Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), impulsados por la ONU y firmados por dos centenares de países, son algo parecido a un inmenso holograma, tan magnífico que se puede divisar desde todo el mundo.
Costó componerlo, pues los rayos que lo estructuran tratan de derechos humanos y del planeta y, además, llegan desde las instituciones internacionales, los gobiernos, las ONG o los simples ciudadanos. La tarea de todos los países, instituciones y sociedad civil, es rellenar desde este momento su Agenda 2030, con anotaciones diversas y siempre coordinadas.
Su logro, en ese año 2030 y en los sucesivos, se podría asemejar a una montaña, como esas que retan a los grandes alpinistas. En nuestro caso, tiene una cumbre extensa porque debe acoger a mucha gente, muy diferente. En esa cima, que se representa con una fecha concreta, han de caber tanto deseos sociales como mejoras ambientales; en realidad, unas y otras buscan la mejora de la vida de las personas y el planeta, pero hacer en conjunto, armonizadas en sus múltiples interacciones. A la vez, el punto de llegada que forma el conjunto de los ODS es, en cierta forma, una metáfora, un lugar temporal, un poco físico pero sin fronteras delimitadas, al que debemos ser capaces de subir; en lo más alto se encuentra la sostenibilidad global.
Las organizaciones políticas y de todo tipo que gestionan a las diversas sociedades deben confluir en esa cumbre en el año 2030. Ese encuentro debe servir para repasar, colectivamente, los caminos recorridos, para compartir las metas parciales conseguidas en forma de indicadores, para anotar los rastros que se hayan podido ir dejando; acaso para echar en falta a quienes no han podido llegar y entender sus razones. En esa fecha, una mirada al horizonte debería aportarnos la alegoría de un futuro sostenible, para la mayor cantidad de personas y para el planeta en su conjunto.
La cima 2030 no es solo un lugar físico imaginado como atalaya, es sobre todo un observatorio en forma de esperanza, adosada esta a los tiempos presentes y futuros. Este hito del año 2030 es ambiental en tanto que lugar de confluencia social, pues entre ambos han de conseguir cambiar los actuales estilos de vida -marcados por el excesivo poder asignado al crecimiento de la economía y por el consumo- y hacer ámbitos permanentemente sostenibles. Es necesario horadar las barreras actuales que condicionan la vida colectiva en forma del cambio climático, de desigualdad territorial y personal, o de supremacismo comercial.
No va a ser fácil coronar la altura 2030; los senderos no están totalmente señalizados y quienes quieran ascenderla deberán superar bastantes obstáculos en forma de cambio climático, desigualdades, falsas democracias, intereses económicos distractores, etc.
Este blog aspira a ser un lugar de encuentro allá en lo alto de la ética universal, para recoger las cosas bien hechas, para invitar a las personas a que miren cada día a su alrededor y piensen, para poner en común aspiraciones, logros y también fallos; en suma, entender la multiperspectiva y la altura de la cima para ascender hacia ella.