Archivo de julio, 2022

La sequía no es una estampa virtual, se agranda y nos empequeñece

Decía el poeta José María Hinojosa en un poema dedicado a Luis Buñuel que los árboles negros cruzaban sus manos como pidiendo un poco de agua. Al mismo tiempo clavaban su mirada en el cielo por ver si venía. Pero como no les llovía encima, casi secos, fijaban sus ojos en la tierra, ya sin jugo y sin aliento. La sequía (bien sea meteorológica, hidrológica, agrícola-hidreoedáfica o socioeconómica) es un estadio recurrente en la zona mediterránea. Los romanos de hace siglos lo sabían bien pues de “siccus (largo tiempo sin lluvia) e –ía (cualidad) acertaron a definir el término. Los italianos de ahora, herederos de su situación en el Mediterráneo vuelven a sufrir las inclemencias del largo tiempo sin lluvia, sequía meteorológica. De ahí que desde Lombardía y otras cuatro regiones del norte de Italia (donde más llovía antes) hayan solicitado hace unos días la declaración de estado de emergencia para hacer frente a la situación. El mismo río Po, una arteria básica para la vida del norte apenas lleva un hilillo de agua en algunos tramos, sequía hidrológica.

Hace unas décadas tuve el placer y la suerte de ser seleccionado por la Comunidad Europea para viajar a Mantua; una especie de Venecia por los lagos que la rodeaban. El motivo era conocer y evaluar un proyecto de Educación Ambiental escolar sobre el río Mincio, procedente del Lago di Garda y tributario del Po en las cercanías de esa población. Además de la ciudad antigua y las pinturas de Mantegna en el Palacio Ducal, me maravilló la prosperidad de aquellas tierras tan ligadas al agua, que llegaban al Po por lugares diversos desde los cercanos Alpes. Me contaron entonces que en ocasiones primaverales coincidían deshielo y lluvias torrenciales que provocaban inundaciones; nunca mencionaron las sequías de ningún tipo, las socieconómicas ya se veía que no. Este monegrino estepario no podía evitar la envidia sana que sentía, acostumbrado a vivir en una zona de España en la que se miraba siempre al cielo, como rogando que lloviese, como hacían los árboles negros en el poema de José María Hinojosa. Pero también en tiempos de cosecha, para retener las “pedregadas”. Tampoco las novenas dedicadas a la patrona de mi pueblo para que intercediese en el hacedor de lluvias siempre eran escuchadas. Incluso fallaba a veces el “entomillado”, por aquello de la tradición griega de relacionarlo con el trueno. Allí se llevaba un poco de tomillo a cada campo para evitar en pedrisco, que viene asociado a tormentas.

Tan mal ven las cosas en Italia norte que hablan ya del racionamiento de agua, tanto para la agroganadería como para el abastecimiento urbano; el alcalde de Milán ya ha inv(c)itado a sus conciudadanos a cerrar una parte de sus grifos, lo que puede significar restricciones. Y estamos a primeros de julio; no queremos imaginar cómo será la situación a mediados de septiembre. La peor sequía en los últimos setenta años azota ya a toda Italia. Debido sin duda a que en esa zona se ha registrado entre un 40% y un 50% menos de agua de lluvia este año respecto a la media de los anteriores y hasta un 70% menos de nieve. Y aquí hay una razón impulsora de la emergencia. Nieva bastante menos hasta en los Alpes, el calor asfixiante viene demasiado pronto y el agua no se la encuentra cuando más falta hace. Es más, la cosa es tan grave que el mar Adriático ha entrado por la desembocadura del Po, con los problemas de salinización de los cauces que esto acarrea. Lo explicaba bien Euronews; en la misma página incluía un enlace donde llamaba la atención sobre el hecho de que los agricultores belgas sufrían parecidas carencias. Además, en toda Europa aumentan la frecuencia y duración de las olas de calor, con lo cual todos los problemas se agravan.

Vista del embalse de Eiras, uno de los que abastece de agua a la ciudad de Vigo. (Salvador Sas/EFE/Archivo)

Otros muchos países, nos quedamos en España, se ven cada vez más afectados por la falta de agua, de lluvia y de la que almacena en los freáticos de las cuencas. A primeros de este mes se lanzaba la alarma de que la sequía anulaba las zonas de baño en los ríos del Pirineo aragonés. No llevan agua por la falta de nieve en invierno y la falta de lluvias. El alcalde de uno de los municipios afectados aludía a la pérdida de calidad del agua cuando la cantidad desciende tanto. Otro desastre de caracteres gravísimos: Doñana se seca. Ya hace un par de meses que bastantes hombres y mujeres expertos en las dinámicas hídricas y el tiempo pedían declarar Doñana en riesgo de desaparición.  En este paraíso natural la causa se debe en parte a la escasez de lluvias. pero mucho más los miles de pozos legales e ilegales que bordean sus proximidades. Lo más grave es que en esta situación el Parlamento andaluz pretende legalizar millares de captaciones no registradas. Duele ver esto, cuando todos deberíamos reconocer que estamos en una grave crisis climática y el agua será uno de los bienes básicos para vivir. Es necesario recordar que la ONU la declaró derecho humano en el año 2010.

Pero ahora mismo las sequías afectan a un número de países cada vez mayor, como informa EFE. Quién sabe si lo peor está todavía por llegar. Ya hemos comentado aquí en otras entradas que sequía y desertificación van de la mano, ambas espoleadas por el cambio climático de aceleración antrópica. Es curioso que quienes incrementan las sequías socioeconómicas serían los mayores beneficiarios de que estas ocurriesen tan a menudo. Además, este año se han provocado desembalses escondidos, al menos en España, por parte de las hidroeléctricas para generar energía de grandes beneficios. ¿Cómo son de trascendentales para secar los ríos? Un tema a no olvidar. Ya nos lo ilustró El Roto en la colección Aguatinta con motivo de la Expo 2008 de Zaragoza y en una exposición que se programó en el Ceneam (Centro Nacional de Educación Ambiental). En sus dibujos se expresa claramente que si la sequía se engrandece a nosotros nos empequeñece, por la inacción y la imposibilidad de gestionar un problema cada vez mayor, como esos bomberos que intentan ver renacer el río echándole agua con sus mangueras. No falta el humor allá dónde el miedo se presenta: alguien habla ya de la inminente crisis global del agua.

La Aemet (Agencia Estatal de Meteorología) incluía hace unos días en su sitio de Twitter unos mapas que no tienen desperdicio: la precipitación acumulada por años hidrológicos, la panorámica del presente año hidrológico que como sabemos empieza el 1 de octubre y el índice de precipitación estandarizado para esta amargo junio de 2022). La cosa pinta mal, por eso algunas organizaciones ecologistas han hecho del agua uno de sus focos de interés, como es el caso de WWF u otros, que aluden también al despilfarro de agua. Greenpeace se pregunta quién está detrás del crimen del agua, y nos invita a salvarla. Es pena que en España, excepto para lo más afectados, esta grave situación no sea una preocupación prioritaria, ni siquiera para los poderes públicos que fueron elegidos por nosotros para cuidar el bien común. Lo de aquí no existe, en demasiadas ocasiones porque no se habla de ello. Excepto en los boletines de la Aemet. ¿Quiénes están informados de lo que sucede con las salinas del Cabo de Gata? Excepto en dos o tres medios de comunicación en sus páginas de clima y medioambiente. Sin embargo, la sequía es noticia principal en algún medio de comunicación de fuera. Urge la creación de un Comité de Vigilancia de los caudales hídricos entre el Gobierno de España y los autonómicos, con el auxilio de las Confederaciones Hidrográficas.

The Guardian titulaba de una manera muy expresiva una reciente noticia: España y Portugal sufren el clima más seco en 1.200 años,  apoyándose en una reciente investigación  publicada en la revista Nature Geoscience. Lean la noticia para situarse en la vida, ver en problema en su justa medida y evitar empequeñecernos ante semejante situación porque afrontamos el problema con compromiso. A este paso tampoco lloverá ni nevará suficiente, como era lo acostumbrado. Me preocupo del estado de aquellos ríos y lagos de la Lombardía que publicitaban vida pues según cuentan La Republicca y el Mantova Uno las restricciones ya han comenzado en toda la zona; la nostalgia me abruma, a la vez que previene: si allí están así…

Una canoa sobre el lecho seco de la laguna Leona Vicario, a causa de la sequía en el municipio de Bacalán, en el estado de Tabasco (Jaime Ávalos/EFE/Archivo)

La abstracción generalizada del ecopostureo

Dicen por ahí que la conciencia ambiental va en aumento. Es posible que sea así. Si bien la conciencia no siempre implica una reflexión y la posterior actuación personal acorde con los aspectos descubiertos que admiten mejora. A veces las situaciones detectadas parecen cosas concretas; nos encaminan hacia el obrar con sentido. Pero hay que permanecer alerta. A poco que nos descuidemos se vuelven abstractas, o universales si eran cercanas. Y por razones diversas no estamos acostumbrados a zambullirnos en ese mar de tempestades. El medioambiente es tan complejo que busques por donde quieras allí está, demasiadas veces con un descosido o grietas diversas. La evidencia consciente tarda en introducirse dentro de la conciencia. Si fuese al contrario estaríamos caminando hacia la búsqueda de un modo de vida más acorde con los cambios ecosociales que nos rodean. ¡Ojo con los descuidos! Habrá que darle vueltas a aquella afirmación de David Hume (filósofo escocés del s. XVIII muy influyente en eso de que cada conocimiento proviene de la experiencia) de que “la naturaleza mantendrá siempre sus derechos y, finalmente, prevalecerá sobre cualquier razonamiento abstracto”.

Antes habremos de delimitar si la naturaleza es el todo que constituye la vida o una parte más, limitada a la biodiversidad mezclada con geología y con una constante afección de los fenómenos atmosféricos. Algo así como un todo sistémico, donde hasta un cambio que parece nimio tiene sus consecuencias. Traemos de nuevo aquí aquello que presentaba Habermas en Sistemas de legitimación en un mundo tardío en el sentido de que el mundo es contradictorio y como tal debe abordar simultáneamente, desde el punto de vista sistémico integrado, a la multicrisis: crisis económica, crisis de racionalidad, crisis de legitimación y crisis de motivación. Un vistazo a los atropellados viajes de veraneo de estos días sirve para confirmarlo. Abrimos hilo, cual si esto fuera un tuit, para la gente interesada.

Dice un estudioso monegrino que el ecopostureo ha venido para quedarse. Añade que en lugar de remover conciencias produce tranquilidad ecológica. Incluso hay quienes con llevar los papeles al contenedor azul se lavan la conciencia. Es más, como suele utilizarse “Greenwashing”, que suena a algo así como ser verde pues nos hace parecer más modernos. Pero no, se trata de un auto convencimiento de ser buena gente pero en realidad en nuestra traducción significa engaño verde. Miren si no a su alrededor, escuchen a los anunciantes, lean los carteles de las tiendas, reflexionen sobre lo que dicen los partidos políticos o los gobiernos del Estado, de las CCAA y de los ayuntamientos. Greenpeace, colectivo independiente de marcas y dineros públicos, se atrevió a decir en voz alta que el sistema de conciencia ecológica no era tal y acusaba directamente a la empresa que más suena en esto del reciclado y más cosas. Como aquí no hacemos publicidad ni a favor ni en contra adjuntamos el enlace.

Hace un mes más o menos se publicaron un par de noticias, referidas a los habitantes de España, que aisladas de las demás y metidas en un laboratorio ecosocial daban qué pensar. La una aludía a la alta preocupación por el medio ambiente, concretémoslo en el cambio climático. La otra exponía que un alto porcentaje de los encuestados manifestaba una escasa disposición a sacrificarse en frenar el fenómeno, que ahora es una emergencia al decir de la ciencia.

La primera elaborada por el Instituto DYM para 20minutos.es en los días previos al 5 de junio, Día Mundial dedicado al Medio Ambiente. Según los resultados se podría afirmar que el 85% de los encuestados españoles considera que el calentamiento global es una grave amenaza para la humanidad, y que los desastres ambientales son consecuencia del cambio climático (81%). Pero este dato de preocupación descendía con la edad, y era mayor en las mujeres que en los hombres. Es más, el grupo de preocupados era un poco menor que dos años antes, en donde alcanzaba el 88%. Si bien mostraba signos de mejoría en los tramos de edad entre 25 y 44 años, lo cual es una buena noticia. Se supone que esas personas han tenido algún contacto con la Educación Ambiental en sus tiempos escolares y ahora pueden analizar mejor lo que sucede en asuntos como el calentamiento global. Un aspecto que ha empeorado es la creencia de que es demasiado tarde para actuar, ha aumentado del 28% al 38%. Otra lectura positiva dice que a más edad más consciencia en el hecho de que la acción individual puede tener un efecto positivo en la mejora de la situación. Eso sí, también se deduce que los mayores esfuerzos los deben realizar los gobiernos y las empresas. Son los más jóvenes, de 18 a 24 años, quienes asignan su remiendo a otros.

Otra noticia que nos suena a palabras huecas. Está calentita, como recién salida del horno. Se titula “Radiografía de las divisiones y consensos de la sociedad española en torno al cambio climático” y viene de la mano de Esade y la Universidad Carlos III. Para no aburrirlos, y como ponemos el enlace, vamos a copiar casi textualmente sus conclusiones que se relacionan con el ecopostureo ante políticas concretas para luchar contra el cambio climático. Sobre todo en tres cuestiones que afectan a la vida diaria:

  • En abstracto, una mayoría relativa de españoles está a favor de más impuestos a empresas o a individuos para luchar contra el cambio climático, aunque las posiciones intermedias en la escala son las más frecuentes.
  • Además, cuando bajamos a lo específico, resulta que la mayoría (en esta ocasión mucho más clara y escorada hacia las posiciones a la contra) se opondría a subir impuestos al consumo de carne (68,5%; con 36% muy en contra), la gasolina (64%; con un 34% muy en contra), o de la matriculación a vehículos grandes (43%).
  • La oposición sobre prohibiciones es más acusada en el transporte: 55% contra la prohibición de vehículos diésel (25% muy en contra), 47% con los camiones, 49% contra vetar la compra de carne no ecológica. Sin embargo, hay una mayoría relativa a favor de prohibir las macroexplotaciones de carne (46%).

Unos detalles curiosos de los que hablar en las tertulias familiares, en los medios de comunicación, en los centros de trabajo y en los gobiernos: El voto y el sexo sí que importan, como recoge Heraldo de Aragón (15-6-2022), como se hicieron eco otros periódicos a mitad del mes pasado. No sabemos si la gente leería esta noticia o pasaría de hoja. Por lo que parece estamos habituados a renunciar a las abstracciones cuando nos incomodan. Quienes quieran ampliar algo más aquí, donde se le da un buen repaso a la “moda verde embustera” a los ojos de la gente cercana a la Unión Europea.

(GTRES)