A la educación mundial se le aleja la cima 2030

En este blog hablamos siempre de ilusiones, esperanzas y desvelos por llegar lo mejor preparados posible, todo el mundo, al año 2030, aquel en el que se colocó la meta/cima de la revisión de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Nos preocupamos del orden o desorden mundial, que ambos se condicionan y coexisten ligados a los tiempos y los espacios. Podríamos haber titulado el artículo con perspectivas más dolorosas. Algo así como que «la enorme grieta educativa entre países no hace sino agrandarse». De la gran brecha educativa hablaba un reciente artículo de Ethic, sumamente inspirador pues se preguntaba qué podíamos aventurar sobre “el progreso” si la educación mundial estaba en retroceso. ¿Por qué decimos esto y en qué nos basamos? No solo por las conocidas frases de Nelson Mandela o Mahatma Gandhi. Vamos a intentar justificarlo con datos y hechos sacados de publicaciones de organismos internacionales.

Empecemos por anotar algún detalle del documento de la Unesco Establecimiento de compromisos : puntos de referencia nacionales del objetivo de desarrollo sostenible 4 para la transformación de la educación, 2022, que surgió de la Cumbre sobre Transformación de la Educación celebrada recientemente. En él se hace un análisis, cuando estamos en el ecuador hacia 2030, sobre el alcance de lo hecho hasta ahora. Hay que recordar que el ODS 4. Educación universal de calidad, se proponía avanzar significativamente en la asistencia a la educación preescolar; bajar al mínimo las tasas de niños sin escolarizar; acabar definitivamente con las brechas de género; acortar las tasas de finalización; mejorar las tasas de competencia mínima en lectura y matemáticas; consolidar una adecuada formación del personal docente; y aumentar gradualmente el gasto público en educación. La intención de estas publicaciones de organismos internacionales, con cantidad de análisis y datos para cada indicador, no es otra que «ayudar a los países a reflexionar sobre su propia experiencia y seguir abordando el proceso de establecimiento de metas, supliendo las deficiencias de los datos, y preparando respuestas apropiadas en materia de políticas». El informe recoge que 3 de cada 4 países se han comprometido ahora, un poco tarde, con alguno de los valores meta para 2025 y 2030. En pocas palabras: la reflexión sobre el estado de compromisos pasados y la pretensión sobre los futuros.

Siempre se ha dicho que los ODS tenían un matiz de ambiciosa irrealidad, eran algo así como una utopía forzada por el deficiente estado del mundo. Por más que bastantes países hayan confirmado su creencia en el ODS. 4, es posible que no tengan éxito, a la vista del largo camino por recorrer. Habrá que redoblar los impulsos. La reciente publicación de la Unesco Visualización de Indicadores de Educación para el Mundo (VIEW, por sus siglas en inglés) nos habla de mejoras en el estado de la educación mundial desde el año 2000; excepto en África Subsahariana, que soporta la carga permanente de la miseria y el olvido. Pero alerta de que más de 244 millones de niños y jóvenes (6 a 18 años) están sin escolarizar. Probablemente cualquiera podría adivinar donde sobreviven: de forma mayoritaria en el África Subsahariana (98 millones) y Asia Central y Meridional (85). Suena a desconsuelo humanitario conocer que el mayor número lo concentran India, Nigeria, Pakistán, Etiopía y China. Aquí se ven los territorios en desventaja. Por cierto, como este blog tiene lectores en Latinoamérica, incluimos lo que se está fraguando allí. Queda aclarado en este artículo de Tamara Díaz Fouz, Directora de Educación de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) que lleva por título «La educación en la agenda política internacional: América Latina hacia 2030«.

Con todo, el pesimismo social es una epidemia de explosión más o menos retardada; peor aún si se incrementa con los años. Por eso hay que decir en voz alta, optimismo cauto, que muchos países se han comprometido a mejorar la situación en 2030, y algunos lo lograrán sin duda. Pero aún con todo, la Unesco estima en unos 80 millones de niños, niñas y adolescentes quienes no disfrutarán de ese derecho humano en el año citado. Si antes la situación era mala, vino la COVID-19 y provocó una dramática herida, en el alumnado y en la inversión de cada país y el conjunto del mundo, para la calidad educativa y su universalización. Y sin darnos cuenta, Rusia invadió Ucrania y convulsionó la economía mundial, con muchas esquirlas clavadas en la educación, no solo en el país invadido.

(GTRES)

A primeros de octubre se conocía el informe de la OCDE «Education at a Glance 2022″ (un vistazo a la Educación 2022), dedicado en este caso a la educación terciaria, a revisar sus carencias y oportunidades. Informes similares en rigor abordaron los otros tramos educativos en ediciones anteriores. En ellos se pueden consultar datos del gasto por alumno en relación al PIB per cápita, la proporción que supone la educación en el PIB del país, y el carácter finalista o continuado de las inversiones públicas o privadas. Así, en los países de la OCDE, sin duda unos privilegiados en el conjunto mundial, el gasto promedio por estudiante en instituciones educativas desde el nivel primario hasta el terciario es equivalente al 26% del PIB per cápita. Si leemos los datos de WIDE (Base de datos mundial sobre desigualdad en educación) lamentamos y nos preocupamos de lo que allí se dice «destaca la poderosa influencia de las circunstancias, como la riqueza, el género, el origen étnico y la ubicación, sobre las cuales las personas tienen poco control pero que juegan un papel importante en la configuración de sus oportunidades de educación y vida». De hecho, la tasa de finalización de determinados estudios se retrasa entre 3 y 5 años, siempre a favor de los ricos. Los documentos del WIDE llaman la atención sobre los niveles inaceptables de desigualdad educativa entre países y entre grupos dentro de los países, con el objetivo de ayudar a informar el diseño de políticas y provocar el debate público.

La Unesco publicaba hace poco «Reimaginar nuestro futuro educativo juntos«, que intercalaba como subtítulo «Un nuevo contrato social para la educación». Por más que a muchos parezca una quimera la Ayuda Oficial al Desarrollo o la Cooperación, es ineludible un plan de acción global; no solo entre los países ricos de la OCDE. Fuera de esta organización que agrupa a los países ricos, son muchos y urgentes los desafíos: graves epidemias y otros riesgos de la salud, impactos del cambio climático, aumentos del hambre en zonas rurales y ciudades, extensión de la pobreza, amenazas por las guerras sin sentido, etc.; junto a ellas un incierto futuro en la esfera económica y laboral.  Valdría como hipótesis de partida el empeño de la Unesco en convertir el ámbito educativo en un escenario para fraguar futuros justos, equitativos y sostenibles para la mayor parte de la población mundial, con los niños y adolescentes como lanzadera social. Para lograrlo hay que apelar a la solidaridad mundial y la cooperación internacional, todo enfocado al disfrute de los derechos humanos. Pero en demasiados países, también en España, se retiran recursos vitales hacia los más pobres –se malinterpreta la Cooperación Internacional para el Desarrollo-. A la vez crecen por toda Europa los ultranacionalismos políticos que menosprecian el apoyo al débil porque es extranjero o vive lejos. El tiempo hablará, pero apoyar la educación mundial es una inversión, que además del bien social en los países pobres traerá beneficios a los futuros laborales de los países ricos, en donde se habrá de contratar obligatoriamente mano de obra extranjera. Cuanto mejor formada esté mayores serán los beneficios mutuos, como nos cuenta EOM. La redistribución de la población mundial y el intercambio comercial dibujarán nuevas escalas en la relaciones entre países, más todavía en los años posteriores a 2030. Echemos un vistazo a este artículo !Por qué el futuro de la humanidad podría depender de África! en la BBC. Pero hay muchas razones, humanitarias, para considerar muy útil la cooperación internacional, como nos cuenta Oxfam. En fin, que en este mundo pleno de incertezas no debería haber cabida mundial al «edúquese quien tenga»; un vacío inadmisible para el resto.

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