Ciudades sostenibles, verbigracia

Hace más de 50 años que Ítalo Calvino publicaba Las ciudades invisibles, aquellas que no se ven pero que determinan buena parte de lo que acontece sobre su suelo urbano. Aludía el autor a ciudades que las tenemos tan cerca que nos las vemos. La trama cuenta que Marco Polo describe ciudades fantásticas al rey tártaro Kublai Khan. Habla en primer lugar de Olivia la cual, a pesar de ser rica y próspera, a la vez se ve “envuelta de hollín y pringue que se pega a las paredes de las casas”. En la obra, advertía Marco Polo en primer lugar aquello que el rey tártaro ya conocía: que no se debe confundir nunca la ciudad con las palabras que la describen. Y sin embargo, entre la una y la otra hay una relación. Había ciudades continuas (dónde está el límite de nuestras actuales ciudades pues forman parte del ancho mundo); escondidas, sutiles; asociadas al cielo, al nombre, al sueño, a la memoria, a los intercambios, a los muertos; además de ciudades combinadas con ojos y sueños.

Su capital era Eutropia, donde “al entrar el viajero no ve una ciudad sino muchas, de igual importancia y no disímiles entre sí, desparramadas en una vasta y ondulada meseta. Eutropia no es una sino todas esas ciudades al mismo tiempo; una sola está habitada, las otras vacías; y esto ocurre por turno”. Al tiempo, “la ciudad repite su vida siempre igual, desplazándose hacia arriba y hacia abajo en su tablero de ajedrez vacío”. Resaltemos algunas por sus bellos nombres y propiedades: Sofronia, ciudad compuesta de dos mitades; Zemrude que responde a lo que quieras ver en ella, de cómo esté tu humor. Así pues no es ella sino el reflejo de quien la mira; Moriana es una ciudad bidimensional, reflejo  de las ciudades existentes cuando escribió, deslumbrante para el público y a la vez enferma, pues oculta problemas y dificultades; luego están la celeste Bersabea, o la Maurilia campesina y la Maurilia metrópoli. Y muchas más, todas inventadas con nombre de mujer, que para eso son ciudades.

Merece la pena leer despacio la interpretación que sobre esas ciudades realiza el Área de Educación del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, con textos e imágenes que personalizan las ciudades identificadas de forma anónima por Calvino, tal que si entablasen un diálogo entre lo pintado y lo escrito, ante los pensamientos de quien lee y mira.

Nostalgia, por Ángel Ibañez

En 2018 se estrenaba La ciudad oculta de Víctor Moreno, película premiada en el Festival de Sevilla de 2018.  De la cual no nos resistimos a reproducir su sipnosis: “Bajo la ciudad moderna se extiende un vasto entramado de galerías, túneles, tuberías, alcantarillas, redes de transportes, estaciones subterráneas… Una inmensa telaraña sobre la que se asienta, y de la que depende, la metrópolis visible; un espacio funcional e imprescindible, pero también un ámbito simbólico, una esfera oculta: el inconsciente de la urbe”. O como se dice en la cita del mencionado festival: Después de colarnos en el Edificio España, simbólico edificio madrileño, Víctor Moreno nos conduce a un viaje sensorial y casi lisérgico por el subsuelo de la ciudad: “el vasto entramado de galerías, túneles, tuberías, alcantarillas, redes de transportes, estaciones subterráneas, zonas de ocio y consumo que bullen bajo nuestros pies. Una realidad tan escondida que casi parece irreal, en una sensual fusión de antropología y ciencia ficción que nos invita a reflexionar sobre qué esconde la idea de progreso en la que se cimenta nuestra sociedad”.

Hoy se habla mucho de ciudades sostenibles, incluso así las calificaron en el ODS núm. 11. Ciudades y comunidades sostenibles. Sus metas son ambiciosas, variadas y de alcances diferentes, por eso costará concretar sus estrategias en el corto y medio plazo. ¡Son tan diferentes los puntos de partida! En realidad las ciudades no son lo que parecen: los flujos de materia y energía, sus habitantes o visitantes que interactúan; la biodiversidad va y viene, la urbanidad también. La historia de tal o cual ciudad, la ciudad del mañana se escriben desde siempre. Todas son más gratas o menos, según la lupa con que se miren. Hay que dialogar con la ciudad para observar si la de dentro tiene que ver con la de fuera, esa inmensa telaraña que en realidad la sostiene según el director de la película La ciudad oculta. En cada una de la que habitemos, habrá que conocer si una subterránea y otra edificada conviven en una cierta sostenilidad. La ciudad, por más que su tecnología le permita ser una anónima criatura, es ecodependiente de sus entornos próximos o lejanos. Algo que los urbanitas tardan en ver.

Alguien admira las ciudades por su belleza, por el arte, la riqueza, extensión, pulcritud en su diseño, y otros aditamentos externos. La ciudad nace y se hace cada día. Por eso en ocasiones se empeña en dividirse entre calles que habitan ciudadanos ricos y barrios pobres. Alarma leer que quince de los barrios urbanos más pobres se encontraban el año pasado en ciudades andaluzas. Otros medios de comunicación separaron ciudades entre ricas y pobres, barrios ricos y pobres. Desde aquí nos preguntamos cuáles se podrán calificar como sostenibles y en qué. Ciudades de España que son un pequeño muestrario de las ciudades del mundo. ¿Cómo las llamaría Calvino?

Hay ciudades escaparate, como el París turístico, en donde parece que todo se armoniza. Recuerdo ahora a Berna y su pulcritud que hace unos años me dejó atónito. Otras, las megalópolis de países pobres son una amalgama de ciudades. Interesante el artículo que ponderaba la bella coordinación no programada que se admiraba en la ciudad de Sao Paulo y muchas latinoamericanas, las ciudades desordenadas.  Como bien sabía apreciar el cubano francés Alejo Carpentier: “En América Latina, lo maravilloso se encuentra en vuelta de cada esquina, en el desorden, en lo pintoresco de nuestras ciudades”. Ahora se habla bastante de las ciudades inclusivas, que sean además seguras y marcadamente resilientes. La Unión Europea puso en marcha el proyecto Rescue, Barcelona estudia cómo adaptar la ciudad al cambio climático (20minutos.es) desde hace ya años; Vitoria se nombre como ejemplo. La ciudad imaginada tardará en ser realidad porque su metabolismo es complejo y está sujeto a intereses muy diversos, contradictorios, entre los promotores de las actuaciones y los presuntamente afectados. Federico García Lorca calificaba las ciudades como periódicos mentirosos; si visitara las de hoy no sabemos si vería más mentirosa a la ciudad o a algunos periódicos.

Para terminar volvamos al principio. Pensemos en estas palabras de Ítalo Calvino: “Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memoriasdeseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos.” Por eso nos cuesta interpretar lo de resilientes, serán aquellas en las que conviven sin excesiva desarmonía lo visible y lo oculto.

Por cierto, qué saldrá para experimentar del Foro de las Ciudades que tendrá lugar en Madrid la semana próxima. ¡Que no sean nunca más millones de seres viviendo juntos en soledad!, que decía Henry D. Thoreau hace más de 150 años. En fin, sostenibles en qué, para qué o para quién; ahora y hasta cuándo. Las ciudades invisibles de Calvino o las ocultas de Moreno, o las resilientes que se quieren ahora; unas y otras son las que habitamos nosotros. Hay muchas formas de mirar la ciudad. ¿A cuál se apunta?

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Y se tiene por buena la noticia

    La ropa contamina.
    Inditex bate récords.
    Así, todo.

    08 junio 2022 | 10:47 am

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