Con sorpresa me entero de que Truckfighters decide hacer una parada en Madrid durante su gira. La elección de sala no es la idónea, pero al menos el frío que sufre la ciudad les hará sentir como en casa a los suecos. Con motivo del lanzamiento de su documental homónimo, apoyan su salida con una gira europea en la que aterrizaron este 29 en la capital, trayendo un poco de calor de sus saturados amplificadores, que aplacaron la gélida noche pero, aunque subieran la temperatura, aun te sientes un poco frío.
No porque su pegada, su presencia o sus temas no fueran abrumadores, si no porque aunque metas mucha tralla tiene que haber un sólido fondo musical, que en su directo han dejado de lado. La familiaridad de su directo comienza desde la entrada a la sala, dónde ellos mismos hacen las veces de vendedores de merchandising; yo mismo he comprado su documental al guitarrista de la banda, Niklas Källgren, alias Dango. El resto de la banda deambula por el local saludando a los asistentes con naturalidad, pudiendo hablar con cualquiera de ellos como si se tratara de cualquier grupo novel. La diferencia es que estos llenaron la sala y el público estaba extasiado ante la avalancha sonora que se abría con Desert Cruiser.
Desde la apertura el público berreaba junto a la voz de Oskar Cedermalm u Ozo (en su línea de apodos) aunque no tuviera una gran noche el cantante. Varios fallos técnicos con el bajo en Traffic, el segundo tema, un volumen a la voz que más que escucharse se intuía y unos defectos a la hora de cantar que son constante en sus directos, como la falta de registro y las discordancias que ha sufrido en Last Curfew, han empañado un irregular actuación del líder que, aunque con más altos que bajos, no ha sido del todo satisfactoria. Como nueva incorporación a la batería Thor, realmente Dane McKenzie o Mc-Kenzo, una auténtica fiera animal pero diestra en la técnica de los timbales, una actuación algo nervioso en los primeros temas, con algún fallo de novato, pero que se perdona por su corta estancia en la banda y su posterior actuación, que dotaba a la banda de una mayor agilidad sonora.
Aunque quien realmente conforma el epicentro del sonido de los suecos es su guitarra, Dango, que a su vez otorga todo el espectáculo visual con constantes carreras hiperactivas en un reducido escenario, saliendo al público, dejándole tocar la guitarra; si no fuera por su inagotable efusividad al interpretar, esta banda no sería la misma. Pero a pesar de todo, con tres álbumes de estudio e inacabables canciones, el repertorio ha sido realmente escueto. Ha sobrepasado levemente la hora, si acaso, y ha dejado muchos buenos temas en tintero; con solo nueve canciones no se aprovecha el viaje, sobre todo teniendo en cuenta que es una banda que pocas veces vamos a poder disfrutar aquí. Pudimos escuchar, además de las ya mencionadas In Search of (the)…, Atomic , Chameleon o, la que más redonda ha salido, Helium 28, en la cual, habiendo ya calentado óptimamente los motores, el power trio ha podido dar rienda suelta a sus enrevesados patrones rítmicos, su calidad técnica y, como ocasión especial de la noche, un sonido general decentemente ecualizado.
La culpa de esto no la tiene, como suele ser, la sala –que desde luego no es ninguna maravilla- ni los técnicos; es responsabilidad exclusiva de la banda en su elección. Al igual que en sus discos, la extrema saturación y compresión de su sonido, si bien golpea al público como un mazo e inicia un pogo hasta en un convento, embarulla el sonido hasta puntos ininteligibles. Sus puntos fuertes residen en la sobrada potencia de su actuación y su rabiosa presencia en el escenario, pero por ello descuidan las cuidadas estructuras, armonías y melodías de sus composiciones –en definitiva, lo estrictamente musical-, en efecto de gran calidad musical, sacrificándolas por una pegada dolorosa que cumple, pero lastra los temas.
Más temas, refinamiento del sonido y afianzar la cohesión de la banda: estas son tres trascendentales asignaturas pendientes del conjunto. No ha sido en absoluto un mal concierto, pero sí que estos fallos puntuales (y en ocasiones constantes) limita la impresión de profesionalidad de una banda que, al fin y al cabo, está de gira europea y por algo será. Su cercanía al público es un punto, pero si no hay fondo la ilusión se desvanece. Esperemos que vuelvan y que, con el tiempo, la madurez logre pulir a una banda con absoluto potencial.
