Es una de mis escenas preferidas del cine. En la Película El Cid (Anthony Mann, 1961), un magnífico Charlton Heston en el papel del de Vivar, le obliga a jurar sobre la Biblia nada menos que al nuevo rey de Castilla, Alfonso VI, que nada había tenido que ver en la fatal muerte de rey Sancho, su hermano. Rodrigo había servido a Sancho II el Fuerte desde bien joven, llegando a ser su portaestandarte.
La escena es realmente dramática, los silencios se hacen eternos y pone en un compromiso al nuevo monarca, interpretado por John Fraser. Las dudas que grita El Cid en presencia de los más notables del reino, ponía bajo sospecha la honestidad del nuevo rey y este no se lo iba a perdonar.
El acto se refiere a la Jura de Santa Gadea, una iglesia situada a pocos metros de la Catedral de Burgos, aunque para muchos es sólo una leyenda, pues se duda que sucediera en realidad. En el primer tercio del siglo XI el califato Omeya se había desintegrado en los Reinos de Taifas dando oxígeno a los cristianos, sin embargo estuvieron enfrascados en luchas fratricidas como la que muestra esta escena, por los que se alternaban avances notables con periodos de estancamiento. Precisamente el rey Alfonso VI, al que El Cid acusa de la muerte de Sancho, realizará uno de los hitos más importantes de la reconquista, la toma de Toledo en 1085. Era un símbolo, capital del reino visigodo, y provocó la reacción de los andalusíes, que provocaron las invasiones de Almorávides y Almohades, que tendrían muy ocupados a los cristianos peninsulares durante casi dos siglos.
Cartel de la película ‘El Cid’
Un poco de historia sobre la disputa de los hermanos
El problema llegó con la sucesión de Fernando I, rey de León. Decidió lo que para muchos fue un error, que es dividir su reino entre sus hijos. Así, a Sancho, el mayor de sus hijos varones, le otorgó el nuevo reino de Castilla (que pasada de condado a reino). Alfonso obtenía el reino de León y su tercer hijo, García, el de Galicia. Para sus dos hijas dejó dos ciudades, Zamora para Urraca y Toro para Elvira.
«Si hubierais jurado en falso, permita Dios que murierais de igual forma que vuestro hermano»
El Cid al rey Alfonso
El conflicto llegó cuando el primogénito Sancho decidió que a él le correspondía heredar todos los reinos e inició la contienda. Primero colaboró con Alfonso para expulsar a García y repartirse el reino de Galicia, pero terminó enfrentado a su hermano por León, al que logró arrebatar el trono. Sancho había unido de nuevo toda la herencia paterna en 1072.
Sin embargo la tragedia ocurrió en Zamora, ciudad bajo el dominio de su hermana Urraca afín, al parecer, a su hermano Alfonso, al que Sancho había despojado de su trono y encarcelado (aunque terminó huyendo a Toledo). Y fue en el cerco a esta ciudad cuando el rey Sancho moría a manos de Vellido Dolfos, que la historiografía tradicional ha tildado del sobrenombre de traidor y que recientemente se ha tratado de desagraviar. El pobre rey Sancho vivió en sus carnes la dificultad de tomar una plaza como Zamora, origen del dicho “no se tomó Zamora en una hora”. Y aquí es donde la historia nos lleva a Santa Gadea, donde Rodrigo Díaz, a sabiendas de que tras el asesinato del rey estaba la mano de su hermano, le obligó a realizar la jura ante la Biblia, y una vez realizado jurarle lealtad. Sin embargo Alfonso no olvidaría la afrenta del Campeador, que le terminaría enviando al exilio hasta dos veces, momento en el cual se inspira el famoso poema de El Cantar del mio Cid.