- ORIGAMI
-
8,8
- por Carlos Argüelles
Imagínense, por un momento, volver a los años 90. La decadencia del cassete, el auge del CD, el pop en estado puro. Ahora mézclenlo en un puchero con el sonido alegre de Los Campesinos, súmenle sal en forma de folk y una singularidad espectacular. El resultado es un grupo capaz de arrancarle la sonrisa más sincera al oyente, incluso al más perspicaz y desconfiado polifónicamente hablando. ¿Qué obtenemos entonces? El sello propio de Wilhelm and The Dancing Animals. El grupo pamplonico nos presenta su álbum debut, The War Of The Species, LP cargado de espectaculares melodías que no dejarán indiferente a nadie.
No se trata de ningún un grupo “amateur”, a pesar de que este es su primer disco. Guille, batería de Antigua & Barbuda, necesitaba un nuevo reto, y encontró la motivación en Helen Agreda, formando pronto un dúo muy compacto y asentado. Poco a poco se les fueron uniendo el resto de miembros de la banda, añadiendo esos ingredientes necesarios para formar el caldo de cultivo de su nueva banda. Comenzaron a desarrollar su estilo propio, sin dejarse contaminar por la industria, o tratando que ésta metiera la mano lo menos posible en su sello personal. De hecho, su visión crítica de la sociedad les llevó a rechazar la creación de un jingle para McDonalds, con lo que el lector se dará cuenta del hermetismo al que someten su trabajo.
Volviendo al disco, se trata de un LP muy elaborado, fruto de muchos días de trabajo ininterrumpido y apasionado. Es una mezcla sin fin de numerosos elementos elegidos con especial cuidado que, por separado, podrían caer en lo vulgar pero, que juntos, se fusionan de manera deliciosa. Canciones como Wake Up, Bulls Revenge o The Fall así lo demuestran. Son alegres, te hacen despertar de tu inopia musical y abrirte a nuevas posibilidades musicales. Vamos, un bofetón en toda regla. Otras de carácter más tranquilo como Ten Go, con coros de Guille y la voz de Helen siguen demostrando la valía del grupo, que se erigen como algo único en el panorama nacional.
Mención aparte merece Finisterre, uno de sus singles. Con una extremadamente cuidada melodía, es capaz de hacerte menear tu cuello hasta que tus neuronas sufran una hecatombe, como si de un orgasmo se tratara. Alegre, sincera y directa al cerebro, que absorbe cada nota hasta provocarte espasmos. En este álbum no hay una canción mala si no otra mejor.
Nos encontramos ante un grupo único. Reniegan del panorama nacional y de bandas ya consagradas en él (musicalmente hablando y siempre respetándolos), y nos presentan con The War Of The Species su candidatura a una nueva vía en España. Veremos en qué se queda, pero de momento puedo confirmar al lector que su valía les puede llegar muy lejos. Espero, con sinceridad, que no sea un punto y final, si no un punto y seguido.