A ver…
Sé que puedo parecer una persona insensible y dura por mis post. Uno de esos hombres de acero y hielo, pero no, soy muy sensible. Sensible a ciertas cosas… por ejemplo, a tríos de mujeres que se soban las mamellas como si estuvieran tocando una bocina. MOC, MOC.
Lo de anoche fue una barra libre de domingas, un buffet de peras limoneras, un self service de ubres, un duty free de melones, el coñolabernarda de las glándulas mamarias, la casa de Tócame Roque en versión original subtitulada.
Pero vayamos por partes porque este post, en el tercer párrafo, lo estoy escribiendo ya con una bolsa de verduras ultracongeladas metida en el calzoncillo. Y está empezando a oler a menestra. ¿Veis cómo soy sensible?
Milá iba vestida de encimera de cocina de las caras, de esas que son negras y tienen brillitos. Completaba el conjunto el pantaloncito de cuero de un Nenuco y unas medias de la Barbie Hace la Calle®.
La cosa comenzó con la actuación de un tal J Balvin, que es un músico prodigioso que canta: «si necesitas reggaeton dale«. El siglo XVII nos trajo a Bach, siglo XVIII nos deleitó con Mozart, el XIX nos regaló a Chopin, el XX fue la cuna de Stravinsky y el siglo XXI nos deja el reggaeton. Puta bida, tete.
Después separaron a los seis concursantes en tres grupos: Sofía y Carlos, Artiz y Marta y Niedziela y Han. ¿Para qué? Pues para lo mismo que se separan los gorrinos en San Martín, para que no se oigan los unos a los otros y se asusten.