No fue un viernes cualquiera en la ONU. El Consejo de Derechos Humanos aprobó una resolución que reconoce que “vivir en un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible es un derecho humano sin el cual difícilmente se pueden disfrutar de otros derechos, como la salud o incluso la vida». Ahí está una de las grandes verdades, todavía por descubrir en este mundo acelerado. Aquí tenemos el argumento para construir un ámbito diferente, en el que las personas son sujetos de derecho antes que el crecimiento o desarrollo económico, impulso nodal que ha movido a las distintas civilizaciones. Esperemos que hasta ahora. Por eso, con ser importante la resolución debería haber señalado que no tenemos derecho por ser nuestro, sino por formar parte de él.
Disfrutar de cada uno de los derechos humanos, incluidos algunos tan prioritarios como la salud y la vida, solamente puede conseguirse en el contexto de una ecodependencia amigable, dedicada en primer lugar a cambiar interpretaciones erróneas y restaurar desastres previos, a valorar que el medioambiente es una interrelación compleja. Esto es lo que querríamos adivinar en la resolución citada, que tuvo que soportar los torpedos de Rusia. Para oponerse argumentaba que la pretensión de asegurar un medioambiente sano estaba fuera de las competencias del Consejo de Derechos Humanos. Sin duda, sus intereses van en otra dirección como está demostrando día a día. Porque sostenía su postura diciendo que el derecho internacional todavía no ha definido de manera exacta y universal lo que quiere decir “medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible”. ¡Pues ya va siendo hora de que lo haga!
Por si les sirve la sugerencia para empezar, le diríamos que limpio, no impoluto, es cada vez con menos riesgos no contemplados, con protocolos de actuación para si estos llegan para reducir sus efectos más graves. Saludable para todas las criaturas que lo habitan y sostenible en el sentido de limitación de los atropellos económicos y de otro tipo que actualmente soporta y ponen en riesgo el mantenimiento de su devenir sin demasiados sobresaltos irresolubles, que alguno habrá. Limpio en la interpretación universal de que no se utiliza como vertedero.
Aun hay algo más: el medioambiente planetario resistirá a su manera los embates de los países depredadores. Pero será otro, quizás menos amigable con las especies que interaccionan con/dentro de él de lo que fue hasta hace unos centenares de años, más o menos. Porque las fuerzas activas de todo tipo conllevan consecuencias reactivas de tamaños diversos y alcances no controlables.
Episodios pasados en todo el territorio ruso, europeo o asiático, etc., son testigos de que lo de medioambiente como derecho humano suena a ruso. También podríamos decir que a chino, japonés o hindi pues los países donde se hablan estas lenguas se han abstenido en la resolución. Se sospecha que para quedar bien, que ganas tendrían de oponerse. Queda un largo camino hasta que la Asamblea General de la ONU tenga a bien asumir este reto, para que cada país se lo crea y adopte políticas salvadoras. Brasil ya ha planteado objeciones amazónicas. Además el Reino Unido hizo notar que estas declaraciones no son vinculantes. ¿Qué querrán decir con eso? Me suena al orden del mundo escrito entre propósitos de fuga planetaria. Suele ser el preludio de que una parte del todo se viene abajo.
Pero ese viernes el Consejo estaba proactivo y tomó otra decisión importante: nombrar un relator sobre derechos humanos y cambio climático, a instancia de la UE y varios países más. Ya existía la figura del relator sobre los derechos humanos y el medioambiente. Vaya privilegio y seria tarea. Porque de facto reconoce que la crisis climática lo es también de derechos humanos. Quien lo dude que se informe y piense.
Los/las relatores parece que no hacen nada, dada la complejidad de la ONU y sus decisiones. Pero son gente que siente globalmente y en clave de ética humana, biodiversa también. Seguro que en 2030 seguiremos hablando de la cuestión porque nos habrán legado sus relatos.
En fin, debemos lograr que el medioambiente –lo escribimos junto porque así lo recomienda la Fundéu y nos parece que tiene una dimensión más global- sea un derecho humano y del resto de las criaturas. ¿Cuándo llegará? Si no se empieza a valorarlo, aunque sea en forma declaración, no lo será nunca. Si todos nos empeñamos en ello, es posible.
El ser humano es la única especie que se avergüenza de su naturaleza.
El ser humano compra ropa para negar su realidad y crear otra artificial y artificiosa, y con el imperio de la ropa ya creado, lo natural se censura y se demoniza.
.
14 octubre 2021 | 4:37 pm