salvando las distancias, nos recuerda al cine soviético de Eisenstein), espectaculares escenografías y un cuidado vestuario, tratando siempre de dar la mayor verosimilitud a las escenas. Tampoco podemos olvidar el matiz ideológico de este tipo de cine, con marcado carácter nacionalista que trataba de mostrar el glorioso pasado militar italiano.
Para dotar de realidad a los majestuosos escenarios de la antigua Roma, usaban unas planchas de vidrio sobre fondos pintados para imitar el mármol de los palacios. Para destacar la plástica y la espectacularidad de los espacios y la luz se usaban reflectores y pantallas, y para dotar a los personajes de mayor realismo, los actores se dejaban crecer la barba.
Una de las primeras cintas destacables fue Los últimos días de Pompeya (Arturo Ambrosio y Luigi Maggi, 1908), donde se reconstruyó la erupción del Vesubio y se proclamaba como «la película más sensacional de la época«. Pero si hablamos del primer gran e indiscutido éxito del kolossal fue sin duda Quo vadis? (Enrico Guazzoni, 1912), que obtuvo un enorme éxito en Estados Unidos siendo un modelo para los que siguieron a continuación. Otras películas de Guazzoni fueron Agrippina (1910) o Marcantonio e Cleopatra (1914). La historia del tracio Espartaco convertido en gladiador tiene su primer eco en Spartacus (Giovanni Enrico Vidali, 1913).
Las principales características del cine kolossal eran el rodaje en exteriores sobre las épocas históricas antiguas, que lograban mediante el uso de secuencias con grandes masas de gente, cuidados escenarios y vestuarios, tratando de dar la mayor veracidad a las tramas.
Este cine también tuvo inspiración en los grandes de la literatura cómo Homero, Petrarca, Dante, Dumas o Boccaccio, que fueron inspiración para muchas adaptaciones literarias.
El cine épico tuvo su mayor momento técnico con Cabiria (Giovanni Pastrone, 1914) ambientada en las Guerras Púnicas entre Roma y Cartago. Además del enorme presupuesto (costó más de un millón de liras), el director realizó técnicas innovadoras en aquellos tiempos como el primer plano, el uso de panorámicas o movimientos de cámara en unos primigenios y sencillos travellings. A Pastrone (cuyo nombre real era Piero Fosco) llegaron a considerarle como «el Giotto del cine«.
Otro de los directores destacados fue Carmine Gallone, el último grande del kolossal, cuya obra La ciudad castigada (1925) es considerada el canto del cisne de este tipo de cine.
Escena de lucha de gladiadores en Quo Vadis? (1912)