En los tiempos de bandas prefabricadas que crean mediante retoques buenos discos que se dedican a destrozar en directo, dEUS es uno de esos extraños casos. Su directo deja en ridículo a sus álbumes, como si estos últimos los hicieran a desgana esperando que todo el mundo les ame tocando. Una banda de las de antes. Grandísimas canciones como Instant Street quedan como anécdotas cuando los belgas las llevan a directo, la de The Ideal Crash suena como una pequeña versión de lo que consiguen cuando tocan. Así aparecieron los de Amberes. Con una actitud un tanto fría al principio, como el jugador de póker que no mueve un músculo y que esconde una escalera de color. Sabe que va a ganar. Y ganaron, tremendo concierto el que ofrecieron en Joy Eslava.
Tom Barman subió al escenario ocupando todo el centro de las miradas, demasiados años en esto y una actitud brillante. Una estrella que sabe mover por las tablas esa voz corrupta y cubierta por años de humo. Humo que también paseó por cigarrillos ante lo que ahora resulta extraño: fumar. Uno a uno iban cayendo los ‘cigars’ que retaron de forma consciente –o no- las leyes en pro de la libertad que este país ha ido fabricando. En cualquier momento temí que una patrulla de la policía se lo llevase a lo Lenny Bruce, destrozando un show que estaba siendo exquisito.
El grupo belga apareció en los confusos noventa, cuando la música no sabía muy bien a qué jugaba y lo básico era lo que premiaba –eso y las camisas anchas-. Desde el art-rock a influencias kraut, la banda desapareció tras su estupendo The Ideal Crash durante casi 10 años, para volver en 2008 con el irregular Vantage Point y esa gran The Arquitect. En 2011 trajeron Keep You Close y con él demostraron su gran momento de forma. Gigante el disco en el que basaron su set list ayer. No faltaron, por supuesto, grandes temas como The Arquitect, Bad timing – Una de sus mejores canciones, define a la perfección todos los elementos que hacen grandes (esa exquisita forma de componer in crecendo) a dEUS y que supieron llevar de forma excelente al directo- o Sister Dew. Por cierto, alucinante Ghosts, un clásico que no tiene ni un año. La combinación de géneros y ritmos consigue crear una atmósfera de montaña rusa dirigida desde la guitarra de Mauro Pawlowski, excelente bipolaridad. Merece la pena destacar también la voz del guitarrista que, aunque no la luce más que en unos cuantos pasajes, es tremendamente atractiva. Tras un par de bises, terminaron recordando sus principios con Suds & Soda y excitando a un público adulto conocedor de la buena música que sangró dando aplausos y supo guardar silencio a cada tiempo, algo también extraño por aquí, como que la banda esté marginada fuera de muchos círculos gustosos de la música anglosajona. Llámenlo banda de culto.
por J.Castellanos