Archivo de agosto, 2019

Tome una buena dosis de ecología cada día

Todas las personas vivimos interconectadas con lo que nos rodea, seamos o no conscientes de ello, queramos o no; incluso los (in)crédulos negacionistas. Lo que cada cual, todos, hacemos y vivimos tiene mucho que ver con la ecología.

Esta palabra tiene muchas variantes léxicas: concepto y sentimiento, acción e interacción, compromisos y olvidos, urgencia y permanencia, etc.; también algún exabrupto. Bastantes, mucha gente y las marcas comerciales cada vez más, la utilizan como etiqueta: lo ecológico vende y mola; otros como una especie de mantra, para emocionarse ellos mismos o para enfrentarse a los demás.

Un sustantivo tan importante que, a poco que nos aproximemos a él, llega a ser un adjetivo, acabándolo simplemente en -ica o –ico. También alcanza su expresión coloquial en forma de ecologismo o ecologista, variables nuevas de una vida antigua. Estas dos últimas acepciones identifican a las personas que toman una buena dosis de ecología cada día y así reconfortan la vida propia; y un poco la de las demás, también la del planeta y los seres vivos que con los que conviven. Si bien no faltan quienes utilizan los vocablos como insulto hacia los defensores o propagadores de la vida en armonía en/con la casa común.

La palabreja es también idea, destino o camino, lugar y tiempo, individualidad y colectivo, presente con bastante de pasado y revisión del futuro. En verdad, nunca ha dejado de estar de moda desde que Aristóteles se ocupó de algo parecido o las religiones primitivas adoraban a la Madre Tierra; muchos científicos, anoten Darwin y Humboldt, le dieron un buen empujón. Quiere significar, más o menos y para gente normal como nosotros, la casa que tenemos/queremos, más bien su estudio, análisis y actuación pertinente.

Ecología es reconocer lo que hay en casa de cada persona; en realidad, la marca de todos, en conjunto componen los ecosistemas, para hacerla un poco más acogedora, o mucho. Sepan los despreocupados, o incrédulos, que aún es posible una pequeña reforma, pero para ello la ecología debe conseguir un papel protagonista.

La palabreja moderna y sus derivaciones comprometidas la consolidó el científico ruso Vladimir Verdanski, del que casi nadie ha dicho nada; ya se sabe que muchas veces la fama se la llevan otros. Después vinieron aportaciones varias para explicarnos lo del ecosistema, eso que estudiábamos en el instituto. Aun así, todavía hay por ahí mucha gente que teme, desdeña, a la ecología, aunque esta nunca sea feroz.

Ahora mismo se la ha adornado de Sostenibilidad, que queda mucho mejor. Sin embargo, nunca, ni la una ni la otra, deben ser contemplativas. Por eso, más ecología y menos postureo verde. La primera, en sus variantes léxicas debe incluir comprometida y futurible; el segundo es simplemente un color de adorno.
Ponga algo, o mucho, de ecología práctica y comprometida en su día a día; incluso, o más, en el verano vacacional. No se arrepentirá; compruébelo.

Hay bastantes personas que ya afirman, están convencidas, que una buena dosis de ecología les reconforta. Se nos ocurre que la ecología cotidiana podría ser el camino para ascender, el mundo entero, en buenas condiciones a la Cima 2030.

Aquí lo dejamos, para que lo gestione; no sin antes recordarle que la ecología es una conversación ininterrumpida con la vida. Ensaye este verano. Ya (se)nos contará.


(EFE/ Andy Rain)

Para siempre es demasiado tiempo

Dicha expresión adorna el momento presente, superado ya una vez acabe de leer la frase. Llevémosla al terreno de la crisis climática. Todo es importante y, a la vez, casi nada de lo que hagamos tiene la marca de durabilidad. Ante esta hipótesis, el deseo colectivo se plantea renunciar a qué: a nada de lo que cada cual pueda para alargar el tiempo útil, el de todos.

Porque, el silencio y la inacción suenan todavía peor. La crisis climática tiene prisa, parece que le gustase el “para siempre”. Al otro lado nos encontramos nosotros. Sabemos, hemos de ser muy conscientes de ello, que lo que uno hace se sostiene en aquello que busca. En nuestro caso, dedicar tiempo a que la crisis no se eternice.

La desidia climática va contra toda lógica y nos aleja la Cima 2030. Es bien sabido que todo lo que sucede es producto de alguna conexión, o de muchas situaciones concatenadas; también interviene el azar.

Pongamos por caso la energía externa que consumió ayer mismo para realizar sus actividades. Fue, hizo, trabajó en, compró, elaboró, se vio con, se entretuvo en, disfrutó con una actividad relajante o cultural, etc.; además de reponer la energía interna con los alimentos y nutrientes convenientes. En todos estos procesos se degradó energía en forma de productos que afectan más o menos a la crisis climática. Siempre, pensando en negativo, queda algún resto indeseado.

Pero, lo inalcanzable también se puede imaginar en positivo. Está tanto en las cosas que se ven como en las que no se ven. Aunque últimamente, usted incluso, se haya relajado en la pelea reclimatizadora, todo tiene su parte eficiente. Le queda el recuerdo de lo que hizo bien, quizás eso sí le sirva siempre para que lo que busca en mitigación y adaptación climática global no acabe en un sueño. Eso debe impulsar iniciativas como Som Energía.

Lo que caracteriza mejor a una persona que lucha de verdad contra la crisis climática es que es consciente de que casi todo requiere sacrificios, y algún que otro tormento. Por eso, seguro que está pensando ahora mismo en cómo reducir mañana la energía que consumió ayer y la consiguiente emisión de calor y gases. Porque sabe que en el asunto energía para siempre es demasiado tiempo.

Sin embargo, constantemente, en esto no hay duda, ahora o años después, alguien se lo agradecerá; al menos, le encontrará sentido a lo que usted hizo por retener la por ahora imparable crisis climática.


Imagen de archivo de un ‘flashmob’ de Alianza por el Clima. (EFE)

Caca plástica en nuestra basura

Ahora van muchos países asiáticos, empezaron los chinos, y no quieren echar en sus wáteres nuestra occidentalizada basura. En teoría, los millones de toneladas plásticas que hacían el largo crucero marítimo desde Europa hasta China, Filipinas, Malasia o Vietnam, se reciclaban.

Mentira podrida; la mayor parte acababan contaminando las aguas continentales y marinas o eran quemados, emitiendo al aire su tóxica carga.

Ahora, estos países asiáticos ya no quieren nuestra caca plástica; aunque les paguemos mucho. Hacen bien; ya tienen bastante con la suya, que es voluminosa y tampoco está bien gestionada, ni mucho menos.

La ONU dice que en 2017 España fue el séptimo país exportador mundial de desechos, desperdicios y recortes de plástico. El Ministerio de Industria nuestro cuenta que, entre 2010 y 2018, España “envió” a China/Hong Kong casi un millón de toneladas plásticas, más de la mitad de las generadas en ese periodo. ¡Qué barbaridad!

Los espabilados gestores de la basura española decían que enviaban nuestra caca plástica porque aquí no compensaba reciclarla. ¡Vaya caradura! Imaginamos que lo de compensar se refería solo a lo económico, que se desdeñaban las mejoras ambientales y a la salud de las personas.

Hay quien se pregunta qué haremos ahora con nuestra basura plástica. Algunos apuestan (Federación Española de Recuperación y Reciclaje) por reciclarla; otros como Greenpeace por no generarla, lo explica bien esta ONG en Maldito plástico.

¿En qué grupo se encuadra usted para “eliminar” esa caca plástica que cada día produce? Seguro que no consigue adquirir los productos que come libres de envoltorios plásticos; por más que haga pesquisas detectivescas. Así, la bolsa amarilla es siempre la más voluminosa de casa; hay que descargarla casi cada día.

Si se le ocurre alguna idea interesante para ser menos “plasticantes” díganosla. Si quiere ampliar la información sobre el mundo plástico, y sus submundos, no deje de visitar y leer despacio las noticias de la minuteca plástica en 20minutos.es. Hable del asunto en casa y con las amistades. La cosa plástica está muy descuidada.

¿Cómo iremos de cargados cuando lleguemos a la Cima 2030?


(Diego Azubel / EFE)

Atrévanse con la disidencia consumista

Más de una vez nos preguntamos si tiene sentido, para una persona normal y corriente, preocuparse por una idea ética, moral o vivencial; cada cual que elija su ámbito de interrogación, o el escenario donde se sienta más cómodo.

Las ideas que justifican el obrar son y no son, a veces están detrás de lo que hace uno mismo o la gente; en otras ocasiones cuesta identificarlas. Hay quien asegura que se han evaporado con la socialización agresiva. Tal vez porque vivimos en un estado de tiempo perdido; acaso porque quienes nos guían se empeñan en espantarnos las ideas. A lo mejor quienes dudamos somos unos ilusos. ¡Vete a saber!

Viene todo esto a cuenta de que uno va por la calle, no digamos si se asoma a una cadena de televisión o escucha la radio, y siente la llamada constante del consumo. Carteles publicitarios que pintan la realidad plena de belleza y armonía, que animan a ser más y mejor, nos acompañan cada minuto de nuestra vida. Puede que alguien o muchas personas no lo vean así, o se hayan mimetizado con “el territorio del todo quiero”, pero tal como lo veo lo cuento.

Es más, si cualquiera tiene la osadía de buscar un producto en Internet, entender sus cualidades, saber su precio o dónde se vende simplemente, se verá sacudido sine díe con ofertas sobre él cada vez que se asome a la red, bien sea para leer el periódico preferido o entrar en una red de amigos.

Ante este atropello, sobre todo pensando en las limitaciones de las materias primas y en su correcta gestión, se aconseja una remoción del fuero interno como ejercicio de placer. No, no es la estupidez que a primera vista pueda parecer.

Imaginen que se aíslan de la publicidad y retienen por un rato el pensamiento crítico, probablemente disidente, sobre la dependencia individual del consumo. Después pueden ampliar su campo de lectura a su entorno próximo, o el mundo en general, exportar la duda individual sobre si el consumo manda o no. Recientes tenemos los supuestos acuerdos del último G-20 de Japón.

¿Llegaremos a rebelarnos? Mientras tanto, vivan un poco el tiempo futuro, ese que viene adornado de sostenibilidad global; al menos piensen en lo que queda de él. La disidencia, frente a colapsos y a los grandes desafíos, nunca se agota. Acaso se aburguesa con la edad. Bueno, en realidad, hay bastante gente que se contenta con el pensamiento 1.0, a lo mucho; y este hace tiempo que dejó de ser útil, o se pasó de moda.

El consumismo es un asunto al que le doy vuelta de tanto en cuanto; y nunca logro resolver del todo mis dudas; incluso siendo un intencionado consumidor disidente. Esta reiteración me pasa por ser tan dado al pensamiento ocioso.

Lo dejamos aquí. Por cierto, ¿Qué será del consumismo en el año 2030?

(JORGE PARÍS)