Basado en una novela de Arturo Pérez-Reverte, nos muestra uno de los momentos más convulsos del siglo XIX español. Tiempos de revoluciones y conflictos políticos, que harán de Madrid un polvorín que provocará un paréntesis a la dinastía borbónica.
El maestro de esgrima (Pedro Olea, 1992) narra la inestable situación política que vive España y que está a punto de estallar en 1868. Jaime de Astarloa (Omero Antonutti) es un maestro de esgrima que trata de pasar de puntillas a los problemas políticos que suceden a su alrededor en las acaloradas tertulias de café. Mientras resuenan gritos de ¡Abajo Isabel II! y ¡Viva Prim!, aparece una nueva alumna, Adela Otero (Assumpta Serna), que además de ser diestra con el florete, le hace revivir viejos sentimientos que pensaba había olvidado y se verá arrastrado en una trama de asesinatos.
«La esgrima es un arte, no una riña de gañanes… y obligado a batirse, a matar por una cuestión de honor, un caballero debe hacerlo del modo más educado posible.» Jaime de Astarloa, maestro de esgrima
Está basada en la novela homónima de Arturo Pérez-Reverte, uno de sus primeros éxitos, publicada en 1988.
Fue bien recibida por la crítica y recibió 11 nominaciones a los Premios Goya, de los que se llevó 3 estatuillas: Mejor guión adaptado, banda sonora y vestuario.
La película se emite hoy viernes 28 a las 16:25 en el canal Cine Español de Movistar+
El final de Isabel II
La película finaliza cuando Prim llega a España desde su exilio en Londrés. Todo estaba preparado en esos días de septiembre de 1868 para el estallido de la Gloriosa, la revolución que puso fin al reinado de Isabel II (1833-1868) y que había unido a la mayoría de los partidos. Se iniciaba el Sexenio Democrático, que incluyó la etapa de Amadeo I de Saboya y finalizó con el fracaso de la Primera República.
En 1833 falleció su padre Fernando VII, el último monarca absolutista, y se inició una etapa interminable de conflictos, guerras civiles y pronunciamientos. Mediante la Pragmática Sanción de 1830, el rey había derogado la Ley Sálica que impedía a su única hija Isabel alcanzara el trono. Esto apartaba del mismo a su hermano Carlos María Isidro, que hasta entonces era el heredero. Este hecho fue el comienzo de las interminables Guerras Carlistas, que «obligó» a María Cristina de Borbón, regente de su hija Isabel, a pactar con los liberales moderados.
El final de la Primera Guerra Carlista con el Abrazo de Vergara (1839) trajo una fatal consecuencia: los militares comenzaban a ganar importancia en la política española. De aquí al final de siglo aparecerán nombres como Espartero, Narváez, O’Donnell, Serrano, Prim, Pavía…
Progresistas y moderados se alternarán en el gobierno pero sin conseguir una estabilidad. Se dieron levantamientos en los años 48, 54 y finalmente una revolución que era cuestión de tiempo, la Gloriosa del 68. Tras el Pacto de Ostende de 1866, progresistas y demócratas, a los que se unieron los liberales, acordaron derribar la monarquía borbónica de Isabel II. La inestabilidad del sistema de partidos, el protagonismo de los militares en la política o el desprecio de la monarca por la Constitución, habían sido las claves que desembocaron en el destronamiento regio.
Sin embargo la Gloriosa no traería la soñada estabilidad política. Se intentó con la elección de una monarquía no borbónica, la de Saboya, pero el asesinato de su principal valedor Prim días antes de la llegada del nuevo rey, provocó una enorme división política que derivó en la proclamación de la Primera República. El levantamiento cantonalista dio paso una situación tan inverosímil como pueblos que declaraban la guerra a sus vecinos. Este primer intento republicano fue breve y solo un año después el general Pavía ocupaba el congreso y ponía el punto y final.
La inestabilidad política, el protagonismo de los militares o el desprecio de Isabel II por la Constitución, fueron algunos de los motivos de la Revolución del 68
La decisión que tomaron los políticos encabezados por Cánovas fue la restauración borbónica. Pero en lugar de la figura de Isabel II, se recurrió a su hijo Alfonso, educado fuera de España y que llegó al trono como Alfonso XII. Nuevas cortes y una Constitución dieron décadas de la tranquilidad política que había carecido el sistema político español. Los partidos de Cánovas del Castillo (Liberal Conservador) y Mateo Sagasta (Fusionista) se alternaron en el gobierno al estilo inglés, lo que permitió al país llegar al nuevo siglo de manera estable.
Tráiler ‘El Maestro de esgrima’ (1992)
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