Olímpico(d)s 2030

Por más que uno no le asombre ya casi nada del comportamiento humano, debe hacer continuos esfuerzos para comprender las palabras políticas, para desentrañar las ideas éticas que deben tener detrás. En este ejercicio intenta asociarlas a los previsibles hechos; el resultado es peor todavía. La pretensión de celebrar unos juegos olímpicos de invierno en los Pirineos en el año 2030 confunde el pensamiento de mucha gente. Parece que la idea ha partido del Gobierno catalán pero el asunto merece figurar en la enciclopedia de las quimeras. Porque como tal se asemeja a un tobogán novelesco, visto desde la óptica de la crisis climática global. Menos se entiende desde el ángulo creciente de la preocupación por el medioambiente ecosocial. Será por eso que alguien ha escrito que se trata de un globo sonda; incluso en la red lo han calificado como una información falseada. En verdad, es algo así como un producto de la imaginación que lucha por desmentir los hechos probables. Si bien se dijo en su presentación que el proyecto pretendía llevar de la mano el consenso social y territorial. Es más, queremos recordar que en la manifestación de intenciones que Generalitat hizo al COE se decía que el proyecto “debe permitir desarrollar los compromisos de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas”.

Esa última fecha está anotada con grandes grafismos en el calendario mundial. Es el primer punto de revisión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Entre estos tiene una influencia especial el que afecta al cambio climático, más bien la emergencia climática global que actúa como condicionante de otros muchos ODS. Pocos recuerdan los Acuerdos de París 2015. Bueno sí, la minoría que anota sus éxitos o fracasos.

Pero, si me lo permiten, el asunto olímpico de invierno tiene algo de pendencia. Alimenta bastantes contiendas. Se dan entre quienes ven en él el futuro poblacional y laboral de las repobladas montañas frente a los que defienden preservar lo poco que queda de los Pirineos menos antropizados. También se han generado torcidos mensajes cruzados entre Cataluña y Aragón con el Gobierno central mediando en no sabemos qué, al margen del nombre del evento. No faltan posiciones encontradas entre quienes defienden unos Pirineos muy protegidos y aquellos que quieren colocar el cartel de “disfrute de las montañas urbanizadas”. Por más que estos últimos digan que solamente se aprovecharán instalaciones ya existentes. Nos cuesta creer que semejante limitación esté detrás de la iniciativa. Ya vemos grandes autovías surcando los valles en desigual competencia con los ríos y los montes.

Alguien ve en esos hipotéticos juegos olímpicos la solución al reto demográfico de la montaña, mientras para mucha gente no resulta nada creíble. Unos y otros conocen que la quimera del oro de la nieve, del esquí, como riqueza para la gente de la montaña se encuentra en entredicho. Es más, el valor añadido durante/después del posible evento sigue caminos diversos. Será por estas incógnitas que los ecologistas/naturalistas no lo vemos bien, pero no es porque seamos miopes sino que con el tiempo se nos ha generado presbicia. Por lo que se conoce, la gente que habita nuestros Pirineos prefiere solucionar antes cinco cuestiones básicas actuales: que no les falle la luz, que el agua siga siendo su acompañante en las actividades, que las comunicaciones digitales sean rápidas y universales y que en invierno el hielo en la carretera no le impida ir a trabajar, a gestionar sus actividades cotidianas, y disfrutar de unos servicios comunitarios o sanitarios más cercanos.

Vamos a imaginar que todo está movido por buenas intenciones. Pero aunque fuese así, se nos aparecen otras muchas actuaciones que beneficiarían mucho más al conjunto ecosocial en España y en el mundo en el año 2030. Para distinguirlas de las que no lo son, se nos ocurre recordar a nuestros políticos, empresarios y la gente el general que somos ecodependientes. En un medioambiente global con muchas más vulnerabilidades que hace 150 años, cuando la antropización no había hecho tanto daño.

Prudencia en las expectativas generadas, prevención en lo que se va a hacer junto al dilema de la supervivencia de los espacios naturales, de su biodiversidad. Son argumentos presentes en bastantes de los ODS. Mientras no se diga lo contrario figuran en los postulados de las administraciones, también insignia política del Gobierno actual de España, que quieren celebrar esos Juegos Olimpic(ODS). Cuesta creer aquello que dijo la consellera del ramo de que el proyecto debe basarse en la cohesión territorial y la sostenibilidad.  Por cierto, parece que van a someter la iniciativa a referéndum para conocer la opinión de las gentes de la montaña. No se dice si solo allí, en algún otro lugar como Barcelona y Zaragoza; tampoco con qué intención y condiciones.

Otro asunto clave: ¿de dónde piensan sacar la nieve? ¿Acaso transportándola a pistas en camiones como han hecho otras veces? Han de atenerse a las últimas investigaciones y previsiones sobre el clima que pronostican un calentamiento acelerado. En fin, un asunto de difícil comprensión para quienes nos encontramos alejados de los nodos de decisión y no entendemos las estrategias de comunicación política.

Es más, en este sin vivir eléctrico y energético, cómo se asegurará el suministro en las diferentes instalaciones del Pirineo o fuera de él sin detraer lo necesario para las demás actividades vivenciales, laborales y comerciales del resto de los territorios. ¿Se podrá pagar la factura eléctrica o ese consumo hipotecará el futuro? ¿Llegará el Gwh a los 1000 €? Queda poco tiempo para pensar, decidir, consensuar y adaptar la vida todo lo posible a los argumentos esgrimidos por las distintas administraciones en torno a si los ODS marcan de tal manera el futuro que el año 2030 no puede estar “olimpiado en invierno” en los Pirineos, ni escorado hacia el aumento progresivo de las emisiones contaminantes como ahora se ve después de la parada productiva de la pandemia. ¡Sentido común y mesura en el desempeño “odsiano”!

A quien corresponda: ¡Por favor, no conviertan los Pirineos en un parque de atracciones!

La nieve cubre la montaña en los Pirineos, en una imagen de archivo. (GTRES)

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