El silencioso vuelo del paisaje sonoro

Los pájaros cantan cada vez menos, como si sus alegrías hubieran volado a la trastienda del mundo. Probablemente sufren de melancolía, o están tristes como nosotros. O son menos y no encuentran con quien conversar. Sucede en mi casa del pueblo, ni siquiera las migrantes golondrinas vuelven a ocupar sus nidos. Por el contrario, abundan las palomas o tordos que también merodean en el tejado de la casa de la ciudad donde ahora vivo. Allí, en plena estepa un par de gaviotas hicieron de una salida de humos su parada preferida. Aves marinas que dejaron la masa de agua. Será que allí hay mucha competencia. Aquí sobrará comida en los vertederos; lo saben bien esas cigüeñas y otras aves que ya no migran. Por el contrario, algo singular sucede cerca del río urbano, según me cuenta mi amigo Severino, un observador que filma una y otra vez sus orillas buscando encaje de vida para ponerle música y regalarnos a sus amigos imágenes de poesía viva, que a la vez que nos traen disfrute nos acercan añoranza. Además, el insistente investigador barrunta que cada vez hay más ejemplares en las orillas del río, algo parecido sucede en el tramo naturalizado del Manzanares, al decir de Santiago M. Barajas. Qué pena que queden tan cada vez menos espacios casi vírgenes en los entornos de los ríos, cual imagen de lo que fueron y que quieren volver a ser. Aún así este año también vinieron los cormoranes, aves acuáticas, marinas por excelencia.

Pájaros urbanos sin haber sido domesticados. Y en el campo faltan. ¿Quién entiende semejante paradoja? En demasiadas ocasiones, cuando sales de la ciudad te espera un silencio de aire, luz y cielo como en el poema de Octavio Paz. El complejo espacio se insonoriza. ¡Qué tiempos aquellos cuando levantabas la vista y te sorprendía la diversidad de los viajes alados!, aunque no identificases el pájaro ni por si vuelo ni color y forma. Transmitían alegría a la vez que daban cuenta de un espacio multiforme. Hoy, el vuelo de las aves sin dirección conocida casi es una experiencia para contar a las amistades. Incluso si están por ahí se invisibilizan, o somos nosotros quienes los ignoramos. No ocurre así con el sonoro desplazamiento de las grullas en V. El resto de los apreciados son algunos pájaros resistentes en parques o llegados de lugares lejanos.

Cigüeñas en un vertedero de Madrid. (Javier de la Puente. SEO/BirdLife)

Dice el poeta que cuando un pájaro canta se mueven las hojas y las hierbas despiertan, ¿será que unas y otras se sienten atraídas por lo extraordinario de lo antiguo? Las gentes rurales marcharon y dejaron el campo abierto hace unas décadas, pero eso algunos pensábamos que eso supondría una masiva recolonización alada, pero no, al menos no siempre. ¿Quién sabe si también los pájaros se han hecho urbanitas, como añorando nuestra presencia? En cualquier caso a las más visibles en parques ciudadanos como urracas y otras especies no les molesta nuestra cercanía. Juan Ramón Jiménez poemaba que cuando él se fuese en su viaje definitivo se quedarían los pájaros cantando por su huerto. Preguntaba a su pájaro  de agua qué cantaba, o espantaba. Hasta el sol se desnudaba con su cantata y le rogaba a ese corazón con alas que no se fuese nunca. Los cantos de los pájaros suenan a vida, sus silencios a ausencias. Vicente Huidobro nos dejó todo un muestrario de sentimiento en sus poemas lamentando el pájaro perdido en el olvido del pájaro. Neruda se llamaba a sí mismo “pájaro pablo, ave de una sola pluma, volador de sombra clara y de claridad confusa”. Será por eso que Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura 2015, los recuerda a menudo desde Chernóbil en su Crónica del futuro.

Pájaros en retirada, como denuncia SEO BirdLife en su Libro Rojo de las aves de España 2021. Nos señala cuales están en peligro crítico, en peligro o aumenta su vulnerabilidad. Anotemos solamente dos detalles pero leamos su informe: un total de 90 especies de aves se encuentran amenazadas por la extinción, lo cual supone el 25,1% de la avifauna. Las más amenazadas ocupan ambientes agrarios, acuáticos, marinos y alpinos. Todo esto en un conjunto (359 especies) en el que desconocemos datos fiables de un 44 %. Para quienes quieran interesarse un poco más aquí van las que se encuentran en peligro crítico: aguja colinegra, alcaudón chico, arao común, avetoro común, cercetas carretona y pardilla, escríbano palustre, focha moruna, fumarel común, gaviota tridáctila, pardela balear, pardela chica macaronésica, pardela pichoneta, pardiño pechialbo, porrón pardo, urogallo común y zarapito real. Puede que los nombres digan poco a la gente que no se fija mucho. ¿Cuántos conocen en su casa? ¿Saben donde viven? Sirva esta entrada para renovar la curiosidad que provoca ver un pájaro volar o escuchar sus cantos, escritos en un lenguaje y con una partitura de desconocemos. La vida es eso, imaginar los mensajes que nos están enviando una roca, un monte, una raquítica masa vegetal, ese liquen desconocido o un árbol sublime; cualquier animal con el que nos topemos.

Macho de alcaudón chico. (GENCAT)

Seguramente se desconoce que solamente 7 de estas “gozan” de algún estatuto de protección en España. Es más, la ciencia tiene constancia de que una parte de este declive es consecuencia del cambio climático. Se ha alterado el desplazamiento de las especies, las migraciones ya no son lo que eran, episodios meteorológicos o cambios climáticos extremos provocan extinciones en determinados territorios. Qué decir de la contaminación, las degradaciones de ciertos ecosistemas, ciertas prácticas agropecuarias intensivas o los impactos de la caza. El Gobierno central y los autonómicos tampoco ven en los pájaros, en su desaparición, un problema. Si bien hay que reconocer la intervención puntual que algunos realizan.

El silencio del paisaje, su insonoridad, no es una ocurrencia de los ecologistas. Lo ha denunciado también, en este caso sobre las aves marinas, el programa El Escarabajo Verde, una ventana abierta a la naturaleza que ha cumplido ya 25 años. Por cierto, varias investigaciones científicas han tomado registros de avistamientos de aves en unas 200.000 localizaciones de Europa y Norteamérica. Después de analizar los datos han llegado a la conclusión de que han desaparecido casi la mitad de las aves comunes en estos lugares. Lo cuentan en un estudio publicado en Nature Communications. Por cierto, si alguien tiene curiosidad por los cantos de las aves, unas 1.000 especies disponibles, lo tiene en Xeno Canto.

Para terminar de celebrar el encuentro con los pájaros, más exactamente sus múltiples visiones de la relación entre ánimo y vida personal, proximidad y lejanía, sirva este poema de Blanca Andreu:

Duermo, pájaro vivo, pájaro de babilonia y pájaro vienés,
pájaro acunado en siena,
pájaro de las californias, duermo,
y la poesía huye de mí como de una frase acabada.
Duermo,
pájaro,
sábana,
palabra esdrújula,
para acabar con los venenos raros,
y así mira el espíritu de la avispa,
llora la plaga de mi cerebro y sus costumbres de ameba,
siente por mí el sabor de la impaciencia y di los tactos tristes que eran míos,
araña y roza, desde la niña antigua,
todo lo que soñé hasta la dicha de la muerte.

En fin, un paisaje dentro de un universo insonoro para la mayoría, pendiente del cumplimiento de los deseos expuestos hacia la biodiversidad en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 13, 14 y 15).

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